lunes, 30 de septiembre de 2013

Ganar/ganar: no siempre se puede.


Ganar/ganar

Creo que esto del Ganar/Ganar es una postura ante la vida. Esperas recibir lo mejor, pero debes estar dispuesto a dar lo mejor. Procuras tu beneficio personal, pero no a costa del de los demás. No tratas de abusar de nadie, para salirte con la tuya.

Resulta que aquí en México, no parece ser lo más adecuado. Aquí, mientras tú obtengas lo que quieres, los demás ¡que se chinguen!, ese no es tu problema. Una de las máximas antiguamente era: El que no transa, no avanza. Así que si eres partidario de la justicia y la equidad, con frecuencia abusan de tu bondad, o de tu estupidez.

Le dicen al lic. Sánchez (Pedro Armedariz jr) en la Ley de Herodes:

- ese Vargas es buena persona.
- ¿Cómo que buena persona? - responde intrigado.
–Pues que es medio pendejo.

Este diálogo define perfectamente a lo que me refiero. Aunque todos – bueno no todos, pero si muchos - me dirán, me abrumarán con sus empalagosos y gastados discursos: que no tiene que ser así, que soy un pesimista, porque basta con que cada uno quiera, y las cosas cambiarán; la cosa es que no cambian, y no veo que nadie las quiera cambiar. Salvo cuando difunden frases positivas y empalagosas sobre el porvenir glorioso, pero eso no es querer cambiar, eso es otra cosa.

Es algo que veo todos los días. Desgraciadamente lo veo todos los días. Hace rato, que salí a comer en el coche: vamos todos formados, haciendo fila, y no hay día en que no salga un “hijo de la chingada”, que se cree que él tiene más derecho que los demás y que “él” no necesita formarse. Y el de hoy, además, se indigna cuando un taxista le recrimina su conducta. En la misma calle, una niña regordeta, tiró sin el menor pudor la envoltura del “bon ice” que se acababa de comer: la basura es mía, pero “me vale madres”, me da hueva - o no sé que le podría dar -, guardar la pesadísima envoltura para tirarla en el bote de basura de mi casa. Y la lista es inmensa, esos sólo son dos ejemplos.

Dicen que el sistema te corrompe. Y eso es cierto. Porque llega el momento en que no estás dispuesto a ser el pendejo que sí respeta, el pendejo que sí piensa en los demás, el que no es abusivo. Te cansas. Te vencen. El sistema te absorbe.

Dicen también, que dependiendo el sapo, es la pedrada. Un día te das cuenta que debes ser así de selectivo en tu actuar, que no puedes ser respetuoso y educado siempre. Que a veces te debes convertir también en un hijo de la chingada. No todo el mundo se merece un ganar/ganar.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Recuento de daños


Hace 3 meses que abrí este espacio virtual, que publiqué mi primer escrito en lasletrasdelgilo, escrito que me tomó como 2 semanas redactar. Tengo un sabor agridulce en mi ser, más dulce que agrio, hay que decirlo. La verdad no sé cuánta de la gente a la que invité a leerme lo ha hecho. Pero serán muy pocos. Sólo tengo la certeza de Ileana Maya, una buena amiga. Los que lo han hecho no han dejado ningún comentario, o rastro de haber pasado por ahí.

Por otro lado, sé de gente - de la que no tenía la menor idea que existieran – que lee lo que escribo, y que además les gusta hacerlo. O al menos esa es mi percepción. Eso es satisfactorio, muy satisfactorio.

Personalmente, el blog es un éxito, ya que al menos hasta ahora, no he dejado de publicar. Ya sé que esto apenas comienza. Pero una de las razones más fuertes para hacerlo, de hecho, la principal, fue para obligarme a escribir. Para obligarme a escribir al menos una vez a la semana. Para dejarme de rodeos y decir lo que quiero sin tener que quedar bien con nadie (todo esto está escrito en esa primera publicación). Han pasado 14 semanas y llevo 18 entradas, de las que únicamente hay 2 textos reusados, pero son míos, que eso es lo que importa; así que creo ir por la ruta correcta. Ya incluso he colocado la opción para que les lleguen las entradas por correo, como leí que debe hacerse.

