“Los nietos son amansa abuelos”, dicen en mi familia. Sobre
todo después de ver la transformación vivida por mi abuelo; tan duro con sus
hijos, ablandado por sus nietos. Esos “locos bajitos” que todo pueden, que
sacan sonrisas de las facciones más duras e inamovibles.
Pienso que es una bendición para una persona el poder
disfrutar de sus nietos, el poder gozarlos, poder vivir a su lado, en su
compañía. Convertido el abuelo en amigo y cómplice, de aventuras y travesuras;
el cómplice perfecto, ese que no fallará.
Le escribí a mi padre en un libro que le regalé, que mi hijo
era muy afortunado por tenerlo a él, pero mucho más él por tener a Gil, por
gozar de su cariño y compañía. Por dejarse endulzar la existencia, por
permitirse jugar como niño, como tal vez nunca pudo, tirado en el suelo, sin
que nada más importe.
Y el tiempo invertido ha tenido su recompensa. Cuando Gil
llega a la casa, corre a buscarlo, a asustarlo, a sorprenderlo. De su abuela ni
se acuerda, sin tiempo no hay recompensa; es su abuelo a quien le jala los
bigotes y con quien jugamos a las escondidas, creo que nunca lo había hecho.
Me hubiera gustado tener una relación cercana y amigable con
alguno de mis abuelos. Mis circunstancias fueron otras. Yo fui el nieto “diez y
tantos”, ninguna novedad, ni siquiera el primero de mi casa; hay tantos primos
antes que yo. Pero además, mi familia nunca fue asidua visita en casa de
ninguno de los abuelos, no como otros, que pasaban por ahí cada ocho días,
incluso quedándose todo un fin de semana.
Me molestan mucho las quejas sobre que los abuelos de ahora
deben cuidar a sus nietos, ante la imposibilidad física y/o económica de los
padres: A nosotros nadie nos ayudó, sentencian. Claro, esto lo dice quien no lo
vive. Mi querida tía Lupita, estuvo hace unos años muy mal de salud, pensamos
que se nos iba. Ya repuesta, cuidaba a sus 3 nietos, los llevaba al kínder, les
daba de comer. Mi prima le dijo que ya no le iba a llevar a sus 2 hijos, para
que pudiera descansar: “Si me quitas a mis niños me muero, ellos le dan luz y
felicidad a mi vida, además me mantienen ocupada”. Y aunque la querida Lupita
muchas veces se pasa de solapadora y consentidora, pienso que es invaluable lo
que ella puede vivir con sus nietos, con sus “lupillos”.
Y en este mundo moderno, de realización personal profesional,
donde una chica que se embaraza es además de estúpida, inconsciente; hay tantos
esperando poder conocer la dicha de ser abuelos.
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