martes, 31 de agosto de 2021

Silver linings playbook

 

Me encanta el título: Silver linings playbook. ¿El libro de jugadas del resquicio de esperanza? Algo así. Es lo que me da el traductor para silver linings. Lo de un playbook lo conozco bien. Veo futbol americano desde pequeño. 

Un libro de jugadas contiene un plan. Es un detallado paso a paso de lo que se hará en cada una de las jugadas que se han diseñado por un entrenador. Es eso, un plan. Y bueno, la vida es impredecible como cada una de esas deseadas jugadas, por más detalladas o más perfectas que parezcan en el papel. A la hora cero podrían resultar como dice el libro o ser un desastre, por cualquier razón. Por fallas en su ejecución o por un apropiado desempeño del rival: el receptor soltó el pase o el defensivo no se tragó el engaño. Bien dicen que si quieres hacer reír a dios le cuentes tus planes. Te agradecerá las risas.

Me identifico con Pat de tantas formas. Creo que cada vez que la vuelvo a ver veo algo más.

Quieres encontrar esa loca que te haga feliz. Quieres encontrarte con esa loca que te quiere por alguna extraña razón y con quien te das cuenta que prefieres pasar todas tus horas. Dos locos que pueden ser felices. ¿Quién no se emocionaría con eso?

Supongo que otra de las razones por las que me gusta tanto es por ese contexto deportivo que tiene. Esa pasión por un equipo, ese gusto por los deportes. Esas referencias verdaderas de los resultados de las Águilas como de los Phillies en la serie mundial del 2008.

¿Mirarte al espejo y ser consciente que estás mirando a tu padre?

sábado, 28 de agosto de 2021

mi mano izquierda

He comenzado a dibujar con mi mano izquierda. Antier. Espero hacerlo todos los días un poco, unos minutos. No sé, espero ejercitar mi cerebro. No sé demasiado al respecto.

Alguna vez, hace casi veinte años, hice varios dibujos de mi mano derecha con mi mano izquierda. La verdad es que no son malos dibujos, mejores que los de un buen porcentaje de gente con su mano diestra. Digo diestra como sinónimo de destreza no como de derecha. Pero como en tantas otras cosas, la desidia y el hedonismo me hicieron olvidar aquello. La ejercitación deliberada de mi otra mano.

Aunque, debo decir, hago bastantes cosas con mi mano izquierda. Lo comprobé un día no muy lejano en que amanecí con un dolor inexplicable en la mano izquierda y, al preparar mi desayuno, me sentía raro teniendo que usar la mano derecha. Cosas sencillas, vamos. 

Bueno, no sé si decir bastantes sea una vil exageración. ¿Qué certeza tengo para saber si esas cosas que hago con la mano menos hábil son muchas? Ninguna en realidad. La cosa más sobresaliente es botar el balón de basquetbol. Mi mano izquierda tiene muchísima más habilidad que la derecha. Así que cuando quiero controlar el balón a mi antojo debo hacerlo con esa despreciada mano. Lo ridículo del asunto es que si quería lanzar el balón bajo el aro con esa mano, todo quedaba en un patético intento; era totalmente incapaz de hacerlo. Claro que tampoco me esforcé demasiado en hacerlo, frustrado ante los paupérrimos resultados (por fin encuentro la forma de escribir paupérrimo, que siempre me suena a algo que tiene que ver con canes).

Y bueno, el mayor reto que tuvo mi mano menos hábil fue hace dos años. Cuando debido a que dos de mis dedos, el anular y el medio, quedaron inservibles cuando se desprendieron los tornillos de la silla en que por mala fortuna decidí sentarme. Tuve que limpiarme el culo con la mano izquierda por más de dos meses, con creo, no tan desastrozos resultados.

