lunes, 14 de enero de 2019

Escribiendo a diario

Por alguna razón que me resulta difícil ver con claridad –en este tiempo de calma–, en los días finales del año pasado, mientras recorría una de esas grandes tiendas donde venden grandes productos en botellas realmente grandes, me topé con una mesa llena de agendas, agendas que nunca he sabido usar correctamente. Agendas grandes y pequeñas, llenas de dibujos o sobrias, con calcomanías e ilustraciones. 

Rodeado de todas estas libretas llenas de fechas y calendarios se me ocurrió que podría conseguir una para escribir en ella una especie de diario. Para plasmar con mi letra cualquier idea sobre cualquier cosa todos los días del año. Una entrada por día. Como señalan las hojas de la agenda. Una idea, un pensamiento, un trauma o frustración; la conclusión de la sesión de terapia o la salida al cine con ella. Eso que acabo de subrayar en el libro que leo. Cualquier cosa.

Apenas van a cumplirse dos semanas pero todas las hojas están llenas de mis a veces ilegibles garabatos. Y... no sé, pero me parece un buen ejercicio.


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