martes, 29 de diciembre de 2020

quedará

Quedarán los cuadernos que rayé
donde conviven cosas mías
con rayas mecánicas hechas por inercia;
para quien tenga ganas y tiempo
de husmear en mí,
de juzgarme o asombrarse;
de preguntarse cosas:
sobre quién era realmente ese que rayoneó tanto.
Quizá sólo quede eso.
Rayas en un cuaderno
y un blog olvidado,
y cuadros empolvados
y algunas fotos
y los recuerdos que eventualmente morirán.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Coincidencias

Cuando yo estudiaba el segundo año de la escuela primaria, los Pieles rojas* de Washington apalearon a los Broncos de Denver en el Superbowl (qué quieren, tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos), y los adopté como mi equipo favorito de lo que acá llamamos futbol americano. Veintisiete años después, los Broncos volvieron a ser vapuleados, pero ahora a manos de los Halcones marinos de Seattle, que fueron acogidos por Gil como su equipo predilecto. Por cierto, Gil también estudiaba el segundo año de la primaria.

Sólo una pequeña coincidencia. La fantástica coincidencia es que Gil disfrute igual que yo sentarse a  mirar un juego de "americano". Que le pueda platicar toda esa información que por alguna razón se ha quedado en mi cabeza y que me pide salir para aderezar el rato. Luego, supongo, lo haremos con unas cervezas.

Gil decía desde antes, que él también apoyaba a los Pieles rojas, en un claro apoyo hacia el equipo de su papá. Lo que me halaga mucho, sobre todo recordando que yo nunca elegí un equipo por ser el predilecto de mi padre. Digo, los dos le vamos a los Diablos, pero es el equipo de Toluca, y ninguno de nosotros es un malinchista local. Además, mi padre no es apasionado como nosotros en estos banales asuntos deportivos.

Y bueno, el domingo juegan Pieles rojas y Halcones marinos en un juego bastante importante para calificar a postemporada.

 


*Creo que para mí siempre seguirán siendo Pieles rojas.

lunes, 14 de diciembre de 2020

un divague

No hay por dónde retomar
lo que nunca fue.

(Ni cómo empezar de nuevo
con la huella de lo que sí hubo
)*.

Se puede comenzar de nuevo pero sin huellas de por medio. Algo nuevo entre las mismas personas, que ya no son las mismas personas, para bien o para mal. ¿Será posible que no existan huellas de por medio? La memoria es tan voluble y el rencor tan insatisfecho.

Pero, si no se pueden borrar las huellas, ¿se podrán ignorar lo suficiente?

Porque se puede intentar armar algo nuevamente, no por necedad. Contar con el recurso piadoso de una oportunidad, porque quizá seamos mejores que antes en tantos sentidos. Porque hay tantas cosas buenas que no se pueden tirar a la basura. Intentando ser honesto con uno, siendo piadoso con uno.

Me chocan las ideas repetidas y los dogmas caducos. Si esto es hueco o no, decido creérmelo. El futuro caminará a su paso, sin pedir permiso.

 

*Esto es del blog de Alís Gómez: micajóndesastre

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

2020

 

 

Había pensado no pintar más autorretratos –este año por lo menos– pero llegó este. Y la verdad es que resultó toda una revelación, tanto en el fondo como en la forma. Desde la facilidad que tuve para pintarlo, hasta las cosas de las que me di cuenta una vez que las vi pintadas.

Lo pinté a partir de tres fotografías que me tomé expresamente para ello. La pieza del rompecabezas y el fragmento más pequeño son parte de  la misma fotografía.

lunes, 7 de diciembre de 2020

revisiones

 La intensidad de una pasión se mide por la soledad que la precede.

Supongo que en esta frase de "Diablo guardián" de Xavier Velasco está resumido lo que me ocurrió en los primeros días de la cuarentena: una desbordada y aparentemente inexplicable pasión por quien llegó a cambiarme el mundo. Los lectores de este blog lo saben: me enamoré como un crío cuando se suponía que debía quedarme en casa. Pero es que esa soledad previa era de más de tres años. La mayor desde que tuve mi primer novia formal hace unos veinte. Y no significa que haya estado en la más absoluta soledad por más de tres años, como suponía mi querido tío Napoleón, congeturando en broma que a lo mejor ya no me gustaban las mujeres. Claro que me acosté con alguna compartida mujer, pero con ninguna que me hiciera pensar en tener una relación real con ella, a pesar de la soledad que me embargaba. Luego de haber tenido sexo es complicado que puedas vivir sin él, o eso creo. 

La frase me queda como un traje elaborado por un preciso sastre, como un anillo sobre medida. La memoria es débil y convenenciera pero no recuerdo una pasión así de intensa por alguien más. Y la soledad era grande, así que no sé cuál sea la realidad del asunto, pero no creo que importe un carajo. 

Estos versos llegaron uno de esos días en que todavía se acurrucaba en mis brazos:

 

Entre asonancias ególatras
y resquicios de tus besos
voy construyendo poemas
entre las ruinas que llevo.

Los Romances me sonsacan
me seducen en su juego,
quiero armar Alejandrinos
o aparece algún Soneto,
que en su ritmo caprichoso
me engaña con sus acentos
y me enreda en las palabras
que te dicen que te quiero.

Puede sonar tan común
pero escribo lo que siento
apilo letras dulzonas
junto a algún juego del verbo;
qué importa si soy tan cursi
es el momento de serlo
celebrar que me encontraste
festejar que nos queremos.

Y sé que es plena pandemia
y sé que tantos han muerto
que fuimos irresponsables
cuando decidimos vernos,
pero qué más iba a hacer
si me pintaste por dentro
abandonando mis libros
pensándote todo el tiempo.

