jueves, 30 de noviembre de 2023

cosas

Subrayé en un libro de Bukowski, quizá en "Escritos de un viejo indecente", que el sexo no vale todo lo que la mujer exige a cambio de él; algo que recuerdo que a cierta feminista no hizo ninguna gracia, pero que pienso que es verdad. Y que recordé ahora que me quedé pensando luego de releer lo que subrayé en "Nudo de alacranes", algo que me habló directamente, porque claro, lo he vivido.


Como ya dije, me pasó. Más de una vez, de hecho. Tener que callar o esconder eso que piensas, eso que has escrito. Escuchar el ridículo reclamo ante lo que escribiste porque se te ocurrió, porque algo que viste o escuchaste te dio la idea de relatarlo. Y entonces llega. 

Y no puedes creer que esta mujer tan inteligente y culta te salga con eso, que no pueda ver que alguien que escribe también inventa. Bueno, que de hecho si no tuvieras la capacidad de invención serías un pésimo escritor. Y es de lo más absurdo que la persona que está a tu lado se vuelva alguien contra ti, alguien a quien de alguna manera temes.

De hecho, la mujer que creo el amor de mi vida no leyó, hasta donde tengo conocimiento, el primer libro que escribí, pese a que tiene su nombre en la dedicatoria y que hay un personaje al final que es ella, capítulo que le di a leer antes de publicarlo, creo que para agraciarla y quizá interesarla más. Lo único que le pude sacar al respecto, fue que no quería leer cosas de las que no querría enterarse. A pesar de que le dije que no hay más de un 25% del libro que es autobiográfico, y que si quería saber sobre cualquier parte del libro, era libre de preguntarlo, no quiso hacerlo.

Qué hacer. Cada uno habla de cómo le ha ido en la feria.





lunes, 20 de noviembre de 2023

escribir

Mis lágrimas se han interpuesto muchas veces cuando quiero decir algo o cuando canto una canción para alguien especial. De pronto ya no puedo hacerlo porque se ha cerrado mi garganta, y lo que queda es el espectáculo ridículo de un adulto lloriqueando como niño. 

Algo patético en realidad. Razón por la que decidí, contra mis impulsos más inmediatos, guardar silencio, cosa que por fortuna también he podido hacer algunas veces en otras situaciones, donde mi boca cerrada evita lo que podría no tener remedio. 

Para un bocón como yo, algo tan valioso como difícil.

Tenía apenas unas semanas visitando al terapeuta cuando creo que me preguntó qué era lo que me dolía. Le dije que no iba a poder decírselo, que me iba a poner a llorar antes de poder hacerlo, que mi garganta se cerraría mientras se me mojaba el ojo izquierdo, para empezar, aunque seguramente ambos.

Dijo que entonces lo escribiera. Para entonces ya cargaba siempre la pequeña libreta y la pluma en los bolsillos del pantalón, así que los saqué, y en unas pocas líneas escribí eso que me dolía tanto. 

Le quise dar el papel para que lo leyera, pero me dijo que yo lo hiciera. Le respondí que no iba a poder, pero él argumentó que lo intentara. Obedecí. Y contra todos mis pronósticos pude hacerlo. No supe cómo, sólo lo hice. Sí, con mis ojos mojados, pero lo pude hacer. 

Al terminar de leer lo voltee a ver, con los ojos mojados; sintiendo la garganta amarga y mucha vergüenza.  Sintiendo que me miraba con compasión, o así lo sentí, así necesitaba sentirlo.

Todavía me maravilla cómo hacer algo tan sencillo me permitió hacer algo que creía imposible.





martes, 14 de noviembre de 2023

Un Pichiruchi


Un mediocre y no mucho más que eso. Pero no creo que sea malo, o no del todo. 

Recuerdo que de niño no sabía qué quería ser de grande, bueno, no aspiraba en esos infantiles deseos a ser "alguien", porque supongo que muy pocos niños lo sabrán. Muchos años después vi que nunca quise ser nada. Pero igual que el personaje de Vargas Llosa, inventaba algo, decía que quería ser ingeniero porque suponía que era alguien importante, alguien que cualquiera querría ser, sin tener idea de lo que un ingeniero era o hacía.

Y... pues eso: un mediocre sin ambición. El mediocre con el que alguien como esa Niña mala nunca podría estar, a pesar de que nadie la quisiera nunca más que él.

Calaveras

Debo decir que nunca he creído que los muertos regresen a comer, me parece un cuento semejante al de Santaclós. Pero de los festivos de muertos me encantan las calaveras literarias, escribirlas y leerlas. Y aquí están mis últimas:


La calaca se paseaba

por las calles de Toluca,

buscaba quien la informara 

de la actualidad insulsa.


Oyó de una periodista

caminando en los Portales

feminista, ecologista, 

con los chismes oficiales.


Se llama Violeta Huerta

es periodista en El Sol,

en política está alerta

fan de López Obrador.


Está enterada de todo

lo que hacen nuestros políticos

cuidando con su Marcaje

que no se pasen de vivos.


Y la muerte le echó el ojo

ni tarda ni perezosa,

"deja en paz a tanto flojo

pronto los echo a la fosa".


Así nos dejó Violeta

la flaca se la llevó,

quién nos contará las netas

que ocurren en la nación.


                     ...


La flaca estaba buscando

algo con que entretenerse

y sin mucho detenerse

con Canción se fue encontrando.


Juego de tronos leyó

con cierta voracidad

este gordo sin piedad

mata tanto como yo.


Entró a facebook a buscar

de esto más información

para su satisfacción

se topó con la Hermandad.


Y luego con Lady Ann

la Sacerdotisa líder

me parece tan sublime

la mina voy a llevar.


Quiero que me hable de Jon

de Stannis y del enano

de su padre el inhumano

de la Dany y su dragón.


Así es que Lady Ann murió

ahora acompaña a la muerte

le cuenta sobre Poniente

con teorías ya la encantó.


La flaca ya es fan del gordo

y espera deseosa Vientos

mientras oye pensamientos

sobre el dios de muchos rostros.





martes, 7 de noviembre de 2023

Memorial de la niña mala

Mis dos lecturas previas a "Washington square" son dos historias de amor, protagonizadas por dos mujeres tan distintas como se pueda imaginar. Resumiendo: la mujer que te da todo sin pedir nada porque te ama y la mujer que quiere todo y no está dispuesta a dar nada a pesar de todo lo que le des.

La primera de "Memorial del convento" de José Saramago, uno de mis dos favoritos; la segunda, la fatal, de "Travesuras de la niña mala" de quien igualmente siempre he disfrutado mucho leer, también premio Nobel: Mario Vargas Llosa.

No diré que he disfrutado los dos por igual porque será mentira, pero ambos me han dado mucho placer, con el deseo por seguir leyendo dejando las series esperando.

Y me he identificado mucho (no sé si exagero) con el protagonista de la historia del peruano, con el mediocre pichiruchi cuya mayor ambición es vivir en París con un trabajo que lo mantenga y le permita sus poco deseables placeres en el cine, el teatro y la ópera.

Pero se le atraviesa esa "niña mala" y no habrá reflexión ni decepción posible que la quite del pedestal de la obsesión que le construyó desde adolescente. Que no lo haga pensar que luego de todo lo hecho se merece un poco de cariño: "...no vacilaba en buscarme, convencida de que no había dolor, humillación, que ella, con su infinito poder sobre mis sentimientos, no fuera capaz de borrar en dos minutos de conversación".

Pero qué puede hacer si la ama. Y el amor da sin esperar a cambio nada.