miércoles, 27 de julio de 2022

mi silencio

Francamente pienso que este es uno de los mejores poemas que escribí, en aquellos días de la ruptura que terminó en apasionada reconciliación, en aquellos días de sentarme a poner en letras lo que ya estaba escrito dentro y sólo necesitaba salir, o así lo siento.
 
Complicadísima situación. Que un bocazas como yo, narcisista revanchista acostumbrado a demostrarle a quien dice amar que él y sólo él tiene razón. Y bueno, sí lo logré. Tampoco era tanto el tiempo de mantener la boca sellada.
 
Y entre el silencio impuesto salió esto:

 

Te ofrezco mi silencio como mi amor más puro
quizá el más transparente que te pudiera dar.
Te ofrezco mi silencio deseando estés radiante
sin que los días te agobien con su mediocridad.

Me quedaré callado, no dudes que te amo
ni dudes que te pienso cada día un poco más;
no dudes de mis versos ni dudes de mis manos,
ni dudes de mis ojos que tanto te dirán.

Espero que me pienses al menos un poquito
y que tengas presentes "esos" besos de amar;
con besos o en silencio te grito que te amo,
sabes que soy sincero, no lo debes dudar.

Te ofrezco mi silencio muriendo por hablarte
te ofrezco mis palabras para la eternidad.

 


 

miércoles, 20 de julio de 2022

pintando


Estoy totalmente convencido de que he aprendido a pintar en Youtube. Sobre todo a pintar acuarelas, aunque también he aprendido algunas cosas sobre óleo. Porque si bien había pintado algunas acuarelas, lo había hecho como dice la sabiduría popular: como dios me dio a entender; como mi lógica me dijo que debería hacerlo. Pero luego de ver algunos videos pude ver muchas cosas que desconocía, y sí, he aprendido bastante.
 
Y para sorpresa mía, también he visto que desconozco muchos aspectos de la pintura al óleo, pero al pensarlo un poco resulta obvio, fui a pintar junto a señoras en su mayoría ociosas que buscaban cómo pasar los días. 

Creo que de quien he aprendido más es de Alpay Efe, un artista británico que pinta unos retratos que me encantan. Y curiosamente en sus videos no habla sobre cómo pinta ni cómo pintar, simplemente vemos un resumen de cómo va pintando mientras él habla sobre algo que le parece importante. 

Y ahí estoy, intentando entender lo más que puedo mientras me maravillo viendo lo que hace, lo fácil que se ve su pintura. Y aprendiendo, sigo aprendiendo.




Fenómeno

Cuando me volví aficionado al beisbol, hace ya demasiados años, comencé a escuchar historias de gestas heróicas y de jugadores increíbles que las habían realizado, y a reverenciar a hombres que en su mayoría llevaban ya muchos años muertos. Y entre todos esos ídolos resaltó uno, quizá el más grande, el más famoso seguro: Babe Ruth, el Bambino.

Y entre todo lo que se contaba de George Herman Ruth, resaltaba un hecho extraordinario, comenzó su deslumbrante carrera lanzando y bateando. Y al parecer no era un lanzador cualquiera, sino extraordinario. De sus proezas con el bat saben incluso quienes jamás han mirado un juego de beisbol, así de grande es su leyenda. 

Pues bien. Hace tres temporadas llegó a Grandes Ligas un japonés con esa extraordinaria característica del Bambino: ser un gran lanzador y un gran bateador. Shohei Ohtani es su nombre, y sus proezas con la bola o el madero nos siguen asombrando. Pienso luego de ver sus hazañas que le han dado erroneamente el adjetivo de fenómeno a tantos otros. Claro que no a Charlie Ward, Deion Sanders o Bo Jackson.

Esta es su tercer temporada y Shohei sigue lanzando y bateando como los mejores. El año pasado sus estadísticas estuvieron entre las de los mejores pitchers y junto a los mejores honroneros. Y por supuesto que fue nombrado el Jugador más valioso de la Liga Americana. Es algo que nunca creí ver, y que no es la flor de un día, el señor Ohtani sigue sacando la pelota de los parques y ponchando rivales como el mejor.

Y a pesar de todo esto, apenas hace unos días lo pude ver jugando un partido. Sí, lo había visto volndo la pelota y ponchando bateadores en resúmenes deportivos, sobre todo hace tres años, cuando volteó todos los ojos de los aficionados hacia él. Pero como no juega en un equipo de gran cartel son pocos sus partidos televisados. El año pasado iba a verlo pero cuando comencé a ver el juego Shohei ya había salido pues le dieron de palos desde la primera entrada, y en algo bastante peculiar, su manager debió manejar como se hacía antes en la Liga Nacional cambiando de pitcher cada que le tocara batear al lanzador de turno.