No me arrepiento de nada
el amor ha sido inmenso
has hecho que me mirara 
como jamás había hecho
que me viera las carencias
que no ignorara mi ego:
que piense que puedo amarte
como nadie nunca ha hecho.

miércoles, 2 de diciembre de 2020

del amor

Esto no lo he escrito yo. Es un fragmento del subrayado que hice en los dos últimos libros que leí (que había leído hasta ese momento): "En busca de Klingsor" de Jorge Volpi y "Diablo guardián" de Xavier Velasco, ambos libros premiados en su momento. Como ya señala el título del posteo, los extractos hablan sobre el amor. Sobre qué más. Del primer libro son frases recopiladas a lo largo de éste y del segundo, dos pedazos de un capítulo:


El amor es un largo camino de búsqueda pero, cuando finalmente llegamos a la meta, resulta un tanto decepcionante. Si uno quiere algo con desesperación, lo peor que le puede ocurrir es obtenerlo rápidamente.

No lo sé, a veces quiero pensar que el amor sí importa. Se trata de algo tan irracional, tan equívoco, que sólo existe porque nos obstinamos en creer en él.

El amor es sólo un anzuelo que ellas lanzan para hacernos cumplir su voluntad.

¿La amaba? ¿Podía saberlo? Es fácil comprobar que uno está enamorado: es una sensación física tan reconocible como el dolor de cabeza, la fiebre o el vómito… Se siente en el cuerpo como una enfermedad o un sobresalto. ¿Pero amar? Eso está más cerca de la fe –y por lo tanto de la mentira– que de la convicción.

¿Y qué es el amor sino la mayor de las elecciones? Cada vez que uno decide amar a una mujer, en el fondo está optando sólo por una posibilidad, eliminando, de tajo, todas las demás… ¿No les parece una perspectiva aterradora? Con cada una de nuestras elecciones perdemos cientos de vidas diferentes… Amar a una persona significa no amar a muchas otras…

En un mundo sin certezas absolutas, ni siquiera el amor se salva de la duda. Digamos que considera altamente probable que su amor sea cierto… Es a lo único que podemos aspirar.

Los enamorados son los profetas más perversos, los héroes más tristes, los iluminados más ciegos. Defienden su amor como la única verdad posible, como lo único que importa en el universo, como la religión suprema y, en su nombre, someten a los demás con la misma fuerza y la misma violencia de los dictadores y los verdugos. Su verdad, creen ellos, los salva. Su dogma les permite corromper y destruir, lesionar e inutilizar, decidir, por sí mismos, la suerte de quienes les rodean.

Por desgracia –lo sé muy bien–, el amor es una maldición que no sólo nubla el entendimiento, sino que destruye el alma. En el fondo, lo único que deseaba Bacon era estrecharla de nuevo contra su cuerpo, llenarla de besos y hacerle el amor como nunca antes, como nunca después…

 

 

Pero ¿cuándo el amor es propiamente amor? ¿Puede uno amar a quien le acompañó por una hora? ¿Por dos horas, dos meses, dos años, dos minutos? ¿Se ama a quien se conoce, justamente por eso, o es quizás al revés: conocemos para mejor desconocer, y así poder amar sin el estorbo de la realidad? ¿No es cierto que quienes más se aman son a veces quienes menos se conocen? Ni una sola de estas preguntas se plantea jamás para buscar respuesta verdadera. Ninguna la tiene, ni la tendrá, a menos que uno decida imponérsela, casi siempre de acuerdo con su más absoluta inconveniencia. Incluso sin respuesta, lanzadas al espacio estratosférico de los propios insomnios, las preguntas que apuntan hacia la probable existencia del amor suelen aparecer cuando no queda tiempo, ni voluntad, ni siquiera osadía para ponerlas en duda. Preguntarse si por casualidad se ama equivale a plantear una alternativa entre felicidad y desdicha, buena y mala fortuna, besos y bofetadas. Se elige ser feliz, besado, afortunado, aun en la certeza de que sucederá lo opuesto, igual que se le dice "que te vaya bien" a un enfermo terminal. Elegimos a veces a costillas de la conveniencia y el sosiego, por razones tan inaccesibles como irracionales, por eso las preguntas laten sin respuestas, y al final son capaces de aceptar cualquiera. El amor es lo más parecido a las mentiras. Justifica u opaca a la razón, por derecho o torcido que parezca, no requiere de justificaciones, se reproduce a la menor provocación y exige todo el crédito del mundo. Además de que nadie o casi nadie puede vivir tranquilo en su total ausencia. Por eso, cuando vienen las preguntas, lo hacen acompañadas de su correspondiente hilera de respuestas obvias. Sí. Claro. Por supuesto. Para siempre. ¿Por qué no? Cualquier cosa con tal de no quedarse en esta orilla solitaria, qué más da si después del amor está la nada. ¿O es que alguien está aquí sin entender que al final de la vida no queda más que la muerte?


El inglés necesita de un verbo fatalista para emplear la expresión <enamorarse>: to fall. O sea que el enamorado no exactamente asciende a un estado superiror, sino al contrario: cae. Tropieza, se distrae, es entrampado. Cae, igual que Luzbel. Si Cristo hubiese dicho Enamoraos los unos a los otros, ya estaríamos todos viviendo en el Infierno. Pero sería injusto concluir que Amor y Averno son instancias iguales o siquiera equivalentes. El diablo de allá abajo y el diablo del amor podrán ser parientes, y en un momento socios, pero sus métodos difieren tanto como la horca del veneno, el sable del cuchillo, el cañon de la trampa.

 



lunes, 30 de noviembre de 2020

otro poema

 Quise cobrarle al destino
lo que creí merecerme.
Que tras tantos descalabros 
el amor quisiera verme
caminando acompañado
de quien quisiera quererme,
quien me mirara sin asco
a pesar de conocerme.

A lo largo de la vida
uno se llega a enterar
que encontrarte quien te quiera
resulta fundamental;
que ni cosas ni dinero
paz te pudieran brindar
como sentirte completo 
cuando la puedes mirar.

Y ofrecerle todo el mundo
con una sola sonrisa
y que mirando tus ojos 
olvide todas sus prisas,
y todas sus desventuras
pensando en futuras dichas;
así somos, qué le hacemos:
a apostar todas las fichas.
 
