viernes, 26 de noviembre de 2021

de mi proceso

A pesar de que en los últimos años ha sido algo mucho más común, me sigue sorprendiendo la forma en que se llevan a cabo los procesos de creación en mí; iba a decir que en mi cabeza, pero no sé si sea el único lugar en donde se comienzan y se terminan de acomodar los elementos y las ideas que terminan siendo algo significativo.

Muchas veces me pasa que la primer idea que tengo no se parece nada a lo que termina siendo algo. Casi siempre ese primer impulso por crear algo va transformándose en el momento en que pongo manos a la obra (pocas veces mejor dicho). Pero ahora que lo pienso esto sólo se refiere a mi pintura, y en las dos veces que ha pasado, en los libros de artista, que aunque tienen dentro un poema, ya había sido escrito, así que nada tiene que ver con un proceso de creación.

Porque mi escritura es más inmediata. Tengo la idea de escribir sobre alguna cosa y cuando comienzo a teclear, las ideas se incorporan a lo que voy escribiendo, cuando hay suerte. En ocasiones más desafortunadas hay que estar rascando un poco o bastante más para que las palabras lleguen a la hoja virtual. Algo muy similar a lo que siento con los versos, que parecen salir cuando lo necesitan.

Pero como decía, me sigue maravillando la forma como ocurre el proceso, un proceso del que soy parte y del que a veces soy consciente hasta que ya está ahí frente a mí el resultado. Y es entonces que me doy cuenta que comencé a hacer lo que hice sin haberlo pensado. Es la obediencia a un instinto, es continuar por un camino que de pronto apareció y al que sin dudar me adentré.





lunes, 22 de noviembre de 2021

Hay tantos días en que quisiera tomar el teléfono, buscar tu nombre en el whatsapp y saludarte. Preguntarte cómo estás, y todas esas otras preguntas programadas para esconder lo que quisiera saber pero que ya me convencí de no poder saberlo. Porque no lo dirás. Porque sería demasiado necio e ingenuo si me atreviera a preguntar lo que sé que no contestarás, porque no quieres o porque no crees que me merezco al menos eso.

Creo que desde que nos reencontramos en esas malas circunstancias no había pasado tanto tiempo sin saber uno del otro. O mejor dicho, tanto tiempo sin que yo preguntara por ti. Porque era yo casi siempre el que interrumpía tu día con un mensajito que en su obvia pregunta escondía todo el amor que seguía sintiendo por ti. Sí, incluso después de que me hicieras ver que ya no querías nada romántico conmigo. Porque eso no iba a hacer que dejara de quererte aunque pudiera seguir mi vida sin esa certeza que creía tener y que tan desalmadamente volviste a poner en mi corazón, aunque sabías que era una mentira que necesitabas contarme para que todo saliera como querías.

Y si las cosas no salieron como querías... para qué seguir mintiendo. Pero al menos creo que me merecía una explicación. 

Muchas veces pienso que no volveré a verte, aunque igual y me vuelves a necesitar. Y sabes perfectamente que ahí voy a estar, junto a ti. Si acaso no estoy ocupado. Seguro también lo imaginas.

entropía

Es natural que cuando todo va muy bien te relajes y... todo se joda. Que lo jodas con tu ¿desatención, conformismo, felicidad, indiferencia?, ante la estabilidad deseada.

¿Cómo mantener tu determinación, entusiasmo, afán seductor, cuando parece que eres feliz y que te quieren?

¿Es una tendencia hacia el fracaso? Innata, ineludible, sólo salvada por los que se conforman. Sólo eludida por quienes no aspiran a más que a una normalidad feliz.

Por qué habrías de preocuparte si todo parece ir de maravilla. ¿A quién tendrías que impresionar si crees que ya se enamoró de ti?




miércoles, 17 de noviembre de 2021

Birdman dorado

Me encanta "Birdman". Dejando de lado la maravillosa realización del filme, con esos impresionantes planos secuencia, la historia me parece genial. No creo exagerar en mis adjetivos.

Y supongo que el asunto que trata la película me parece tan relevante porque me identifico con él: tener prestigio antes que fama. La genuina admiración y reconocimiento de pocas personas antes que la aclamación de una multitud ignorante.

