El fiel traidor
Hace falta tener un Judas a mano, un gran amigo al que poderle confiar la vida, o en este caso, el término de ella. Cuya fidelidad hacia nuestra persona le impida rebatirnos los motivos por los que queremos hacer eso que queremos hacer. Que si no nos comprende, no nos riña. Que nos respete lo suficiente para creer en nuestra palabra, y cumplirla.
Pero como en este mundo parecen tener en ciertos aspectos más derechos los animales que las personas, y una persona debe sufrir hasta que la naturaleza le corte la existencia, carecemos de la posibilidad de morir dignamente antes que seguir sufriendo hasta quién sabe cuándo.
Se necesita una voluntad amiga, una voluntad inquebrantable, que no escuche a las voces que se creen más autorizadas y nunca equivocadas.