Verme a mi edad y encontrarme
tan de repente contigo
sin haber planeado nada,
sólo ser, sin artificios;
y darme cuenta de pronto
que todo era tan recíproco.
Cómo no me iba a poner
a agradecerle al destino,
a cantar lindas canciones
y escribir tantos versitos,
y pensar que el mundo juntos
nos comamos enterito.
Tomándonos de la mano
mirando hacia el infinito.

jueves, 26 de noviembre de 2020

rehabilitaciones II

No sé por qué razón, pero cuando busco tutoriales en Youtube, la plataforma decide primero mostrarme algunos videos bastante malos, de gente que me hace envidiar su elevadísima autoestima. Pero con un poco de paciencia y suerte, luego de ver esas horribles creaciones han aparecido videos realizados por gente muy capaz, que te obliga a agradecer a dios la existencia de Youtube.

Me pasó con el dibujo con lápices de colores, los sketchbooks, la encuadernación, la serigrafía, y claro, la pintura. Y felizmente, una vez que das con ese gran video de ese gran maestro, la plataforma decide premiar tu paciencia con videos similares, y así conoces a otros talentosos enseñantes. 

Esta estrada tiene el propósito de rendir un pequeño homenaje a esos que me han ayudado a rehabilitar mi capacidad pictórica. Caso aparte sería Antonio García Villarán, de quien seguro he visto más videos que de ningún otro artista. Pero él sobre todo me ha instruido en conocimientos de arte y pintura.

 


 







martes, 24 de noviembre de 2020

silencio

 "El silencio aturde con su compañía"
me empeño en sólo ver morir el tiempo
el ruido de la tele nada altera
porque el silencio emerge de mi cuerpo. 

Nada me turba mas estoy turbado
la vida sigue a tiempo, no la siento
cada minuto me taladra un poco
con días de implacable cumplimiento.

¿Será que un día me llames?, que me busques
pintando una sonrisa en el momento
en que me digas Hola nuevamente
recalentando todo lo que tengo.

Y mientras, el silencio me acompaña
y escucha tan paciente mis lamentos,
se apiada cuando canto mis canciones
me observa mientras escribo otro verso.

viernes, 20 de noviembre de 2020

rehabilitaciones

Creo ahora, por muchas razones, que una de las mejores cosas que me pudieron pasar en la vida fue divorciarme (quizá también deba escribir sobre eso luego). Además del hecho de volver a enamorarme –y de qué manera–, jajajaja. 

La verdad es que estando casado dejé de pensar en mí y estaba casi exclusivamente dedicado a satisfacer los deseos de mi esposa y a pasar tiempo con mi hijo. No es una queja, nunca me pesó hacerlo. Pero a veces, cuando uno se aleja y mira las cosas a cierta distancia, puede ver cosas que jamás percibiría siendo parte de ellas. Como al pintar. Yo era feliz, hasta donde la convención recibe el término. Me sentía feliz. Pero, como he dicho antes, dejé de pensar en mí, relegando mis pasiones. Adquirí una muy poderosa.

Aunque lo que venía a teclear es, que tras esos años de vida en pareja, dejé de pintar, como llevaba haciendo los últimos años. Nunca demasiado, porque era sólo un hobby, pero me alcanzó para organizar exposiciones. Lo único relacionado con el dibujo o la pintura en esos días, eran los dibujitos que le hacía a mi hijo de sus personajes favoritos, los Backyardigans y otros monitos de Disney, pero sólo eso.

La cosa es que ya separado, al volver a tratar de pintar, mi habilidad con los pinceles y la pintura se había deteriorado bastante. Hice algunos ejercicios con acuarela con resultados poco satisfactorios para mí, que me decepcionaron un poco.

Y es recién en los últimos años que creo haber recuperado, o incluso adquirido, mayor habilidad de la que nunca tuve. Al menos eso creo. Es obvio que la práctica hace milagros, pero también sé que una buena parte de la responsabilidad en el desarrollo de esa habilidad, la tienen los talentosos maestros de Youtube que he encontrado en el camino.

Y bueno, casi estoy seguro de que si no me hubiera divorciado nunca me hubiera puesto a escribir.

 



alguien así

...encontrar alguien así, que entienda nuestro a veces retorcido humor y celebre nuestros chistes, que nos invite a ponerle atención por una convicción más que por una cortesía, que no se canse de esta monótona rutina de la que no nos damos ni cuenta, que la reinvente. A la que podamos seguir mirando con la misma fascinación de las primeras veces.

domingo, 15 de noviembre de 2020

de las vergüenzas

Sentía siempre vergüenza anticipada sólo de pensar que iba a darle vergüenza.

Con esa misma angustia se había aproximado también al joven a quien había conocido hacía un año y con el que era feliz quizá precisamente porque nunca separaba su cuerpo de su alma y con él podía vivir por entero. En aquella indivisión residía su felicidad, sólo que tras la felicidad siempre se agazapaba la sospecha, y la chica estaba llena de sospechas. Con frecuencia pensaba que las otras mujeres (las que no se angustiaban) eran más seductoras y atractivas, y que el joven, que no ocultaba que conocía bien a aquel tipo de mujeres, se le iría alguna vez con alguna de ellas. (Es cierto que el joven afirmaba que ya estaba harto de ese tipo de mujeres para el resto de su vida, pero la chica sabía que él era mucho más joven de lo que pensaba.) Ella quería que fuese suyo por completo y ser ella por completo de él, pero con frecuencia le parecía que cuanto más trataba de dárselo todo, más le negaba algo: lo que da precisamente el amor carente de profundidad y superficial, lo que da el flirt. Sufría por no saber ser, además de seria, ligera.
 
Esto es de "El libro de los amores ridículos" de Milan Kundera. Creo que todos nos podemos identificar de alguna forma con cada una de las historias que narra. Con algunas demasiado, como yo con esto que pongo aquí arriba. Leer esto es como darte cuenta que alguien está explicando eso que sientes pero que difícilmente podrías poner en palabras. Bueno, eso es lo que hacen los buenos escritores, como dice Gavrí: un escritor escribe lo que le pasa a todos los hombres.

Qué difícil hablar de esa vergüenza anticipada, de esas incompletitudes, temores, pensamientos saboteadores. De todo lo que aparece en nuestras pobres mentes cuando queremos de verdad a alguien. 