Parece que en algunos habita un narcisismo tan peculiar que no se conforma con simple admiración sin sustancia como fondo. 

Y entre las asociaciones que de cuando en cuando se posan sobre mi cabeza, me parece que la premisa de "Birdman" tiene que ver con la preocupación del Jaime Lannister de los libros, que es el mejor personaje de la saga, en mi opinión. 

Jaime es el caballero más heróico pero también el más despreciado. Al que se reverencia cuando pasa, debido a la casa a la que pertenece como por su insuperable habilidad con la espada, pero del que se hacen bromas y burlas y se desprecia una vez que se ha marchado. 

Vociferar sobre el deshonor del Matarreyes hace que te sientas de súbito un poquito más honorable, como criticar al supuesto actor sin talento que sólo pudo interpretar a un superhéroe, remendará alguna otra carencia nuestra.





viernes, 12 de noviembre de 2021

La timidez de los árboles

 


- Existe un fenómeno llamado “timidez de los árboles” según el cual sus copas no se tocan… Son un claro ejemplo de respeto al espacio de los otros.
- ¿Dices que deberíamos aprender de ellos?
- Es la naturaleza manifestándose ¿no? Sobreviven y conviven respetándose…
- A distancia…
- La justa y necesaria para ser.
- ¿Insinúas que no podrían ser si se tocaran?
- No lo sé… Serían… distintos, seguramente. Y supongo que habrá una importante razón para que no lo hagan.
- ¿Y tú eres uno de ellos?
- ¿Yo? No, ¿por qué?
- Porque no estás tocando mi copa y a mí me da frío esta distancia.

 

Este es un hermoso texto de mi amiga Alís Gómez que describe un ideal. El ideal de una relación de pareja, al menos desde mi punto de vista. 

La distancia justa y necesaria para seguir siendo, a pesar de estar unidos sentimentalmente a alguien. Que nadie tenga que renunciar a nada por estar con alguien. Estar uno al lado del otro como los árboles, ahí, dispuestos para cualquier cosa pero respetando nuestra individualidad.

Pero con los toques pertinentes y necesarios para nosotros que sí necesitamos el contacto físico: caricias, abrazos, besos, sexo; las manos enlazadas al cruzar las avenidas y el abrazo infinito luego del gozo carnal en un amor que no intente poseer. Los brazos que sin saber como confortan en los momentos tormentosos.

Teóricamente se lee sencillo.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

la vida y el beisbol

El pasado mes de octubre, igual que en ese mes de otros años, escribí algunas entradas relacionadas con el beisbol, en cuyo mes precisamente ocurren las finales de la temporada de MLB. Un mes de drama y emoción para los que disfrutamos con el rey de los deportes.

Mi memoria ya no funciona como me gustaría y cada vez más seguido me juega malas pasadas. Quería hacer una analogía entre lo que pasa en un campo de beisbol y lo que pasa en nuestra vida, pero ahora que reviso, me puse a hablar de otra cosa. Sí, relacionado a ello, o eso creo, pero no lo que en un principio quería decir y que ahora veo. La cosa es que no me he quedado con las ganas de escribirlo esperando que salga como debería.

Sí hablé en una de esas entradas sobre el peso de la suerte en un juego de beisbol. Con algunas décadas a cuestas puedes darte cuenta que muchas historias de éxito tienen como ingrediente primordial a la suerte, que no habrían sido posibles sin ella: el Homo ecce de Borja, Cincuenta sombras de Grey, Yalitza Aparicio, entre otros miles de ejemplos. O dosis de suerte pequeñas como que el autobús llegue en el momento preciso en que llegas al paradero o que en la reunión a la que fuiste con tus padres llegue una chica de tu edad con la que tendrás que convivir unas cuantas horas.

Dejando a la suerte de lado en su veleidoso andar, pese a lo que en estos tiempos muchos vociferan, somos seres sociales y necesitamos de los demás para convivir, como especie nos estamos hechos para estar solos. Ya hablaba en esa otra entrada sobre que además de algo de suerte el pitcher que lanza un juego sin hit necesita el apoyo de todo su cuadro: que roben en hit, que hagan la gran jugada, que no pifien o fallen un tiro; aunque el mérito es sólo suyo. Igual que acá, cuántos tienen ideas y hacen cosas pero son otros los que se apuntan el crédito, todo el crédito.

