jueves, 19 de diciembre de 2013

Un gran mago

"Contra la base por bolas no hay defensa"




Tengo aún algunos flashazos de la Serie Mundial de 1987, tenía 7 años, Mellizos le ganó en 7 a Cardenales. Me senté a mirar lo que observaba tan atento mi padre. A quién le vas, me preguntó: a mellizos respondí. No recuerdo mucho más.

Al año siguiente ya había escogido equipo. Los Atléticos de Oakland. Los Atléticos de Canseco, Mc Gwire, Henderson, el cara de piedra Dave Stewart, la cobra Parker. Mi equipo hasta la fecha. Nuestros Atléticos (porque mi hermano también los eligió) fueron vapuleados por Orel Hershiser y los Dodgers, con Valenzuela lesionado, en 5 juegos. Se recuerda icónico el cuadrangular de Kirk Gibson a Dennis Eckersley.

Había un trío de comentaristas que hacían entretenidas e interesantes las transmisiones del beisbol, que en ese entonces se transmitía hasta 3 veces a la semana en televisión abierta. Toño de Valdés, Jorge “sonny” Alarcón y Pedro “el mago” Septién. Recuerdo que había partidos lunes y jueves a las 9 de la noche, hora que me impedía verlos. Lo que hacía que un asueto en martes o viernes fuera motivo de dicha inmensa, ya que me permitiría si no ver todo el partido, al menos quedarme hasta la 10:30, viendo beisbol narrado por este gran trío.

De entre ellos 3 era más placentero escuchar al mago: una enciclopedia viviente. Un hombre que transmitía su pasión por el beisbol, desde su cálido y confortante tono de voz. Un hombre que poseía datos de muchas décadas atrás, estadísticas fascinantes, nombres de leyenda.

Mis cómplices cuando a escondidas, con las luces apagadas y la tele muy bajita, no quería perderme un instante de la serie Mellizos/Bravos, con Jack Morris y Steve Avery en duelos extraordinarios, largos, intensos, con esa calma tan dramática que da el beisbol, aderezada por mis amigos del micrófono.

Ayer por la noche falleció el mago Septién, a los 97 años. Todavía hace dos engrandecía las transmisiones de Televisa de la Serie Mundial, con su presencia, con toda su lucidez, con el placer de su compañía. Lo recuerdo con cariño.




miércoles, 18 de diciembre de 2013

Su diciembre, nuestro diciembre


Escribí la semana pasada sobre la dicha que me provoca la Navidad. Sobre algunos aspectos que me gustan de la Navidad, y cómo ahora la vuelvo a disfrutar con mi hijo. Algunas personas me comentaron sobre la nostalgia y tristeza con la que también puede cargar esta época del año. Eso también lo sé.

Mi padre ha sufrido la pérdida de sus familiares más cercanos precisamente en el mes de diciembre. Murieron su madre y una hermana en un accidente en automóvil en 1977, años más tarde su abuela paterna, y algunos años después su padre, mi abuelo, también en un diciembre. Le comentaba a Morgana de Palacios que a pesar de ello, no recuerdo a mi padre triste o nostálgico en diciembre o precisamente el día de Navidad. No tengo ninguna memoria de esto. Y supongo que habrá un momento en que se entristezca, pero no nos lo ha hecho notar. O al menos yo jamás me he dado cuenta y sé que soy distraído.

Yo simplemente lo veo feliz, disfrutando la temporada, siendo feliz con su familia. Pero sé que no es así para todos. 

martes, 10 de diciembre de 2013

Navidad navidad


Desde que tengo memoria me gusta la Navidad. Me gustan todas esas cosas que acompañan a la Navidad: la familia reunida, las piñatas, los regalos, pedir posada, los villancicos en la escuela, el ponche, con o sin piquete; los árboles de Navidad, las películas navideñas, la nochebuena y el año nuevo, las vacaciones.

Es mi época favorita del año. La que añoraba de niño y sigo esperando de adulto. Y bueno, no es sólo la Navidad como tal, es el mes de diciembre completo. La fiesta del tío Mundo en Tepetzingo (diciembre 10), las gorras guadalupanas (un 12 de diciembre de hace como 17 años probé con mucho gusto la cerveza de barril), los convivios navideños y sus intercambios de regalos (a veces placenteros, a veces un martirio), las posadas, la Nochebuena y la Navidad, el año nuevo.

Siempre me gustó poner el arbolito. De niño lo ponía con mi hermano. Ahora creo que lo disfruto más, ahora lo pongo con mi hijo: a mi gusto se le suma verlo feliz, emocionado, tal vez entusiasmado por las fiestas venideras, las vacaciones, los regalos, los Reyes Magos.