 


Cómo

¿Cómo no iba a armar historias, a construir castillos, a cargarle mil sueños al futuro? ¿Cómo iba a dejar de vestir hechos de casualidades para tragarme completa la historia que en otros me parecería risible seguramente? ¿Cómo no iba a pensar que de alguna manera la vida, por alguna absurda razón, o sin darse cuenta; me hacía un precioso obsequio, me daba un amor bonito luego de tantos años y fristraciones, luego de tantos intentos frustrados, luego de algún que otro aprendizaje?

¿Cómo no iba a ilusionarme como un chiquillo, abrazado feliz a tu cintura?

 


 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

un pensamiento

No recuerdo de qué manera, pero en algún momento pensé, hace no sé cuántos años, que yo sería quien terminaría cuidando a mi madre en caso de que estuviera convaleciente. Y quien realmente la cuida es mi padre, pero sí ha sido necesario estar ahí.

El pensamiento me parece, evidentemente, una manifestación de mi narcisismo. Pero también evidencia ese deseo manifiesto tan grande que tengo por ser reconocido, sobre todo por mis padres. Creo que es un pensamiento que engloba mucho de lo que cargo dentro, del que supongo podría hablar por horas. Sobre todo por aquello de mis divagues.


mundo de inútiles

La teoría de Darwin dice que fuimos adquiriendo habilidades en función de irlas necesitando. Cada vez nos esforzamos más, y por tanto, cada vez fuimos más capaces y tuvimos más recursos de los que echar mano: evolucionamos.

Pero uno de los principios de la tecnología es el tratar de hacer la vida cada vez más fácil para quienes puedan adquirirla. Los coches más modernos tienen complejos sistemas que pueden estacionarse sin necesidad de que uno meta las manos, tienen sensores y cámaras que señalan la proximidad de objetos atrás del automóvil, entre otras cosas. 

Se busca la comodidad de los usuarios, y creo también, de forma colateral, claro, la próxima estupidez de quienes han dejado de utilizar sus sentidos para resolver su vida, y en automático viven su día a día apoyados por todo tipo de instrumentos. Piénselo un poco, cuántos números de teléfono y fechas de cumpleaños podíamos recordar antes. Cómo nos cuesta recordar cosas ahora.

Entonces pienso que las nuevas generaciones serán más estúpidas todavía, más estúpidas cada vez. Ya todo es tan fácil, y cada vez lo será más, ya que ya no hay esfuerzos por hacer. Y lo que no se usa se atrofia. 

Porque ya ni siquiera pueden pensar. He visto que hay videos en Youtube donde se explica de qué se trató la serie de moda, porque los centenialls no alcanzan a digerir un argumento un poco complicado. Tengo un sobrino muy querido que es un as para los videojuegos, pero que se aburre horriblemente cuando jugamos a las Damas chinas. El problema es que debe pensar para jugar ese elemental juego. Y pensar es complicado.

Y bueno, recientemente fue popular en facebook un artículo que asegura que la última generación tiene menor coeficiente intelectual que sus padres. Ninguna sorpresa. Si los jóvenes no tienen conexión a internet no tienen idea de qué putas hacer.

 

lunes, 2 de noviembre de 2020

nostalgias

Tenemos un nuevo inquilino en la casa. Un perrito que sustituirá al Demi cuando se vaya al cielo de los perritos. Mi papá lo bautizó Simba, por el tono de su pelo, semejante al del rey de la selva.

Mi madre, quien tiene una cultura popular casi nula, me pidió que le pusiera "El rey león" para ver quién era Simba. Así que después de la comida le puse la película y me retiré a intentar escribir. El volumen estaba lo suficientemente alto para que lo pudiera escuchar, así que además de tener al alcance todos los diálogos, me llegaron las hermosas canciones de esta tan entrañable película.

Y entonces llegó también el recuerdo de aquellos días, de hace más de diez años, cuando me ponía a cantar todas las canciones del Rey león con Gil. Lo pude ver cantando conmigo, lo vi soltando una especie de alarido emulando a Pumba: cuando un joven era yoooooo. 

Creo que salvo "Esta noche es para amar", cantábamos todas las demás canciones.

Me invadió la nostalgia.



viernes, 30 de octubre de 2020

Remembranzas de octubre

Me encanta el beisbol. Sobre todo el beisbol del mes de octubre.

Hace dos años hubo un juego de Serie Mundial que duró siete horas. Fue una experiencia demasiado emocionante que terminó después de las dos de la mañana. Una de mis tías, asombradísima, no cree lo que estoy contando y se preguntará cómo alguien puede pasar tantas horas frente al televisior –lo que en teoría no es complicado– viendo algo tan pero tan aburrido como el beisbol –es esta la parte extraordinaria del asunto.

Es una adicción, supongo, no poder dejar de ver cómo terminará el juego, así sean las tres de la mañana y al día siguiente me tenga que levantar temprano. Bueno, pero esa forma de vida va conmigo, tampoco abandono una buena reunión en lunes sin importar la hora que sea si me lo estoy pasando bien. Son momentos irrepetibles que bien valen una desvelada o una estruendosa cruda. Es cuando pienso en aquello de vivir como si fuera el último día.

De niño hacía lo mismo. Seguir viendo la televisión en ese emocionantísimo partido que no termina y que está empatado; los inings que se alargan y el tiempo no se detiene. La tele con el mínimo volumen y yo a menos de un metro de ella, tapando con mi cuerpo el resplandor que emite. En esos días era más complicado aguantar el sueño llegadas las once, y estaba también el asunto de no ser descubierto. Recuerdo bien octubre del 91 y a Jack Morris.

Ya he escrito alguna vez que es uno de los placeres de mi vida. Aunque también debo decir que si la mujer que me hace suspirar me llama, dejo cualquier partido para ir a encontrarla. Es la misma lógica, la posibilidad de una última noche siempre merecerá el tiempo de intentar hacer sonreír a quien se quiere. Y morir contento.