Parece que no he hecho de mi mano izquierda una inútil pero habrá que ver qué pasa luego de ponerla a trabajar un poco más de lo que está acostumbrada.




martes, 24 de agosto de 2021

felicidad

 

Es uno de mis recuerdos más viejos, quizá uno de los mejor conservados, de los que menos partes borrosas tiene. Un recuerdo de cuando tenía tres o cuatro años, cuando viviamos en aquella pequeña casa que hoy no podría reconocer, en esa pequeña colonia que hoy es tan diferente; con mis primos a sólo unos pasos, historias de brujas y el bote de la chis.

Pienso en la felicidad tan grande que me proporcionaba ese simple globo de franjas de colores que hacía rebotar en mi mano una y otra vez, y que llevaba a casa, conservando hasta que se desinflaba totalmente y seguro mi madre tiraba a la basura. Pienso en lo momentáneamente feliz que me ha hecho este recuerdo al ver la imagen. Siempre es bello desempolvar un buen recuerdo.

También pienso en ese niño, en ese niño tímido. Pienso en si era un miedoso o si me convertí en uno con el paso de los días. 

viernes, 20 de agosto de 2021

marionetas

 
Marionetas del sistema
alineadas sin prejuicios,
pequeñines indefensos
esclavos del hedonismo.
Borreguitos amaestrados
presa de los algoritmos,
al diablo la evolución
sigue siendo pan y circo.
Espectáculo funesto
pan y circo de bolsillo.
 
 

 

martes, 17 de agosto de 2021

Apuntes sobre escribir V


Seguramente quien me ha leído pensará que sigo escribiendo sobre lo mismo. Pero es sobre lo que me quema escribir, eso es lo que me sale de dentro así sea mi lugar común, con mi mediocridad incluida. Porque si fuera más hábil podría escribir lo mismo de formas distintas. No digo nada nuevo, pero es lo que hay. Aunque yo no lo siento así. Si creyera que no estoy diciendo nada nuevo no intentaría escribirlo. Esa es mi fantasía, quizá. Pensar que estoy hablando de algo distinto sobre un mismo tema, que lo estoy abordando a 190 grados de distancia, que estoy discutiendo algo que se quedó sin dialogar, sin meditarse, sin contemplarse para verlo como es, y no como me gustaría que fuera o como me digo que es, a pesar de ser tan consciente de que no es así. Como ya dije, es lo que hay. Por fortuna sé que no tengo “pity readers”. Me gusta el término en inglés, cuatro sílabas, me suena contundente frente a las siete que son en español: lectores por compasión. Me lee poca gente pero estoy convencido de que lo hacen por gusto. Digo, entre esos pocos aficionados a mis disparates casi no hay personas relacionadas conmigo por sangre, cosa que me entristece y satisface en proporción dispar. Qué lindo que gente que no sabía de mí o que no me conoce ni, seguramente, me conocerá en persona jamás, guste de venir a leerme. El asunto de la tristeza me parece obvio para describirlo, pero supongo que si no cargara ciertos lastres personales no me importaría si mi gente lee lo que escribo. Es lo que hay. Pero no quiero que eso continúe por mucho tiempo. Puedo cambiar algunas cartas. Estoy aquí, intentando escribir a pesar de no sentir ningún entusiasmo previo, obligándome a sentarme y teclear, venciendo al menos hasta ahora la pereza que pareciera vive conmigo. Si las musas aparecen deben encontrarte trabajando, y sé perfectamente que a veces ocurre la magia y mis dedos no paran y en mi cabeza hay incluso un cierto orden. Y en que podría decir incluso que estoy en esa “zona” descrita de forma tan magistral por Pete Docter, alguien a quien admiro demasiado. Estoy aquí, intentando ignorar el celular con su pesado algoritmo que no puede concebir que alguien pase un relativo tiempo sin ir a perderse en sus tentáculos. Y me agrada este sustantivo para hacer un simil con la forma como nos tienen adheridos a ellas las redes. He visto muchas veces que si consigo vencer mi reticencia y mi falta de ganas y me dispongo a escribir, puedo escribir. Aunque a veces es tan complicado hacerlo. Puede parecer una estupidez pero es real. Que si empiezo a teclear algo aparece, que sí puedo ser capaz de vencerme una que otra vez. Y qué gran victoria creo conseguir aunque sea una insignificancia cuando me doy cuenta que por una pequeña victoria tuve siete u ocho errores, tantos de ellos tan evitables. Sé que a veces esas musas si llegan y besan mi frente, y que puedo hacer algo desde mi mediocridad. Pareciera demasiado si me comparo con los demás, con ese colectivo sin rostro atrapado en lo que se volvió la cotidianidad. Pero dejé de ver a los otros. De qué me sirve saber lo que hacen o no hacen ellos, qué gano. De qué me sirve el consuelo de los tontos, sino para ser un tonto, más tonto que los demás al ser consciente.

