Hace 14 años, Alejandro González Inárritu
sorprendió al mundo con “Amores perros”, una historia cruda y sin concesiones
que unía la historia de tres personas a partir de un accidente de automóvil.
Ésta sería la primera parte de una gran trilogía, complementada por “21 gramos”
y “Babel” (recuerdo que al salir de la proyección de “Babel” me sentía muy mal,
con el estómago revuelto), las tres cintas, escritas por el también mexicano
Guillermo Arriaga.
Después del éxito de estas tres películas
hubo un rompimiento entre Arriaga y González Iñárritu, supuestamente el primero
le reclamaba a González Iñárritu que lo relegaran a un segundo plano, muy lejos
de donde estaba el director, siendo que él era el autor y responsable de las
grandes historias de las tres películas. En su opinión, Alejandro se las había
apropiado.
Cada uno continuó por su lado. Guillermo
Arriaga escribió y dirigió una película que a mí no me gustó en lo absoluto: “Fuego”
(The burning plain), y que pasó sin pena ni gloria, mientras que Alejandro ha
hecho dos magníficas películas: “Biutiful” y “Birdman”, ambas coescritas por él.
Hoy Alejandro González Iñárritu –imagino
que estará resacoso, quizá ebrio todavía–, ganó un Globo de oro, precisamente
por el guión original de “Birdman”, y probablemente también se quede con el
Oscar. Y es uno de los pocos “autores” mexicanos. Me da mucho gusto por él.
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