 



décima cotorra amorosa ególatra


¿Qué es este malestar que me acongoja?
Es un retortijón o es mal de amores.
De aquello lo peor son los olores
de esto que la vida se te afloja.
Es que mi corazón es una hoja
donde escribió su nombre con firmeza
una mujer de una sutil belleza.
Un cuerpo hermoso a mí no me impresiona
si la mina no piensa ni razona.
La simple imagen no me da certeza.
 
 

 

viernes, 23 de octubre de 2020

¿envidias?

Gabriel continúa hablando en algo cercano al éxtasis.

Los ojos de Marisa se posan de repente sobre algo que ha llamado su atención. Gabriel persiste en su monólogo sobre su admiración por John Lassetter y Andrew Stanton y sobre la genialidad de las películas de Pixar y cómo le dieron nueva vida a la animación, con más entusiasmo que el de los vendedores de tiempos compartidos cuando intentan asegurar cautivos en sus redes. Pero los ojos de Marisa han sido capturados, parece que no tuviera ningún interés por el cine, la animación o cualquier cosa que salga de la boca del todavía entusiasta Gabriel. Su atención fue secuestrada, mira algo que la ha asombrado y que hace que le cambie la expresión del rostro en una mueca entre fascinación y asco. Gabriel observa el cambio, con la peculiar mueca, y su vanidad lo hace voltear para investigar qué es eso que le ha robado la completa atención de su amiga. ¿Qué podría ser más interesante que la revolución de Pixar?

Al voltear, Gabriel ve a tres mujeres que parece acaban de entrar a la cafetería porque miran y señalan entre un animado parloteo las opciones que se ofrecen en la parte superior del mostrador.

–¿Pero qué no le da vergüenza salir así a la calle?

Gabriel, como cualquier hombre, no sabe a ciencia cierta a qué apunta el contundente comentario de su compañera de mesa, pero supone que tendrá que ver con las tres mujeres que siguen sin decidirse qué comprarán.

–¿No ves cómo viene vestida esa gorda? Con esa blusita pegada que hace que todas las lonjas se le marquen… y enseñando sus asquerosos brazos. ¿Por qué tengo que ver eso mientras como?

–Es como esas gordas en leggins, que nos les da pena andarse paseando así. Qué asco.

–Oye, que tengan tantita madre, tantita dignidad. ¿Y las otras dos tipas no podrían decirle que se ve asquerosamente mal? ¿Por qué la dejaron salir así?

–Igual y ellas no pueden ver eso. O les da pena decirle lo mal que se ve.

–Guácala.

 

Dicen que el peor enemigo de una mujer es otra mujer. Dicen que las mujeres juntas ni cuando son difuntas. Llegué a escuchar alguna vez en la publicidad de una obra teatral que las mujeres podían despedazarse pero jamás se harían daño, aunque a ciencia cierta no entiendo a qué se refiera la expresión. También dicen, que cuando el río suena es porque agua lleva, lo que me llevaría a pensar que bastante razón cargan las frases en cuestión, ya que todas apuntan a lo mismo. Que las mujeres, pese a todo, se ponen el pie entre ellas.

Y no hace falta esmerarse o poner demasiada atención para comprobar esta completa falta de “sororidad” entre el género femenino. Se puso de moda la palabra, desconozco si es un neologismo, pero de un día para el otro había inundado las redes sociales. Y sigue siendo el pan de todos los días en estos días de feminismo y reivindicación de derechos, de férrea lucha contra el acoso y el abuso. Pareciera que las mujeres tuvieran una consigna para juzgar de alguna manera a toda mujer con la que no tienen un lazo de amistad o familia, pero también a las amigas se les puede adjetivar utilizando el mismo código: la puta, la gorda, la mustia, la esquelética, la zorra, la fácil; la otra. Como si no bastara con lo que hablamos los hombres. Como si no fuera suficiente con el daño que les podemos hacer y que les hemos hecho.

Es como cuando escuchas a alguien escupir una diatriba patriótica y hasta cierto punto xenófoba, que enaltece las tradiciones de este país “tan lleno de cultura”, pero luego le dice pinche indio al pobre que pide dinero o al imprudente que pasó su coche frente al suyo sin consideración alguna. Pinche indio patarrajada, bajado del cerro a tamborazos. ¿Quién no ha escuchado el nombrecito? La misma lógica, la misma mezquindad.

No creo que haga falta el más elemental sentido común para saber que en el caso de un novio o esposo infiel la responsabilidad de la clandestina relación corresponde al hombre casi en su totalidad. Que es el hombre el que pareciera no puede dejar su pene dentro del pantalón y se empeña en acostarse con cuanta mujer le permita hacerlo, y a algunos sólo les queda el penoso recurso del pago por sexo, pero el caso es que el pene sale. Pero se acusa sólo a la mujer de haber sido la perpetuadora del crimen. La destruyehogares, la robamaridos, la puta (porque ese adjetivo no se desgasta pese al constante uso), la buscona y lagartona.

El Vivas nos queremos se guarda para los días de marchas y los aniversarios y conmemoraciones, para enarbolarlo cuando la moda nos lo exija, para compartirlo en redes como la bandera que se defendería con la vida. Vivas nos queremos, pero sólo a nosotras, importan demasiado poco las demás.

No vale si es mi hijo o hermano el acosador, el agresor, el abusador, el violador, el asesino; el que abandonó su hogar y a su hijo por simple irresponsabilidad. No vale si es mi esposo el infiel y si todas las pruebas apuntan a que me engañó porque quiso, y no porque una buscona lo acorraló, lo sedujo y abusó de él. Pobre hombre. ¿Qué me importa a mí que esa piruja haya quedado embarazada? No debió abrir las piernas. No vale ni un poquito, cuando hay que adjetivar de naca a la nueva pareja de a quien seguro no hemos dejado de querer del todo.

Siempre es más fácil culpar a la falda corta y a las altas horas de la noche, a la falta de compañía y a la toma de alcohol, a la libertad forrada con el papel del libertinaje. A que las mujeres decentes no harían eso, a que a las mujeres decentes se les respeta, básicamente porque ellas se dan a respetar. A que eso les ha pasado por putas. La que busca encuentra.

