viernes, 25 de mayo de 2018

Preguntas



Me preguntaste una vez si acaso te perdonaría una infidelidad. No respondí. 

Quería decir que sí, que no creía que eso fuera más grande que nuestro amor. Que un amor así, bonito, no podía ser derrumbado por una calentura y una necesidad de venganza; pero no dije nada. 

Tú tampoco insististe y en dos segundos ya estábamos hablando de otra cosa. Creo que habrás pensado que igual que tú pensaría en la disolución inmediata, aunque tampoco creo que lo hicieras. Aunque no lo sé.

Pero, más que de la ruptura hablabas de cortármelo si descubrías mi traición. Cosa que más que miedo me daba risa. Y entre risa y broma, con mis manos ocupadas en ti, no dije nada.

Ahora que lo pienso (y no tengo una puta idea de por qué pienso en eso ahora) creo que no te dije lo que pensaba porque no quería que tuvieras ese poder, el poder de contar con mi perdón. Y sé que es una estupidez porque te conozco, y porque hablamos de tantas cosas con tanta confianza, que por eso es que días después me quedé pensando en el porqué de mi silencio.

Y aquí estoy ahora, tecleando sobre eso.

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