Puedes batear un triple y quedarte esperando en la antesala porque ninguno de tus compañeros pudo llevarte a home. Puedes tirar ese gran partido y ver como el bullpen se cae tirando con ellos lo que hiciste. O al revés, puedes no salir en tu mejor noche pero aun así ganar el juego porque tus compañeros han hecho demasiadas carreras.

Podría seguir escribiendo y pensando ejemplos en un ejercicio demasiado ocioso. Sólo diré que como bien se dice el pitcheo es la clave del juego. Y mucho de él se basa en engañar. Igual que en la vida.




lunes, 8 de noviembre de 2021

perspectivas

Me causaba un problema, no sé ahora si decir que cierta ansiedad, que las vidas de los personajes de las series de televisión siempre terminaran en desgracia. Habia  una posibilidad de hacerla, de lograrlo, de salir del hoyo, de triunfar inesperadamente... pero nunca pasaba. Al final siempre algo salía mal y todos volvían a ser desgraciados. Y se llegaba a estar tan fantásticamente cerca de esa soñada meta que la decepción era, obvio, mucho más estrepitosa.

Ahora pienso que quizá todo ese cúmulo de fracasos era una educación que debíamos tomar y aprender para saber cómo iba a ser nuestra vida. Esa era la base real, la del fracaso, no la de todas las películas que veíamos con finales felices en vidas envidiables, donde por alguna mágica razón, la chica perfecta y bellísima prefería estar con el tipo común y corriente que nos representaba a todos los nadie. Y en esos pobres referentes basábamos todas nuestras expectativas.

Hace poco releía un cuento de Juan José Millás acorde a este divague:

    Ya de pequeña, en los primeros años de mi infancia, comprendí que el ser humano está más dotado para la infelicidad que para la dicha. Por eso me llamaba la atención ver como hombres y mujeres, desde edades muy tempranas, se afanaban por labrarse un futuro feliz. Naturalmente, cuando llegaba el futuro –vacío de placer, pero rico en desventura– caían en profundas depresiones, pues habiéndose preparado para enfrentar la dicha, ignoraban de qué manera se debe manejar el infortunio.




miércoles, 3 de noviembre de 2021

cursilerías

"Yo soy un tipo increíblemente cursi, y no lo lamento porque, al igual que el humor, creo que sé potenciar mis cursilerías y mis romanticismos a veces muy baratos y, de alguna manera, convertirlos en otra cosa, una especie de fuerza incontenible de los sentimientos, esa capacidad prodigiosa de reír o de llorar que tienen las gentes sencillas, y que tanto les envidiamos los intelectuales. Mi romanticismo es de baja ley; todavía hoy una balada escocesa cantada con la voz engolada que corresponde, me arranca lágrimas, y una vez por semana salgo llorando del cine o del teatro, es realmente horrible, pero tan hermoso". 

Me siento extraordinariamente identificado con lo dicho aquí por Julio Cortázar en una carta de 1973, donde habla sobre Rayuela, particularmente aquí, sobre el romanticismo de la obra.

Aunque me cueste hablar de mí y definirme, supongo que siempre vendrá a mi mente que me cosidero cursi, que soy cursi. Y que he salido muchas veces de la sala de cine con los ojos todavía mojados por las lágrimas derramadas, y sí, que me parece horrible y lindo, con tendencia sobre lo primero. Tantas veces me parece exagerado cómo me brota la emoción por los ojos. 

Por el ojo. Mi ojo izquierdo, mi ojo llorón. Necesito un grado de emoción superlativo para que me lloren ambos ojos.

Y aunque guarde mis distancias con Julio, alguna que otra vez he convertido eso que cargo dentro en otra cosa. En algo valioso, bello, incluso no me pesa decir sublime; esa fuerza incontenible de los sentimientos a la que se refiere Julio en la carta. 

Lo siento en estos últimos tres años, tanto con los autorretratos como con los versos, pero quizá sólo ahí.

Sé que no tiene nada que ver, pero Julio murió el día que cumplí cuatro años.