sábado, 29 de mayo de 2021

fauna de internet

 Hampartistas de papel
con los egos desbordados
de genialidad dudosa
y de talento extraviado.
Repiten por repetir
lo que ya está pisoteado
no se parecen cansar 
del jueguito desgastado.

Artistitas de internet
con necesidad de fama
y si no te lo parecen
allí mismo te hacen drama.
Tienen tanto que decir 
pero jamás dicen nada
repiten la misma mierda
que idolatra la manada.

lunes, 24 de mayo de 2021

sobre hombros de gigantes

Leí hace tiempo en algún artículo, que quienes creamos, vamos andando sobre hombros de gigantes. Las cosas que salen de nuestro interior de la forma que sea, vienen influidas por todo lo que hemos visto, leído o escuchado; por las innovaciones hechas por quien en cierto momento fue un visionario, por las cosas que nos gustan y con las que convivimos, por nuestro contexto.

En ciencia es muy claro, se avanza sólo a través de lo que los demás han hecho.

En su momento no supe por qué los expertos decían que "El ciudadano Kane" era la mejor película de la historia, a mí sólo me parecía una buena película; pero resulta que fue Orson Wells el primero que movió la cámara dándole nuevas maneras para expresarse, como nosotros ya estamos tan acostumbrados ahora. 

Podríamos preguntarnos cuántas ideas habrán tenido tantos otros cineastas u otro tipo de artistas luego de ver "El acorazado Potemkim" y el novedoso montaje de Eisenstein, o tantos años después, el de Aronofski en su alucinante "Requiem por un sueño", bisnieta célebre de aquel acorazado. ¿O a cuántos ha inspirado el genio George Meliès?

¿Cuántas mentes expandió Poe, Capote, Borges o Joyce? ¿Cuántos poetas habrá trepados sobre los magnánimos hombros de Morgana de Palacios?

 


 

viernes, 21 de mayo de 2021

Lo que construí

Leía hace pocos días a una colega bloguera y me identifiqué muchísimo con sus líneas. Escribió sobre la necedad de seguir recordando a alguien que ya no está, que por la razón que sea se fue y sigue con su vida, seguramente sin pensar un momento en nosotros. 

Gente como nosotros sigue evocando cosas, recordando momentos y anhelando lo que ya no es, a pesar del tiempo y de lo inconveniente que resulta.

Me recordó "Lo que construimos" de Natalia Lafourcade, porque desde la primera vez que la escuché, no hace demasiado tiempo, me sentí tan representado por dos versos: "yo no aprendí a soltar amores, yo no aprendí a dejarte ir". Pues es que no, que no lo aprendí, y pareciera que a mi edad es un truco complicado de copiar.

Y pienso en el nombre de la canción y aquella maliciosa y oportuna voz me susurra: ¿¿¿lo que construimos??? Lo que construiste. Tú mi amigo, fuiste tú quien lo construyó, con aquellos cimientos de mondadientes que mencioné en un cursi poema; con paredes de naipes puestos con bastante emoción y poco cuidado.

Manías de cada quien.

 



lunes, 17 de mayo de 2021

una pasión

Mencioné al final del posteo anterior sobre lo apasionado que creo ser en asuntos románticos y el cambio que pude ver en mí luego de esa fantástica experiencia del año pasado, o ese sería el subtexto, jajaja. Miro atrás y me sigue sorprendiendo verme así, con los miedos y la vergüenza dejados de lado, sin nada más importante que demostrar lo que sentía. 
 
Ahí está más de un puñado de poemas como testigos del desbordamiento de mi alma, con una cursilería sin vergüenza y una esperanza resplandeciente, que sólo veía luz. Ahí están los recuerdos, todavía frescos, aunque seguro algunos tergiversados por ese luminoso contexto.
 
Pero bueno, parafraseando a Jaime Lannister: Qué cosas hice por amor:

 

Aprovechando mis habilidades manuales
y que ya tenía unos 25 poemas, hice esto.

 

martes, 11 de mayo de 2021

¿pasiones?

Pienso que soy bastante apasionado. Aunque en realidad no sé si esto que soy está bien adjetivado. Pudiera ser sólo un recoveco de mis obsesiones lo que nombro pasión. 

Uno puede cambiar de todo menos de pasión, dice contundente Pablo Sandoval en "El secreto de sus ojos". Pienso en ello y no podría decir cuál es mi pasión, como de Sandoval es la bebida o de Espósito el amor por la doctora Irene.