Al menos como sociedad, en este punto, estamos bastante unidos. Porque podría asegurar que si llego a una fiesta familiar o me paseo por el centro comercial para ir a ver una película de la mano de una chica con las características de Yalitza Aparicio, sería criticado de forma contundente. Que ¿qué hago con una india? Que si parece que vengo con la sirvienta. Que si no importa como vista la mona, claramente no se verá mona ante miradas educadas tan pobremente. Pero en tierra de ciegos… ¿qué más podría importar? Porque la doble moral deja salir los prejuicios cuando no pueden resistir más tiempo guardados, pero es precavida para proveer una respuesta decente y políticamente correcta en determinadas situaciones, como si acaso en la sobremesa aparecieran las voces idiotas contra Alexa Moreno y su complexión física.

La realidad es que Yalitza seguirá actuando, seguramente de la mano de directores del tamaño de Cuarón, pero los roles en los que la quieran incluir no se mueven más allá de la sirvienta, la comerciante de tianguis, la esposa del narco, la campesina. Porque puedes poner un poco de hollín a Thalía y escucharla en una ridícula habla supuestamente de pobre, pero no al revés. La gran señora, la rica, la media naranja del joven apuesto, esos no, esos arquetipos no son para ella por más premios que pueda seguir recibiendo.

Aunque debo ser honesto, no creo que el racismo, el clasismo y algunos prejuicios más sean los responsables exclusivos de la avalancha de odio que Yalitza enfrentó cuando le cambió la vida. La envidia es voraz y nunca se satisface.

            Y hablando de envidia, pienso que esa es la razón detrás de todas las críticas hacia las gordas que no tienen pudor por mostrar su cuerpo tal cual es. Que se pueden poner los pantalones que más les gusten, y sus blusas y vestidos predilectos sin importar si se les nota la panza, con sus lonjas e ¿imperfecciones? Cuando se supone que sus cuerpos no son estéticos y debieran avergonzarse de ellos y cubrirlos lo mejor posible.

            Pienso en mujeres que se aceptan tal cual son. Quizá no tienen la autoestima por los cielos, como escuché decir a alguien (Quisiera tener la autoestima de esa vieja para que no me diera pena salir así a la calle), pero poseen la sensatez de no sentir vergüenza por su cuerpo, ni tener que dedicarle un solo pensamiento a qué dirán todos sobre cómo se ven.

            Siento que tras cada queja sin sentido y que pegado a cada crítica a las vestimentas ajenas, habita un deseo inmenso por tener esa capacidad de no prestar ni un poco de atención a lo que van a decir “las demás” sobre ellas: envidia. Qué envidia saber que hay gente que está satisfecha con el cuerpo que tiene, mujeres con ese superpoder. Ver a esa gorda moviéndose por la vida sin tomar en cuenta cómo se mueven sus carnes o cómo se ven sus piernas; su única preocupación parece ser si pedirá un capucchino o un moka. Qué envidia tener esa libertad.

Y saber que ellas se tienen que conformar con esconder lo más que se pueda su cuerpo, y maquillar lo que hay con un sin fin de aplicaciones que les muestran lo que quisieran ser. Pero bueno, al menos pueden serlo vistas desde una pantalla.

 

 

Reflexiones de un bloguero V

Qué tanto de lo que escribo tiene sentido. 

Qué tanto de eso que tecleo creyendo escribir grandes verdades, las mías al menos, tiene al menos un poco de coherencia, ya no digamos elocuencia.

¿Será verdad que soy honesto al escribir? 

 



domingo, 18 de octubre de 2020

hacerme cargo

Sé que estoy lleno de contradicciones. Bueno, decir lleno es exagerar, pero conozco bastantes de ellas, quién sabe qué porcentaje en realidad, y con qué precisión. Pero he podido ver algunas.

Una de las más frustrantes tiene que ver con una cierta parálisis que llega cuando pareciera que no tendría por qué hacerlo. Un especie de temor o bloqueo que se aparece cuando estoy escribiendo y las letras se están ordenando al menos de forma coherente, y siento que estoy más o menos diciendo eso que quiero decir. Estoy escribiendo con una cierta claridad.

Pero entonces, de repente me siento incapaz de poder seguir escribiendo, siento esa especie de temor, como si ya no supiera qué decir o como si tuviera un miedo enorme por no poder decir eso que quiero. Me paralizo. Es más bien como un pánico a poder escribir bien. Algo que me parece completamente absurdo. Un autoboicot que no comprendo.

Creo que tiene que ver con aquella pregunta: ¿Por qué no te quieres?

Mi querida amiga Alís parece que me lo ha aclarado, aunque me sigue pareciendo absurdo: Miedo a poder, a ser capaz, y tener que hacerme cargo. ¿Miedo al éxito? 

Y la explícita contradicción resulta contundente: ¿cómo alguien tan narcisista pondría piedras en su camino al lucimiento personal? ¿Cómo alguien con una necesidad tan grande de reconocimiento y cariño puede tener miedo de lograr el reconocimiento y admiración que acompañarían su éxito?

 



martes, 13 de octubre de 2020

la asamblea

 Nos juntamos sin planearlo
todos íbamos risueños.
Quién pudiera imaginarse
nuestro plan con sólo vernos,
un grupo tan delirante
que caminaba entre juegos
dignos de toda confianza
sin sospechas en el pecho.

"Una asamblea de suicidas"
hartos de ver morir sueños
con las almas calcinadas
contemplando el universo,
tan cansados e impacientes
de esperar lluvias de fuego
que nos calienten el alma
y al cuerpo le den sustento.

Fue una sorpresa encontrarnos
toparse con tantos muertos,
no todos viejos cadáveres
había ciertos rostros tersos.
Qué han hecho estos pobres diablos
si vivir siempre es tan bello.
Nunca sabrán el por qué
nos fugamos en secreto. 
 

*Es algo que se me ocurrió, sólo eso. El verso entrecomillado lo tomé de Todos los nombres. Simplemente me gustó.


viernes, 9 de octubre de 2020

una libreta

Me gustan las libretas. ¿Es eso un fetiche? 