Un fuerte abrazo a Ileana Maya, a Diego Gómez, a Ariff Shanna, a Tania Mariposa, a Yola Luna, a Marta Rosa, a Alberto Rafael León, a Mónica Lorena, a Naysha Edo, a Ximena Chinaleong, a Fernando Serna, a Alejandra Sanders, a Amelia R, a Isaías Medina, a M. Miyares, a Jon K, y sobre todo a Helena Cejuela y a Jessica Marrero, gracias por leer, gracias por compartir.

Y por aquí nos seguiremos viendo.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Sobre sexo y religión (Recuerdos de un excatólico II)




Yo aprendí de pequeño que el sexo era prohibido. Me dieron a entender que era malo. Incluso no se le podía nombrar, ni a él, ni a nuestras partes corporales involucradas en su realización. Una orgía de eufemismos.

Tenía lógica que al ser algo malo, fuera prohibido a los sacerdotes, quienes habían consagrado su vida a Dios. Recuerdo que en el catecismo nos dijeron que ellos se habían casado con la iglesia, lo que sea que eso significara. Entonces no sabía nada de naturaleza humana y necesidades fisiológicas.

Crecí con el tabú del sexo. Deseado por los hombres, despreciado por las mujeres, a riesgo de ser tachadas de putas, aunque para ellas también había lindos sobrenombres. Hablábamos de él en secreto, a escondidas con los amigos, en una perversa complicidad.

Una vez que tienes sexo la perspectiva es diferente. Aunque todos esos fantasmas siguen rondando fastidiosos. Por fin lo has vivido. Por fin sabes qué se siente. Por fin has sentido un orgasmo, aunque no puedas describirlo. La incógnita sobre si acaso eres eyaculador precoz o un campeón entre las sábanas te da indicios de realidad. Pero aún no sabes nada.

Después de un tiempo puedes saber que el sexo es algo hermoso. Una de las cosas más hermosas que tenemos los seres humanos. Es la forma mediante la cual perpetuamos nuestra especie y podemos ser padres y tener descendencia. Mediante el sexo nacemos, existimos. Es el acto a través del que experimentamos el mayor placer físico (bueno, yo no podría describir el placer que da por ejemplo la heroína, pero recuerdo la descripción que se hace en Trainspoting), un placer compartido además.

Entonces, si el sexo es bello, por qué esa negación, esa condena, esa represión:

El sexo es tan malo, que el “salvador” Jesucristo, no pudo nacer a través de él, a través de un acto impuro y feo, de algo soez. Sí nació de una mujer, pero ella no tuvo sexo. Ella se embarazó a través de un acto mágicocósmico, mismo acto por el que también dio a luz; ya que hay que recordar que es una virgen purísima y castísima (que si lo es, no sé por que tanto andarlo recalcando, hasta me hacen dudar), que nació sin pecado original.

Y así podemos ver, que de ahí viene toda esta negación de nuestra sexualidad, de negarnos en nuestra naturaleza más básica, más elemental: Si Cristo no nació a través del sexo, es porque es malo. Así de simple. Si los benditos sacerdotes no pueden (bueno, ya todos vimos que si pueden) tener relaciones sexuales es por lo mismo. Y entonces parece que los que tenemos relaciones sexuales por el puro placer de tenerlas, y no con el fin único de procrear, somos más que pervertidos. Y ahí hubo un inmenso error de planeación: si el sexo era para procrear, no debió ser tan placentero, debió ser doloroso; así sólo quien de verdad quisiera tener hijos los tendría.

Epílogo:


Hay un anuncio comercial en la televisión, que intenta vender unas pastillas para tratar infecciones vaginales. La voz en off de una mujer, indica a las chicas, y no tan chicas, que no deben sentir vergüenza al pedir el medicamento, ya que no sólo a través del sexo se pueden infectar. Así que nadie deberá pensar que son unas “locas” sexuales que tienen una vida sexual activa y pecadora. Incluso, el eslogan del producto sentencia: “el de las niñas bien”. Las niñas bien no tienen sexo. Eso todos lo sabemos.