“El
pasado es historia, el futuro es un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso
se llama presente”.
Maestro Oogway
Siempre me han gustado las películas de dibujos animados. Sigo
viendo con mucho gusto Dumbo o La espada en la piedra, mis favoritas de
la infancia. Ya estudiaba la preparatoria cuando con mi amiga Elba fui a ver Mulán, una de mis favoritas. No vi Toy story en el cine, pero desde Bichos he ido a ver todas las cintas de
Pixar, la mayoría el día en que se estrenan. La primer película que vio mi hijo
fue Ratatouille, tenía un año recién
cumplido. Así somos de necios los padres primerizos, y a veces los segundizos también. Sobra decir que cuando
era niño todas estas películas eran de Disney. Pero qué puede uno hacer si es
así de cursi.
Creo también que algunas de las mejores películas que he
visto en los últimos años han sido de dibujos animados. Películas con historias
fantásticas, que me dejan con una gran sonrisa: Ratatouille, el viaje de Chihiro, Las trillizas de Belleville, Wall-e,
Megamente, Los increíbles, Ralph el demoledor, Cars, Toy Story 3 o el Kung Fu
Panda, por mencionar algunas de las más memorables. Debo agregar ahora La gran aventura de Lego, que vi
recientemente.
El Kung fu Panda me encanta. Creo, sin exagerar, que es una
película filosófica, sobre todo, todos los diálogos de Oogway, la súpersabia
tortuga. Con una historia increíble sobre ser quienes somos, así, sin más. Quien
más podría ser el guerrero dragón
sino alguien profundamente enamorado del kung fu, no importando que se trate de
un panda panzón, comelón y perezoso.
Recuerdo haber leído una nota en el periódico, sobre la
molestia del gobierno chino, al contemplar una obra que sublimaba de tal forma
muchos aspectos de su cultura, realizada por norteamericanos. Asombro y
admiración. Algo de envidia también.
Y podría hablar muchísimo más sobre esa película, pero la
principal razón por la que escribo esto, es porque la película me da la
oportunidad de comunicarle a mi hijo que no necesita nada para triunfar, sin
importar lo que desee hacer. Todo lo que necesita ya lo trae con él. “No hay un ingrediente secreto”.
–“Acuérdate del Kung fu Panda, todo está dentro de ti”, le repito, esperando
que lo asimile y lo tome como si fuera religión.
Y la segunda parte, es igual de buena. Otra joya.
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