“Alguien que te ame a pesar de conocerte”. Parece la cosa más
fantástica que te podría ocurrir, que alguien sienta amor por ti a pesar de
conocer quien eres, o una buena parte de tu persona.
Encontrar a alguien de
quien te enamoraste, y quien, por alguna coincidencia cósmica o una simple
casualidad también te ama, con quien construiste ese puente indestructible
(quisieras) cimentado en palabras y franqueza mutua; con heridas lamidas mal
remendadas, y tiempo, el tiempo que todo cura y todo hornea, que también quita las máscaras.
Eso escribí. Que la mayor dicha que alguien podría experimentar
era que alguien lo quisiera a pesar de haberlo conocido.
Varios años después me quedo pensado si yo me amo a pesar de
conocerme. No se puede amar lo que no se conoce como tampoco se puede conocer
lo que no se ama. Y ahí llegan los argumentos, las preguntas: ¿me conozco? ¿qué
tanto de mi persona real conozco en realidad?, y entonces, cómo puedo amarme si
ni siquiera me conozco.
¿Cómo intentar amar a alguien sin ser capaz de amarme a mí?
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