lunes, 8 de septiembre de 2014

Herencias (genio y figura...)


Cuando era niño, en la familia me decían que me parecía a mi padre. Que era igualito a él, físicamente hablando. La verdad es que yo no me lo creía, no encontraba ningún parecido físico, no veía eso que todos observaban tan claramente.

Al crecer, en la adolescencia, me di cuenta que era idéntico a mi padre, sólo que no físicamente, sino en su forma de ser. Era exactamente igual a él. Muy a mi pesar. Creo que ya he contado la vez que mi madre me soltó colérica, molesta, harta: Eres igual a tu padre; y yo socarrón, le contesté: Pues a quien querías que me pareciera, tú te casaste con él. Ella lo eligió.

El primer paso, o al menos uno de los primeros para cambiar algo, es darnos cuenta de la situación o el problema. Yo sé todo lo que no me gusta de mi padre. Yo sé todo lo que no me gusta de mí. Y si soy sincero, sí creo que he podido cambiar algunas cosas que me he esmerado en cambiar. Otras muchas ahí siguen. Algunas pernoctando levemente, esperando la más ligera oportunidad de hacerse presentes. Otras, se dejan ver sin el menor pudor, no lo conocen.

La verdad es que nunca he tenido una buena relación con él. Nunca nos hemos llevado bien(De niño le temía, a sus gritos y sus golpes. Claro que lo quería, como todo niño quiere a su padre: que los papás así son: regañan y pegan). Creo que por eso me esmero tanto con Gil.

Él siempre se llevó mejor con mi hermano. Cuando hacía trabajos en la casa, la mayor parte de las veces le llamaba a él para que lo ayudara, porque pasaba un mejor rato en su compañía. Mi hermano no veía lo que yo un día descubrí, mi hermano pensaba que mi padre me consentía, al no llamarme a trabajar, no pensaba que lo hiciera porque prefería estar con él que conmigo.

Alguna vez se lo comenté a Daniel en una borrachera (in vino veritas), no contestó nada, me dio la razón. Pienso que se ve reflejado en mí y no le gusta lo que ve. Yo tan él, Daniel tan diferente.

Cuando vi El gran pez, nos vi reflejados. En cuanto a la distante relación entre padre e hijo, que ahí ellos dos son muy pero muy diferentes. Se la regalé en una navidad.

Iba a hablar de la libertad que tenemos. La cierta libertad que se nos concede al ser de tal o cual forma, por herencia, por ¿signo zodiacal?, por temperamento. Iba a hablar de mí en relación con mi padre, con respecto a eso.


Mi madre decía: si tienes fuerza de voluntad puedes ser diferente. Usa toda tu fuerza de voluntad e intenta dibujar como yo lo hago, le respondí, te aseguro que nunca podrás.


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