miércoles, 24 de marzo de 2021

un festín

 

Escribí hace dos años sobre la experiencia de adentrarme a los mundos de Rowling y Tolkiem, bastantes años después al de Martin, aunque en ese momento sólo había leído Juego de tronos. Me acerqué a los libros luego de haber disfrutado de las películas y la serie. Fueron estas las que me hicieron desear conocer las verdaderas historias que crearon sus autores. Aunque lo que me hizo retomar la historia de Canción de hielo y fuego fue la gran decepción que me causó la última temporada de la serie.

Así fue que entre fines de 2019 y principios de 2020 leí los cuatro libros que me faltaban, esperando que el final de mi lectura coincidiera con la publicación de Vientos de invierno. Lo que no pasó. Pero por mi cumpleaños adquirí Mundo de hielo y fuego y Fuego y sangre, así que tengo bastante para seguir leyendo.

Y así, un día de finales del año pasado, andando de ocioso por Youtube, me encontré con un video sobre la Rebelión de Robert Baratheon, que obviamente no me resistí a ver, y así fue como conocí a Maglor y sus extraordinarios videos sobre Canción de hielo y fuego. Y entonces otro día, el bendito algoritmo de Youtube me mandó un video en el que Maglor y otro chico, Javi Marcos, hacían elucubraciones sobre lo que podría pasar en el tan esperado libro.

En total hablan unas cuatro horas sobre dónde están los personajes, charlan sobre posibilidades, teorías y más cosas, que para quien ya fue seducido por el extraordinario universo de Martin se queda con ganas de más. Fue entonces que me di cuenta de cuánto había pasado por alto, de cuánto no recordaba y de cuánto eran recuerdos confusos en mi cabeza. Cuanta información dejó George que pasa desapercibida para un lector ignorante. Y decidí que releería los libros comenzando el nuevo año.

Así lo hice. Ahora he comenzado con la lectura de los libros 4 y 5 (Festín de cuervos y Danza de dragones) en simultáneo, como también me enteré que puede hacerse, partiendo de una guía de lectura que alguien se tomó la molestia de hacer. 

Ya volveré a Saramago, Dostoyevski, Marías y tanto más que queda por leer. Mientras pido al dios de muchos rostros que deje a George terminar su obra.

 

sábado, 20 de marzo de 2021

un recuerdo

 Es otro montoncito de días grises
en este transitar desmejorado
el porvenir parece mutilado
se ven tan lejos los soles felices.

Se empiezan a borrar las cicatrices
quizá mi corazón esté aliviado
aunque posiblemente anestesiado
al verse en medio de tantos matices.

Pues viendo cara a cara lo indeseable,
viviendo aquellos dramas de la tele
mas todos sin las pausas comerciales.

Es tan horrible ver cómo te duele
sufriendo esas arcadas que cual sable
te van quemando los signos vitales.

 

Facebook me dice que hace un año colgué estos versos, no públicamente, tengo un grupo de gente al que le comparto cosas más personales, como esto o fotos con Gil, o alguna cosa más, que escondo de ojos ocasionales.

La verdad es que comenzar a leer el soneto fue raro, creí reconocer esos primeros versos pero a la vez me sonaron tan ajenos. No es algo que mi ego haya querido releer o que haya vuelto a postear para compartirlo. Es algo que se quedó ahí, el retrato de días aciagos que no se diferenciaban uno de otro, de dolor e impotencia, de perdirle a la vida que mi madre ya no despertara para otro día más de dolor.

Tardó en recuperarse pero lo hizo, tan necia y tan fuerte. Y luego tuvo un año bonito. Y escribir esto me pesa en medio de tanto dolor para tantos. Convivió con sus hermanos como no lo habrá hecho quizá nunca, vio el lado más lindo de mi padre, con todo su amor expresado en tantos detalles, más esa invaluable suerte de no tener que llorar hijos o hermanos.

No sé cuánto tiempo más le quedará junto a nosotros, porque el cáncer no cede, pero ha tenido unos meses muy lindos. A pesar del mundo.




miércoles, 17 de marzo de 2021

del placer de la contemplación

 

Soy como esa señora. Creo que las cosas importantes hay que vivirlas, verlas, sentirlas, olerlas, tocarlas. Preocuparse por grabarlas no me resulta importante. De hecho no entiendo el porqué de esta actitud tan de este milenio. Será que sienten que es un desperdicio tener una fantástica cámara consigo y no usarla. Quizá. Aunque me inclino más por un asunto de presunción. ¡Yo estuve ahí! Aunque en realidad no lo hayas visto.

Y de hecho es demasiado molesto querer apreciar el concierto o lo que sea, y tener que ver lo que quieres ver a través de la marea de manos sosteniendo teléfonos. Y es ridículo comprobar la pequeñísima imagen que sus pantallas registran con su paupérrima calidad pero, eso no hace mella en su ánimo documental.

Me gusta ver. Siempre me ha gustado. Bastantes mujeres atractivas lo han atestiguado quizá con cierta molestia. Pero puedo pasar varios segundos contemplando un cielo que me maravilla de la misma forma que a una mujer que ha hecho lo mismo. Soy un voyeurista. Vamos, por qué otra razón me gustaría tanto el cine. Y lo último que me pasaría por la cabeza sería querer grabar lo que estoy disfrutando al contemplarlo.