No lo sé, ni me importa, pero a mi gusto por esos objetos rectangulares se suma mi afán de acumulación. Qué feo. Y ahora, ese deseo irrefrenable por hacerlas yo mismo. Sí, algunos de ustedes saben lo bueno que soy para hacer manualidades, y lo mucho que me gusta hacerlas.

La idea de hacer mi propia libreta no apareció sola. Estaba yo buscando, en Youtube por supuesto, la forma de hacer un libro por mí mismo. Luego de tener bastantes problemas con mi archivo para Create space, pensé que quizá podría ser una buena idea hacer esos libros recopilatorios de mis escritos del blog yo mismo. 

Y bueno, entre todos los videos que Youtube decide mostrarte, me enseñó como hacer un sketchbook. ¡Mira, podría yo hacerme un sketchbook! Pero el video que encontré no era muy claro en cuanto a la forma en que deben coserse las hojas, y buscando un poco más, fui a dar con un estupendo video de Nuestro estudio, en el que se elaboraban cuadernos, y que es, además, increíblemente claro.

La cosa fue que luego de hacer dos sketchbooks, porque tenía mucho papel, sentí esas ganas de hacer una libreta. Quizá también habré recordado un video de Antonio García Villarán donde habla de sus libretas, y menciona que algunas la ha hecho él mismo.

Entonces, hice unas libretas que debo decir no quedaron demasiado bien, sobre todo al momento de pegar las pastas. Me descuidé y las pegué un poco chuecas. Quizá no chuecas, pero no sé cómo explicarlo.

Y... luego de tanta palabrería, venía yo a decir que esa primer libreta hecha por mí está prácticamente llena. Ya tengo a su sucesora, que elaboré hace dos fines de semana, jajajaja, soy tan obsesivo para ciertas cosas tan inútiles. Debería abrir una cuenta de instagram sólo para presumirla, quedó muy bien.

Las páginas contienen el dolor por la convalecencia de mi madre y la felicidad que me llegó cuando Liliana dijo Hola, y me volteó el mundo sin avisar. Supongo que es como aquella entrada Días nublados con un rayo de sol. Pero de hecho, lo primero que hice en ella fue dibujar, la última vez que me quedé a cuidar a mi querido tío Polo, quien falleció al final de ese malpresagioso enero.

Ahí germinaron tantos poemas, ahí están las huellas de este turbulento año.

Fotografié algunas páginas, para compartirlas:





 




otros versos

 Más versos para ella. Es lo que hay.

Las sonrisas que nos quedan 
las podemos compartir
no importa si son ajenas
son parte de este vivir.
En el que nos encontramos
vagando en la realidad
jugando a torear los días 
llenos de mediocridad.
Píntame nuevas sonrisas
que con las tuyas combinen
abrázame como siempre
antes que el mundo termine.

Y si yo muero en tus brazos
moriré plácidamente
junto a la mujer que amo
mi preciosa de ojos verdes.



Cómo no pensar cosas vida mía
si me obsequiaste el sol en tu  mirada,
si me encontraste enmedio de tinieblas
y me pintaste una sonrisa clara.

Fuiste la luz que me llenó de brío
y le puso color a mis mañanas,
quien atizó mis sueños casi muertos
quien empujó de golpe las ventanas.

Vitaminé mis sueños en exceso
pensando en ti no me detiene nada,
me atrevo a vernos a los dos triunfando
éramos esa pieza que faltaba.

Faltaba yo para tomar tu mano
necesitaba el fuego de tu alma,
sólo sé que te amo sin juzgarte
el trovador que no te pide nada.

Escucha un poco lo que tu alma siente
destruye el pensamiento que te abrasa,
hunde tus miedos en el barro seco
para que puedas desplegar las alas.

Mira que este es nuestro momento Lili
la juventud nos echará de casa,
el tiempo viene y cobra las facturas
mas junto a ti nos sonreirá con ganas.



Te fuiste como gorda en tobogán
¿pero hay otra manera de querer?
Mediocre amor, qué hueva a mí me da,
no quiero sólo un poco de placer.

Llegaste como llega lo mejor
de golpe aquel Hola sin avisar,
y mi alma devastada se encontró
con tu hermosainusual curiosidad.

Y mira, yo también te sorprendí
regué tus brotes secos sin dudar,
sólo siendo quien soy ¿por qué fingir?
¿Será acaso ese amor de pubertad?...
el hombre que me quiera sin pedir
cosas que yo jamás le pueda dar
el cómplice con quien quiera vivir
al que sin miedo me pueda entregar.

martes, 6 de octubre de 2020

Todos los nombres

He leído varios libros de José Saramago en los últimos meses. No sé por qué dejé de leerlo tantos años si mi experiencia había sido tan placentera con "El evangelio" y el "Ensayo sobre la ceguera". Seguramente una causa tuvo motivos económicos, aunque la verdad es que en los años posteriores a esas lecturas leí muy pocos libros, y luego nació Gil, y siempre es más fácil poner una película.

Siento que leer a Saramago es como cuando cantas algo muy largo sin poder parar para tomar aliento. Pero al llegar a ese punto no puedes parar, así que vuelves a tomar aire y continúas. Y luego, si en mi dislexia o estupidez leo algo mal, mis obsesiones me obligan a comenzar la oración completa para leerlo todo bien, no sólo desde donde cometí la pifia. Y a veces me vuelvo a equivocar: demasiada estupidez.

Creo que aunque don José describe como pocos (los pocos libros que he leído) la contradicción del alma humana, y las tantas acciones y pensamientos que no parecieran tener ningún sentido, en este libro me he identificado mucho con un aspecto del personaje, homónimo del autor. El libro es "Todos los nombres".
 
José, el protagonista, comienza a realizar una serie de acciones carentes de toda lógica pero que no puede detener. No hay forma de explicarlas, ni de explicárselas, ni de excusarse por hacerlas. Simplemente, por alguna razón que escapa a sus perezosas reflexiones, las ha realizado. 
 
Mi calca del personaje viene cuando este se pone a fantasear con posibilidades espeluznantes y fatalistas, producto de las acciones emprendidas. Con la precisa elaboración de futuros nefastos, llenos de vergüenza, resultado de la encadenación de una serie de acontecimientos desafortunados luego de que algo o todo nos ha salido mal.
 
