martes, 7 de noviembre de 2023

Memorial de la niña mala

Mis dos lecturas previas a "Washington square" son dos historias de amor, protagonizadas por dos mujeres tan distintas como se pueda imaginar. Resumiendo: la mujer que te da todo sin pedir nada porque te ama y la mujer que quiere todo y no está dispuesta a dar nada a pesar de todo lo que le des.

La primera de "Memorial del convento" de José Saramago, uno de mis dos favoritos; la segunda, la fatal, de "Travesuras de la niña mala" de quien igualmente siempre he disfrutado mucho leer, también premio Nobel: Mario Vargas Llosa.

No diré que he disfrutado los dos por igual porque será mentira, pero ambos me han dado mucho placer, con el deseo por seguir leyendo dejando las series esperando.

Y me he identificado mucho (no sé si exagero) con el protagonista de la historia del peruano, con el mediocre pichiruchi cuya mayor ambición es vivir en París con un trabajo que lo mantenga y le permita sus poco deseables placeres en el cine, el teatro y la ópera.

Pero se le atraviesa esa "niña mala" y no habrá reflexión ni decepción posible que la quite del pedestal de la obsesión que le construyó desde adolescente. Que no lo haga pensar que luego de todo lo hecho se merece un poco de cariño: "...no vacilaba en buscarme, convencida de que no había dolor, humillación, que ella, con su infinito poder sobre mis sentimientos, no fuera capaz de borrar en dos minutos de conversación".

Pero qué puede hacer si la ama. Y el amor da sin esperar a cambio nada. 



2 comentarios:

  1. No he leído ninguno de los dos. Así que no puedo opinar.
    Tan solo que es cierto lo que dices, el amor de verdad no pide nada a cambio. Se entrega y ya. ❤
    Besos.

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  2. No sé si el amor es dar sin esperar nada a cambio. Coincido en que debemos dar sin esperar nada a cambio, sí, pero cuando siempre lo hacemos y no recibimos nada, se produce un desequilibrio que tarde o temprano tendrá sus consecuencias.

    La mujer ideal probablemente sea un término medio entre esas dos que defines.

    Hace mucho que no leo a Saramago, pero siempre me encantó.

    Un abrazo

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