martes, 29 de noviembre de 2022

de la inagotable pasión futbolera

Quizá la razón por la que la pasión futbolera se apropia de mí con tal intensidad cada cuatro años, sea que los primeros partidos de futbol que vi, a los diez años, fueron los del Mundial de Italia 90 (por alguna razón aunque mi padre jugó futbol en su juventud no veía futbol en la tele; veía americano, beis y tenis, y definió uno de los placeres de mi vida).

Porque la cosa es que desde que comenzó la cuarentena dejé de seguir el futbol televisado, cosa que no pasó con el beisbol y el americano, que me tuvieron pegado al televisor, disfrutando eso que otros tantos consideran aburrido.

Pero ahí estaba el día del juego de México, con mi camiseta verde y mi esperanza intacta, deseando que el equipo jugara bien y que ganará el partido. Ahí estuve estallando de éxtasis y con una lágrima en el ojo cuando Ocho paró el penal. A pesar de haberle confesado a Gil, quizá minando sus sueños, que esta vez no esperaba nada del equipo. 

Ahí estaba imaginando -luego del tropiezo argentino- que los podíamos eliminar. Cobrándonos afrentas pasadas, porque en el deporte todo es posible, y a cada David le llega el día de ser letal con su pedrada. 

Ahí estaba completamente poseído por esa voraz enajenación. Una vez más.



miércoles, 23 de noviembre de 2022

Cómo

¿Cómo intentar ser amable sin quedar como un estúpido? 

Me parece que es casi imposible, al menos para mí. Aunque la idea ha dado pie a unos versos que me han gustado bastante.

Resulta que el silencio es mucho más benéfico de lo que la mayoría creemos, pero parece que no lo soportamos: "sé que el silencio es a veces violento, pero estoy pensando si no será necesario, escuchar un poco más lo que pienso, y apagar un rato la radio"; como canta El cuarteto de nos en la magistral Mario Neta.

¿Qué se le puede decir a quien perdió sin aviso a su persona más cercana? Qué, que no suene a la más grande estupidez. Qué valdría la pena decir para quebrar el silencio, el quizá reconfortante silencio.

Y sí, cómo no quedar como un estúpido.



miércoles, 16 de noviembre de 2022

Dicen que a toro pasado es fácil hablar. Seguro que lo es. Resulta que pasa lo mismo con los amores: de amores pasados es sencillo escribir. 

De amores eternos, aunque hayan durado tan poco, de amores fundamentales, por cualquier razón que seguro no sabríamos explicar. De amores que fueron y que ya no son, quizá ya nunca sean, aunque quién sabe, la vida se divierte a veces a nuestras costillas.

Supongo que por eso las mejores canciones son de desamor en cualquiera de sus formas. 

Y pensando sobre el posteo anterior y sobre esa falta de intensidad cuando se es feliz, me vinieron a la mente dos maravillosas canciones de amor de Juan Gabriel, tan buenas como sus mejores de desamor.

Las canciones son Te lo pido por favor y Abrázame muy fuerte. Dos canciones preciosas para halagar a la persona amada, al menos desde mi punto de vista.

La cosa es que ambas canciones fueron escritas para su hermana, quizá la persona que más quiso, no para un amor. Bueno para un amor distinto.

Claro que no son las únicas canciones así, pero en general las mejores son las que duelen. Quizá es como dice Laura y nos gusta el drama.



viernes, 11 de noviembre de 2022

Insensateces

-Estuve releyendo tus últimos poemas. ¿Quiénes son esas mujeres?

-Amores pasados por la piel, también por la piel de la imaginación. 

-Qué afortunado.

-Ni tanto. Muchos de ellos se repiten, los relamo, los reinterpreto. Son tatuajes maleables.

-Por eso veo que sudan fuego; ardor que sazonas con ternura, que abrigas pero también encumbras. Me enamora saberme enamorada de un hombre tan inspirado, pero...

-Pero...

-Pero inspirado por otras. Hace poco más de un año ya que, siendo tuya, no me usas.

-Tontita. Cuando nos hayamos separado, cuando no me quieras, cuando no te importe, te escribiré, linda, un lindo poemita.


Leyendo este microrrelato de Julio David no puedo estar más de acuerdo, aunque la situación me parezca una canallada.

¿Por qué no quiero escribirte mientras somos felices? ¿Por qué no se encadenan las palabras de un modo lindo para hacerte sentir feliz y amada? ¿Por qué eso que te escribo ahora que estamos juntos es tan poca cosa comparado con lo que le escribí a quien ya no estaba? O a lo que podría escribirte cuando dejemos de ser "nosotros"

Y un diálogo parecido me ha pasado por la mente alguna vez, con su obligada pregunta: ¿a quién le escribiste esto?

Hay botones de sobra por aquí.