Fuimos a ver Her la
semana pasada (ahora antepasada). El primer guión original que filma Spike
Jonze. La verdad es que tenía muchísimas ganas de verla (el tráiler me atrapó),
y, afortunadamente, me dejó muy satisfecho. Pensaba antes de ir a verla: Cómo
va a resolver este asunto del amor por un Sistema Operativo, de forma que sea
creíble. Yo me lo creo. De hecho, me parece demasiado coherente todo su relato.
Había disfrutado de dos magníficas películas dirigidas por el
señor Jonze, claro que ambas con guiones del magistral Charlie Kaufman (Quieres ser John Malcovich y El ladrón de orquídeas (Adaptation)).
Después dirigió la adaptación de Donde
viven los monstruos (Were the wild things are). Su trabajo ya fue
reconocido merecidamente con el Oscar a mejor guión original. Pienso que es una
película redonda. Donde todo fluye de la mejor manera.
Pero bueno, este escrito no tiene tanto que ver con Her, aunque a quien no la ha visto se la
recomiendo muchísimo. Más bien, el ir a verla, me incitó a comentar un poco sobre
esas historias magníficas, esos guiones de verdad “originales”, que hacen que
las 2 horas que pasaste en la sala de cine, valgan demasiado la pena. Esas
películas con historias perfectas e inéditas.
Historias como Old boy
de Park Chan Wook, El origen (Inception)
de Cristopher Nolan, o Eterno resplandor
de una mente sin recuerdos (Eternal sunshine of the spottles mind) de
Michel Gondri, Hable con ella de
Almodóvar, Pulp fiction de Tarantino
(bueno, casi todo Tarantino), Abre los
ojos de Alejandro Amenábar, Pi de
Darren Aronofski o El reino bajo la luna
(Moonrise kingdom) de Wes Anderson, por mencionar sólo algunos de estos grandes
filmes, realizados sobre una premisa original, salida únicamente de la cabeza
de un guionista.
Hay varias más. ¿Cuáles recuerdan ustedes?
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