A veces escucho personas quejándose por la joda que implica colocar todos los adornos navideños, o alardeando su disgusto navideño y su antipatía antisantaclós y antinavidad. Está bien, cada quien tiene sus gustos. Cada cosa tiene sus fans. Me parece que si de niño no lo disfrutaste o no te enseñaron a disfrutarlo, de adulto no lo hagas. A mi que desde niño me emociona, me emociona más ahora siendo padre, disfrutándolo con mi hijo.

El fin de semana pasado (29 nov- 1 dic) estuvo Gil conmigo, desde el jueves, ya que el viernes no tuvo clases. No recordaba que era el primer fin de semana de diciembre, fecha propicia para colocar el árbol. Lo recordé hasta el domingo después de comer. Así que le dijimos al Tito (su abuelo) que nos ayudara, porque lo tenía que llevar con su mamá un rato después.

Así que, aunque un poco a la carrera, y sin Nacimiento, pusimos el árbol y toda la demás parafernalia que adorna la casa. Escuchando música navideña, claro está. Y volvimos a disfrutarlo. Listos para lo que viene.desrdeando su disgusto navideño ys no hubo clases. No recordaba que era el primer fin de semana de diciembre, fecha propicia par




jueves, 5 de diciembre de 2013

Metegol


Me gusta el cine de Juan José Campanella, las películas que he visto de él. Supongo que es porque soy muy cursi, pero me gusta ver historias emotivas, bien hechas. El hijo de la novia me parece un guión excepcional, perfectamente construido; una historia hermosa. La nostalgia de la “Comunidad” que nos da en Luna de Avellaneda me hace sonreír sin proponérmelo.  Y El secreto de sus ojos, es una gran historia muy bien contada. La que le dio el Oscar. Es lo que he visto de Juan José, y de entre ellas, la que me gusta más es El hijo de la novia.

Por esto, tenía muchísimas ganas de ir a ver Metegol con mi hijo. Ganas de ver la película animada este gran cineasta argentino. Imaginé un trabajo a la altura de Pixar o las mejores cintas de Dreamworks, hermosas por sus historias más que por la calidad de la animación. La verdad quedé muy decepcionado. No sé si fue por las altas expectativas que tenía, pero no me gustó la cinta.

Me pareció sólo una película de animación más, hecha para llenar los bolsillos de alguien. Una película para entretener niños y aburrir adultos. Me cuesta creer que el señor Campanella la haya dirigido. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

Elogio al alcohol


“Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió: Mujer, ¿qué nos va a tí y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su Madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los Judíos, cada una con capacidad de dos o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora”.


Me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero”. 
                                                                        Mediterráneo Joan Manuel Serrat


Mis primos (Checo y Chucho) y yo tenemos fama de borrachos. Tenemos fama de que nos gusta embriagarnos. La verdad es que si. Sí nos gusta tomar alcohol. Al menos para mí es uno de los placeres de mi vida. Tomar alcohol con mi gente, en una tertulia planeada o improvisada; entre chistes, chismes, canciones, recuerdos, cotorreo. No hace falta embriagarse.

Yo argullo que se debe a que soy muy corriente, porque tomo de todo menos whisky. No me gusta. En estos tiempos me inclino más por el ron, pero el Torres con coca siempre será de mis predilectos. Aunque gracias a mi primo Chucho, le he agarrado un cariño especial al tequila con clamato, como sólo él lo sabe preparar. Esa es otra de las ventajas, mi primo sabe preparar buenos tragos.

La fama de borrachín me sigue desde la preparatoria. La cosa es que no es que yo fuera un “ebrio alcohólico”, sino que aprendí a tomar. Aprendí a tomar con mi familia. Primero una copa. Después de un tiempo dos. Meses después 3. Las 3 de rigor (ni menos de 3, ni más de 33). La cosa es que mientras mis amigos se embriagaban con 3 cervezas, yo estaba bien, sin daño aparente. De ahí la fama.

Nunca tuve que esconderme para tomar, nunca lo he hecho. Si lo apetezco, tampoco me he negado a la invitación de un trago. Me dijo alguna vez mi padre: un favor y un desaire no sabes hacer. Tampoco nunca recurrí a los chicles para disimular el aliento alcohólico, así que llegaba a saludar a mi madre sin disimular. No pensaba que hiciera algo malo, así lo aprendí. Así lo veo.

Así que en mi familia (paterna y materna) es bien visto tomar. En ambas se sigue lo que el evangelio de las bodas de Caná señala: no puede haber fiesta si no hay alcohol, en ese caso era vino, pero el resultado es el mismo.

Y como leí que dijo Benjamín Franklin: No vive bien quien no bebe bien. Salud.