 


 

jueves, 12 de agosto de 2021

sobre un poema

Dice facebook que el año pasado publiqué este poema en mi muro:

Nuestras almas son afines
aunque pienses que exagero,
ya ves, nuestras cicatrices
han encontrado consuelo
en las caricias del otro
en su abrazo y en su pecho;
la soledad compartida
mutó en un amor muy bello.

Las cosas que hemos vivido
en estos días inciertos
me despejaron la mente
me hicieron verte de nuevo,
los sentimientos gozados
las sorpresas que tenemos
las acciones realizadas
que han dicho más que lo cierto.

Y aunque yo fuera tan cursi
hay cosas que no había hecho,
escrito tantos poemas
abriéndome todo el pecho
para enseñarte mi alma
con la mierda que aún llevo,
sin ningún miedo al mostrarme:
contigo a gusto me siento.

Tú sabes qué hemos vivido
tú sabes qué es lo que tengo
has visto que mi persona 
te ha revuelto lo de adentro
te he sacado lindas cosas
que muertas sentías de menos,
aunque más bien tú pensabas
que ni existían en tu cuerpo.

 

Es uno de los poemas que más me gustan, por muchas cosas. Y aunque lo había escrito pocas semanas antes, fue hasta el doceavo día de agosto que lo subí, en ese frenesí romántico, en un ataque de vanidad quizá.

Es uno de esos poemas que salió de un tirón. Como si ya todos los versos estuvieran formados esperando posarse en el papel, con las palabras rimadas bien dispuestas y los metros cuidados. Y de hecho recuerdo bien como apareció.

Le había enviado un pequeño audio donde comenzaba explicándole mi certeza de que nuestras almas eran afines, y creo que dentro de la cursilería del momento no me fui tan lejos, y no hablé de almas gemelas; sólo de la afinidad expresada cuando estábamos juntos. Su respuesta fue que era yo un exagerado, pero tenía demasiados argumentos para sostener mi temeraria afirmación, que dio pie a la cursi charla llena de miel de dos enamorados.

Pero ya tenía esos dos primeros versos para armar un romance en octosílabos: nuestras almas son afines/ aunque pienses que exagero. Así que tomé mi libreta y comencé a escribir. Y como ya dije, los versos salieron muy fácil, sólo había que escribirlos. Un rato después revisarlos, checar métrica, y ya estaba. Y se lo compartí.




martes, 10 de agosto de 2021

Reflexiones de un bloguero VI

 

Pensé: la gente ya no escribe. Y en este momento llega otra idea a mi cabeza, una que se supone sería una especie de sentencia lapidaria: escribir blogs está pasado de moda; que de cierta forma significaría lo mismo. Aunque creo que a los que nos da por ponernos a teclear poco nos importa la moda, o si nos acomoda. Pero bien, ¿la gente ya no escribe? No. Sería más preciso decir: la gente a la que me gusta leer ya casi no escribe. Salvo, algunas excepciones que sigo disfrutando como en los primeros días. Pero en general la mayoría de los blogs a los que me afilié tienen bastante tiempo con las prensas paradas. Será que en este tiempo algo apocalíptico escribir es un lujo que pocos nos damos. Aunque pienso más bien que no es una prioridad y que queda relegado por actividades bastante satisfactorias y mucho menos complicadas, como perderse en netflix o en cualquier red social; estamos todos tan indefensos ante el poder de un meme y la omnipresencia de los algoritmos, esclavos absolutos del hedonismo. Pero en realidad no sé. Quizá todos están verdaderamente ocupados con cosas importantes. Te acostumbraste a leer a tus amigos. Te acostumbraste a leer a quienes se volvieron tus amigos luego de intercambiar tantas intimidades casi exentos de pudor.