Pero, casi siempre aparece un pero, y como dijera el Ned Stark de Juego de tronos: todo lo dicho antes del pero es mierda de caballo. He tenido que hacer de documentalista improvisado muchas más veces de las que habría querido. 

Porque he querido tener y guardar ese documento audiovisual para que Gil pueda verse cuando era pequeño, cuando hizo cosas, un video que no deje que sus recuerdos se desmoronen. Porque he querido compartir con mis padres y hermanos eso que hizo Gil y que no pudieron ver, poder ver cómo ganó el concurso de poesía, cómo bailó disfrazado o qué tanto había progresado en la alberca.

La cosa es que cuando estoy ahí, con cámara en mano, muchas veces he deseado no tener que estar guardando esos momentos sino poder llenarme los ojos con ellos.

Pero bueno, me encanta esa imagen, con esa cara de satisfacción de la señora al poder ver eso que está viendo, y siendo tan feliz sólo por ello.

martes, 16 de marzo de 2021

mis oraciones

No sé si con el mismo énfasis que un entusiasta creyente, pero estas son las oraciones que entonaba para ti. Esperando que las letras fueran ciertas, esperando ser ese que tiene suerte, al que se le da una oportunidad, al que se llega a valorar luego del peso del tiempo. Qué otra cosa se podría esperar de un cursi masoquista. 

Son sólo las más importantes, hubo bastantes más, pero menos precisas.





y la más importante:



lunes, 8 de marzo de 2021

Sabes...

 

Sabes que veo porno. Te lo platiqué, no sé si sería más justo decir que te lo confesé, pero siento que eso sería implicar que es algo malo, lo que no creo en absoluto, ni mucho menos, sino la cosa más normal que puede hacer cualquier hombre. Entonces, creo que también sería inadecuado hablar de una confesión, te lo dije, como podría haber dicho que me gusta la lucha libre o el futbol americano. Y aunque por supuesto veo recreaciones del acto sexual más mecánicas que pasionales, lo que más disfruto ver es mujeres que se van despojando de sus prendas en las poses más sugestivas que se les ocurren, a ellas o al bendito y afortunado fotógrafo, que no entiendo cómo puede hacer su trabajo sin tener inconvenientes por la excitación de estar expuesto ante mujeres tan atractivas, y con esa lencería, que aquí sigue arrumbada no sé dónde. Me imagino babeando sin parpadear de ser ese afortunado hombre. Pero me refiero a que no busco filias retorcidas ni actos sonrojantes –qué quieres, mis prejuicios me pesan bastante todavía–. Mira, hasta en mis perversiones soy aburrido.

 

Y resulta que al contrario de la tendencia que sataniza la grasa abdominal, yo disfruto mucho de mujeres con abundancia y exceso de kilos en ciertas zonas de su cuerpo. Qué te digo, sabes que me atraen. Diría que como tú, pero no quiero que tomes como un insulto lo que trata de ser un halago. Es complicado ser la pareja de una mujer con un abundante cuerpo bien formado, con redondeces excitantes y curvas precisas que se avergüenza de él, a la que incluso le molesta que pose mis manos en su panza y acaricie lo que ella llama mis horribles lonjas. Me llega a entristecer mirar a esas chicas que se muestran sin pudor en poses sensuales y coquetas, con lencería bonita, a las que parece que no hace ningún tipo de ruido la forma de sus cuerpos. Y ser consciente que mi bella pareja no me permite siquiera mirarla y admirarla, llenarme los ojos con su cuerpo, que me pide apagar la luz y desviar la mirada, y dejar la lencería donde sea que esté. Lo que daría por poder contemplarte como  hago con esas públicas desconocidas.

 


 

martes, 2 de marzo de 2021

Lugares comunes

El plan era escapar un rato del frío invernal que de pronto se dejó sentir con sus tétricas caricias de helado viento. No mi plan. Yo disfruto esas caricias en el rostro. Mi plan era pasar tiempo con mi prima y mi tía, dos de mis personas favoritas, aquellas con quienes preferiré pasar mis días sobre muchas otras.

 

Mi comisión era llevar las películas. Y no miento cuando alardeo sobre que mi colección particular es mucho mejor que el catálogo de netflix. Así que elegí cinco opciones que satisficieran a los seis espectadores que seríamos. Sé que no todos disfrutan ciertos filmes que a mí me congratulan, así que elegí cosas más, digamos, bonitas. 

 

Una de mis elecciones, y la de mi tía para el primer día fue “Lugares comunes”, argentina, de Adolfo Aristarain. Cinta bastante cursi que por la misma razón disfruto ver. Y curiosamente otra de las películas que llevé fue “El hijo de la novia” de Campanella. 

 

La cosa es que la película me escupió algo que para mí ya era bastante evidente, pero que viéndolo así, en esa forma tan perfecta que tiene el buen cine de hablarnos, me sacudió de cierta manera. 

 

Quiero llegar a viejo de la mano de un amor entrañable. Con alguien que también se siente feliz de hacerlo conmigo. Junto a una mujer que no crea que debe tener secretos para conmigo, que me conoce en todos los gestos y que sabe que le oculto algo porque algo en mi expresión le dice toda la verdad que mis palabras pobremente intenten ocultar.

 

Una vida que desprecia lo mundano y se aferra a lo fundamental de una buena compañía, de familia amigos y gente a la que se quiere a pesar de conocerla. Pero no una vida sin necesidad de adquirir cosas, porque los libros y el cine, son realmente necesarios. Y claro, tener alguien que también los disfrute.