Es tan cierto eso de que la inspiración debe encontrarte trabajando. Aunque a veces aparece de pronto. Y entonces debes dejar eso que estás haciendo para sacar el cuadernito de tu bolsillo y escribir lo más legíblemente posible eso que sin imaginarte cómo, se apareció entre tus pensamientos; como por arte de magia, podrías asegurar.
Me resulta difícil escribir rápido y legible a la vez, pero es que siento que debo apresurarme a escribir porque así como llegó de súbito la idea, de la misma forma se puede fugar, sin dejar un pequeño rastro para seguirle la pista luego. Y eso es en exceso frustrante. Cómo puede ser posible.
He tenido algunos pensamientos fantásticos sobre las ideas, sobre su aparición y sobre su fuga. Pienso a veces que son en extremo caprichosas, con mucho más celo que la mujer más celosa ( y yo sé de eso), víctimas de un orgullo implacable que las desvanece si no se les hace el caso debido, si no se toma un lápiz o se comienza a teclear al instante.
Y es tan común pensar, una vez que el pensamiento se fue, que después regresará, sí, así como el iluso enamorado que de la misma forma se aferra a esa esperanzada idea. Porque ¿cómo puede ser que una idea que estuvo en mi cabeza no vuelva jamás?
Es un asunto peculiar, y a veces, bastante frustrante.