Es mi gente la que no escribe, la que dejó de escribir. Y como a menudo nos pasa sentir que estamos en el ombligo del mundo, resulta lógico pensar que la gente ya no escribe. Es obvio que los extraño. En esos felices tiempos del Google+ no había necesidad de seguir sus blogs ya que veía de inmediato sus posteos. Ahora los he anotado en mi lista de lectura para que si vuelven a decir algo Blogger me lo diga. Si abren las puertas de sus moradas virtuales podré ver la luz encendida, de Palabras como pájaros, Open your mind, La mano que escribe sin tiempo, Pienso, luego escribo; entre otros. Aunque algunos de ellos me engancharon después de cerrada la malograda red, pero el cariño y la adicción es el mismo.

Mientras, seguiré escribiendo. Aunque escribo para mí sigue habiendo lectores. Pocos, los más fieles, a quienes satisfacen mis letras tanto como para seguir aquí, y a quienes agradezco con el corazón. Parece que siempre habrá algo que contar. O eso espero.




jueves, 5 de agosto de 2021

Haciendo alquimia

Si hay algo que disfruto hacer es hacer manualidades. Es algo que me agrada demasiado. Podría decir incluso, que me pone feliz, en un estado de felicidad muy básico pero demasiado satisfactorio. Y me hace bastante gracia sentir esa necesidad de hacer otra libreta, a pesar de haber hecho ya la que necesitaba; una necesidad se continuar con ese proceso tan placentero. Es una pequeña felicidad algo inexplicable. 

Así que en los últimos meses he hecho varios sketchbooks y libretas, y una especie de encuadernado, por llamarlo de alguna manera, de lo que se suponía iba a ser un libro de artista, pero que no he realizado todavía. Y claro, hice aquel otro libro de artista para aquella mujer tan especial.

Pero bueno, un buen día recordé que tenía unos pigmentos arrumbados de un curso sobre materiales que tomé hace más de veinte años, y que nunca usé. Pensé que en Youtube podría encontrar algún buen video para utilizarlos, y así fue. Y qué mejor forma de usarlos que haciendo unas acuarelas, mi técnica favorita de los últimos años. 

Así que luego de desempolvar los frascos de los pigmentos y comprobar que estaban en buenas condiciones, me dispuse a buscar los otros materiales. Aunque me costó más trabajo del que esperaba conseguir la Goma arábiga, que además sólo encontré en polvo en una droguería, no en una tienda de arte; y ya me había rehusado a pedirle a amazon un frasquito que decía tenía que traer desde Alemania pidiéndome las perlas de la virgen para hacerlo. 

Entonces le comenté en el video al creador (del video) si me podía decir cómo hacer para usar la goma en ese estado. Luego de algunos días me respondió y transformé mi goma en líquido. Y así, luego de algunos minutos de placer creador tenía ya mis acuarelas artesanales. Rellené también un recipiente donde había caramelos para la garganta para hacer también un pequeño set de viaje, que creo quedará lindo también.

Después de que secaron bien parece que funcionan adecuadamente, lo que también me pone bastante feliz.

 






martes, 3 de agosto de 2021

la casa de Damián

 "No somos adultos, Lucía. Es un mérito pero se paga caro".

 


Creo que el leitmotiv de este primer gran éxito del Cuarteto de Nos me define. 

Es algo que se me ocurrió hace pocos días mientras escuchaba la peculiar canción. 

Voy por la vida distrayéndome con todo y nunca llego a ningún lugar. 

Aunque, ha habido algunas paradas interesantes.