Pero bueno, por fin lo vi. De casualidad. Llegué al televisor poco minutos antes de comenzar el partido y al saber que él lanzaba me acomodé para verlo. Ponchó a más de 10 en seis entradas y produjo dos carreras con un triple. Ganaban 3-1 en la séptima.

Parece que quedan muchos años para seguir viendo al fenómeno japonés.

 



miércoles, 13 de julio de 2022

¡Sí se puede!

Me parece que fue el mítico cierre de un juego de beisbol de la final del Campeonato mundial de Ligas pequeñas del año 1998, el que vio como ese anhelante grito presagiaba la espectacular voltereta que dejó campeón al equipo mexicano. Esos empecinados padres que no dejaron de corear y de apoyar, porque el beisbol posibilita eso, la remontada de las carreras que sean en el momento que sea, y ya lo dice aquel viejo adagio que los aficionados al rey de los deportes hemos comprobado bastantes veces: las grandes tragedias se escriben con dos outs. Sí, cuando pareciera que el fin y la victoria están a un sólo paso, a un sólo strike muchas veces.

El partido se transmitió por televisión abierta, y mi hermano y yo fuimos testigos de la hazaña de los chicos de Monterrey, con el telón de fondo del que se convertiría meses después en canto de batalla para la selección de futbol de México. 

Pero supongo que la mayoría de la multitud que coreó la anhelante afirmación por vez primera en un partido en el que México perdía, en el Mundial de ese mismo 98, escuchó el grito en otra voltereta espectacular (atribuyendo poderes mágicos al deseoso cántico) en el estadio Nemesio Diez de aquí de Toluca, cuando el 10 de mayo, los Diablos se levantaron de un 4 - 1 global, para quedar campeones después de más de veinte años y coronar una temporada que desquició la ciudad y encumbró a Cardozo como el gran ídolo que es.

De alguna forma en el partido de vuelta, con un 1 - 2  en contra, perdíamos 2 - 0 en el minuto dos, y parecía que la gran temporada se convertiría en otra desilución para esta ciudad que por fin podía ser feliz gracias a su equipo de futbol, precisamente un día de la madre. Y entonces en la grada se comenzó a expandir poco a poco ese grito que había empujado a los niños pocas semanas antes para ser campeones: ¡Sí-se-puede! ¡Sí-se-puede! ¡Sí-se-puede! Y tras la voz de ataque de Taboada, el milagro se construyó con el grito como mantra.

Y tras aparecer también en Francia en aquel mundial, en el que tal vez estuvimos más cerca que nunca de lograr la hazaña, se volvió parte de la grada. 

 

Aunque no sé, a mí el grito en ese contexto futbolero me suena a complejo de inferioridad. Nos sentimos menos, pero hay que intentar creer que aún así es posible ganar un partido y salirnos de aquel jugamos como nunca y perdimos como siempre.

 



Y hace pocos días, escucho a las gradas de Madrid alentar a Nadal con ese, para mí patético: ¡sí se puede! Qué cosas.

lunes, 4 de julio de 2022

entre ladrones te veas

Es cierto que hay de ladrones a ladrones.

Está ese robo inevitable al que pienso yo que se refiere Picasso con su célebre frase. No podemos dejar de subirnos en hombros de gigantes, ni de emular o copiar con cierto descaro aquello que nos parece fascinante, y que, al menos hasta este momento, somos incapaces de emular en cuanto a calidad y vanguardia.

O copiarlo sin querer, sin darnos cuenta, fruto de la admiración por esa obra ajena, por el contacto constante.

La contraparte es el plagio descarado. El cínico robo de lo que alguien más talentoso, y por lo que puede verse, con más moral, ha podido hacer. 

La forma más burda de autoengaño, la más vergonzosa seguro. Aunque estos tiempos me hacen pensar en una nueva significación de la vergüenza. Parece que esas cosas que a mí me lo parecen en grado tan obvio, a tantos otros no. Me inclino a pensar que es por el mal de muchos, que consuela a tantos tontos "emperadores" en calzones que creen vestir sus mejores galas, mientras algunos no podemos evitar la carcajada ante la grotesca imagen.

¿Robar un beso? Sí claro, pero sólo teniendo muchas más certezas que dudas sobre sobre el resultado de hacerlo.