Y ahí, en ese momento, mi imaginación vuela. No se detiene, evoluciona, no deja de maquinar resultados con su lógica interna, cada uno más absurdo que el anterior, aunque todos bastante aterradores.
 
Es lo que hay. 
 
 

viernes, 2 de octubre de 2020

corazón contra hígado

Alguien me respondió, hace no demasiados meses, cuando le hice a alguien más un comentario sobre unos versos que había escrito: nosotros no escribimos con métrica, escribimos con el corazón. 

Ah chingá. Y entonces las personas que medimos los versos al escribir y buscamos rimas y ponemos atención a los acentos del verso, ¿con qué escribimos? ¿Será quizá con el hígado? haciendo caso a lo que mi buen amigo Pánfilo decía. Lo dudo en realidad.

Suena estúpido, pero esa pareciera ser la máxima que defienden muchos de los pseudoescribientes de la actualidad. Escribimos puros sentimientos, escribimos con el corazón, es amor puro el que desborda de mis letras, y otras barrabasadas por el estilo. Decía Gavrí Akhenazi en alguna reflexión sobre lo mismo: creen tener el monopolio de los sentimientos.

Porque pregunto de nuevo, nosotros entonces ¿de dónde diablos sacamos lo que escribimos?

 



miércoles, 30 de septiembre de 2020

causas y efectos

 "La estúpida obediencia del efecto a la causa"*
la mítica costumbre de ensamblar coincidencias,
más el deseo perenne por no quedarse solo:
imagina qué sale de esta mezcla que anhela.
 
Que anhela tus mañanas, tus tardes y tus noches,
tus guisos, tu cintura, poder curar tus penas;
tu risa, nuestros juegos, los abrazos bonitos,
las pelis, el vinito, nuestra charla perpetua.

Lo cursi se acumula, las ganas no me caben,
los efectos que cuadro con mis miopes poemas;
la infantil fantasía, pensar que te merezco,
acumulando causas, buscando coincidencias.

Qué puedo yo saber de causas y de efectos,
sólo sé lo que siento, que mutaste mi esencia
en versos al futuro, en risas y detalles:
en saber que te quiero junto a mí siempre cerca.


*este verso es una línea de "Rayuela", me gustó, y vi que era un Alejandrino.
 



lunes, 28 de septiembre de 2020

y entonces

Entonces llanto. Y perdones y abrazos y besos babosos y más perdones y sexo tierno, desgarrado, enamorado, seguro. Y amanecer con la luz del otro entre los brazos. Y perdonarnos y seguir llorando. Y hablar del futuro. Y estar convencidos de que no hay nada más en el mundo que el espacio entre los dos. Y desgastarse el uno al otro de tanto quererse y no aceptarse. Y así.

Esto es de "Todos los días son nuestros", de Catalina Aguilar Mastretta. Sí, ya había escrito sobre este libro que parece ser me impactó más de lo que pensaría.

Me gusta particularmente ese amanecer con la luz del otro entre los brazos. Pienso que luego de tantas lágrimas compartidas, peticiones de perdón honestas y perdones concedidos que esperan estar libres de rencores, quede una luz muy particular donde exista el amor que se le tiene al otro. Amanecer en los brazos del otro, con el rostro cubierto de sudor y lágrimas, con esa cierta paz que viene luego de sortear como se ha podido la tempestad. Y ojalá sea domingo y sólo haya que levantarse a vaciar la vejiga y se pueda volver a ese pequeño edén que se crea en ese abrazo compartido con los besos dispuestos y esperando. Donde nada más importa que el espacio entre los dos.

 



lunes, 21 de septiembre de 2020

somos

 
 
Han pasado tantas cosas, he sentido tantas cosas a ambos lados de lo que puedo sentir: miedo profundo, dolor, un sinsentido al que no le veo los pies; pero también alegría y felicidad, esa que hace que me brote la sonrisa como si me fuera tan fácil hacerlo. Me has dado dolor pero también la mayor alegría. Y la cosa es que llego a tu casa y veo tus ojos claros (llenos de claridad, sin el rencor que te quedaría (o lo que sea que es) libres de todo) y me siento el más enamorado de nuevo. Me diste tanto, tal vez sin darte cuenta. En ese beso en mi mejilla lleno de ternura, ese rodearme con tus brazos dándome a entender que a pesar de todo te sientes increiblemente bien en mis brazos. Y luego tus palabras, ese amarme al odiarme, pienso qué tan grande es lo que sientes por mí que no te quedó más remedio que sacarlo con palabras. 
Han pasado tantas cosas que tendrían que hacerme pensar que si no ha sido un error lo que tuvimos sí sería momento de desterrarte de mi cabeza y de todos esos sueños que me he atrevido a construir, así si los cimientos siguen siendo de algodón. 
No hay lógica alguna, pero esto es amor, no ciencia.

jueves, 17 de septiembre de 2020

los otros autorretratos

Los últimos tres autorretratos son de este año, y creo que cada uno tiene una intención.

Del primero no podría explicar el por qué de esos dos rostros entrelazados, uno más pesaroso que el anterior, pero así quedaron. Un rostro más grande que el otro, a diferente altura, pero ambos mirando a quien los mire. La foto del rostro más grande la tomé luego de derramar unas lágrimas por mi madre que parecía morir, el otro es sólo mi rostro que se resiste a sonreír.

El segundo parece lo opuesto. Estoy muy sonriente a pesar de tener el rostro lleno de golpes: rasguños, moretones, raspones, un corte profundo. Así de sonriente estaba yo enamorado, luego el asunto se jodió de algún modo y me fui de hocico sin meter las manos. La foto la tomó ella, de ahí la sonrisa.

El último es bastante reciente, de hace pocos días, de una foto que me tomé algunos días antes. Por primera vez se aprecia mi cabello largo. Creo que representa un yo más sereno que puede mirar de frente. Me gustó bastante cómo quedó.

En los tres retratos se aprecia, con mayor o menor intensidad, la herida que me hice en la frente, hace un año jugando basquetbol. Una herida significativa.