En cierto momento de la pubertad me di cuenta de que era idéntico a mi padre, cosa que me molestó demasiado. Uno ha visto demasiado a su viejo como para sentir algo distinto. No me sentía semejante a él fisicamente, como todos decían, sino en la forma de ser. Pero podría decir que mi padre es la persona menos apasionada que conozco, si es que aquello que noto en mí puede atiquetarse así.

A mi padre no le importa que se esté jugando el juego siete de la Serie mundial con el partido empatado y haya que jugar entradas extras, si da la hora en que acostumbra dormir, lo hará. Yo en cambio podría ver tres horas más de partido si es que nadie ha ganado aún, a pesar de que ya sean más de las 2 a.m. y deba levantarme temprano al otro día.

Lo mismo ocurre si es cumpleaños de alguien o si estoy con alguien especial. La hora es lo que menos me preocupa como no destruir el momento irrepetible del que soy parte. De hecho no entiendo cómo los demás puedan decir sin más que ya es tarde y que deben irse, cuando ni siquiera son las nueve.

Y claro, también adolesco de pasión romántica, sólo que en este momento de mi vida la vergüenza por hacer o decir cosas a quien me hace sentir así, o mostrar lo que realmente siento se esfumó o está escondida de donde espero no salga jamás.

Pero bueno, sea pasión u obsesión, o cualquier otra etiqueta lo que soy, es lo de menos.

 



lunes, 10 de mayo de 2021

un PEQUEÑO pensamiento

Siempre que escuchaba sobre la vanidad o el ego pensaba que eran cosas malas, aspectos bstante negativos de la personalidad. Pero ego y vanidad son tan naturales como tomar agua o cagar. 

Ahora veo que ese tratar de esconder o silenciar mi vanidad, de una forma absurda y burda además, es parte de ese narcisimo inmenso que me tiñe mucho más de lo que podría aceptar en condiciones normales. O sea, antes de la psicoterapia.

Creo que podría incluso decir ahora, que abrazo mi vanidad y mi ego, y que puedo convivir con ellos con una sonrisa. Aunque quizá exagero.

 

viernes, 7 de mayo de 2021

desviaciones de la canción


 

Escuchaba un día a Fernando Delgadillo –nada raro en mis días–, y, tras haber oído "Cosas y palabras" (qué voy a hacer cuando la lluvia me haga voces, cuando deje de cansarme la rutina de trazarte aquí en mi pecho...), primer canción del disco en cuestión, quise escuchar el disco completo.

Supongo que mientras lo escuchaba, aunque no podría asegurarlo, se me ocurrió que las canciones que componen este informal material podrían ser una "breve descripción de mi persona".

Porque quienes me conocen intímamente saben que puedo ser el extremadamente cursi del "Ensayo de una boca", el protestante de "No se olvida", el arrabalero de "El swing de la vinatería" o el ansioso lujurioso en "Llamadas anónimas".

De hecho, los versos bajo mi fotografía en el blog son de este disco también. Y claro que me gusta el ron.

Cosas que se le ocurren a uno.

lunes, 3 de mayo de 2021

en el Cine

El cine siempre salva.
Catalina Aguilar Mastretta
 

Hace un tiempo que se me ha ocurrido que una de las razones por las que me gusta tanto el cine es porque cuando veo una película me evado del mundo.

Pero además, creo, está el hecho de ponerme en la piel de celuloide de los personajes, esos personajes que por más patéticos que se hayan mostrado en un principio, tienen la capacidad de llevar a cabo eso que necesitaban y cambiar lo que había que cambiar, o intentarlo al menos. Que es más de lo que casi cualquiera de nosotros ni siquiera se atreve. Y alguien que se ha dejado atrapar por la magia del cine se compenetra completamente con ese héroe del que llegamos a sentir incluso parte de su éxito; como de sus tristezas, fracasos o alegrías.

Pero el asunto de la evasión es maravilloso. Olvidar todas tus preocupaciones, las reales y las inventadas, para ser parte de una historia que funciona como maquinaria bien aceitada. Por la maravillosa elipsis, diálogos perfectos y personajes lindos de mirar.

Y parafraseando aquello, de que el medio es el "masaje", disfruto mucho ver una película que ya he visto –a veces más de una vez–, para regodearme sabiendo qué pasa, y sí, volviendo a emocionarme ante eso que me ha gustado tanto. Como cualquier otro espectador, en realidad.