miércoles, 10 de noviembre de 2021

la vida y el beisbol

El pasado mes de octubre, igual que en ese mes de otros años, escribí algunas entradas relacionadas con el beisbol, en cuyo mes precisamente ocurren las finales de la temporada de MLB. Un mes de drama y emoción para los que disfrutamos con el rey de los deportes.

Mi memoria ya no funciona como me gustaría y cada vez más seguido me juega malas pasadas. Quería hacer una analogía entre lo que pasa en un campo de beisbol y lo que pasa en nuestra vida, pero ahora que reviso, me puse a hablar de otra cosa. Sí, relacionado a ello, o eso creo, pero no lo que en un principio quería decir y que ahora veo. La cosa es que no me he quedado con las ganas de escribirlo esperando que salga como debería.

Sí hablé en una de esas entradas sobre el peso de la suerte en un juego de beisbol. Con algunas décadas a cuestas puedes darte cuenta que muchas historias de éxito tienen como ingrediente primordial a la suerte, que no habrían sido posibles sin ella: el Homo ecce de Borja, Cincuenta sombras de Grey, Yalitza Aparicio, entre otros miles de ejemplos. O dosis de suerte pequeñas como que el autobús llegue en el momento preciso en que llegas al paradero o que en la reunión a la que fuiste con tus padres llegue una chica de tu edad con la que tendrás que convivir unas cuantas horas.

Dejando a la suerte de lado en su veleidoso andar, pese a lo que en estos tiempos muchos vociferan, somos seres sociales y necesitamos de los demás para convivir, como especie nos estamos hechos para estar solos. Ya hablaba en esa otra entrada sobre que además de algo de suerte el pitcher que lanza un juego sin hit necesita el apoyo de todo su cuadro: que roben en hit, que hagan la gran jugada, que no pifien o fallen un tiro; aunque el mérito es sólo suyo. Igual que acá, cuántos tienen ideas y hacen cosas pero son otros los que se apuntan el crédito, todo el crédito.

Puedes batear un triple y quedarte esperando en la antesala porque ninguno de tus compañeros pudo llevarte a home. Puedes tirar ese gran partido y ver como el bullpen se cae tirando con ellos lo que hiciste. O al revés, puedes no salir en tu mejor noche pero aun así ganar el juego porque tus compañeros han hecho demasiadas carreras.

Podría seguir escribiendo y pensando ejemplos en un ejercicio demasiado ocioso. Sólo diré que como bien se dice el pitcheo es la clave del juego. Y mucho de él se basa en engañar. Igual que en la vida.




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