Hace algún tiempo escribí lo que se suponía era un artículo para un sitio literario. Creo que el sitio ya no publica material, así que estas letras no vieron la luz del internet. Lo divido en dos porque es algo largo.
En torno a la Autopublicación
Después de más de cuatro años ininterrumpidos escribiendo un blog,
topándome con artículos y posteos sobre cosas de escribidores y escritores, y
sobretodo, después de haber autopublicado un libro, es que puedo escribir estas
breves líneas sobre la autopublicación. Es mi perspectiva, lo que yo he visto,
lo que viví. Espero le sea de utilidad a alguien.
El panorama
En la actualidad cualquiera puede publicar un libro. Y esta
afirmación no es exagerada. Cualquiera que conozca la manera de hacerlo y/o
tenga el capital para financiarlo puede ver su nombre impreso en la portada de
un libro.
La realidad es esa. Cualquiera puede publicar un libro aunque no
cualquiera pueda escribirlo. Me refiero a un libro que valga la pena publicar,
no a algo que escribes para que lo lea tu familia y tus amigos más cercanos; algo
que quizá sólo leerán forzados por el cariño que te tienen, por obligación.
Me refiero a publicar el libro que te gustaría leer, o el que en
caso de llegar a tus manos, seguirías leyendo hasta la página final. No el que
botarías molesto, pensando, ¿quién ha escrito esta mierda?
En estos días, ya no es necesario seducir a una editorial ni
prender veladoras a la virgen predilecta (aunque al parecer todas son la misma)
para poder tener en las manos nuestro libro. Existen varias posibilidades para
cumplir el anhelo de tener nuestro libro publicado. Autopublicado, eso va
quedando claro.
Las editoriales
Son por muchos de nosotros conocidas las historias sobre la
reticencia de las editoriales para publicar autores nuevos. Pero seamos justos,
en un país en que se lee tan poco no parece un buen negocio apostar por este
joven (o no tanto) entusiasta. El mercado es veleidoso y las modas cambiantes.
Quizá sea mejor seguir publicando historias de vampiros adolescentes y
narraciones de amores entre zombis y marcianos. El mercado manda. También está
el asunto de los libros digitales que van ganando terreno a pasos enormes. Y lo
queramos o no, una editorial es un negocio.
Algunos conocemos de experimentos realizados, en los que se ha
enviado el manuscrito de un texto exitoso, con nombres y lugares cambiados, que
ha sido rechazado por varias decenas de casas editoriales, algunas,
evidentemente, sin haber siquiera sacado el montón de hojas del sobre que las
contenía. Aquí un buen artículo de Isaac Belmar al respecto. http://www.hojaenblanco.com/el-sorprendente-asunto-de-los-manuscritos-rechazados/
Pero, quién podría saber cuál será la nueva 50 sombras de Grey o el nuevo Harry
Potter. Mejor ir a la segura con los autores que ya se conocen, con el
subgénero de moda o cumplir el capricho del sobrino del dueño de la empresa que
dice que es escritor. No hay por qué arriesgar. De todos modos, las
estadísticas dicen que en este país cada vez se lee menos.
Así que, habiéndonos rechazado una docena de editoriales (en caso
de que seamos optimistas y hayamos decidido imprimir nuestro escrito), bueno,
decir rechazado es elegir una palabra digna. Sería más preciso decir ignorado,
porque una gran mayoría ni siquiera tienen la cortesía de estrellarte la puerta
en la nariz con la negativa, de obsequiarte el rechazo. La mayor parte ni
siquiera lee lo que les has entregado. Únicamente adquieren nuevas hojas para
reúso.
Gandallismo editorial
Sólo hace falta echarse un pequeño clavado al buscador de internet
para ver algunas de las muchas posibilidades con las que contamos para tener
nuestro libro publicado. Hay empresas que ofrecen sus servicios para “hacer tu
sueño realidad”, editoriales con planes abusivos a la caza de noveles e
ingenuos escritores y sitios dedicados a la autopublicación.
Muchas editoriales se han dado cuenta del nicho de mercado que se
ha abierto entre los aspirantes a escritores y los escritores que quieren ver
su trabajo impreso. Y, como parte de la misiva en la que se ven en la pena de
rechazar tu escrito por cualquier causa, te ofrecen la posibilidad de una
coedición o copublicación de tu obra con otra supuesta sucursal de su empresa.
Palabras elegantes para decirte que si en verdad quieres ver tu libro publicado,
deberás pagar por él, porque ellos no están dispuestos a hacerlo. Al que quiera
azul celeste que le cueste.
Envié los datos de un supuesto libro a una de estas bondadosas
editoriales cumplidoras de sueños, para calar más o menos su nivel de
gandallez. Comprobé que son demasiado abusivos. Haciendo cuentas, en esa supuesta
coedición era yo quien iba a pagar por todos los gastos del tiraje. Además, te
hacen firmar un contrato en el que por la venta en librerías recibirás un “magnánimo”
7% por regalías, así que en caso de que tu libro sea un fenómeno literario ya
te jodieron. Aunado a esto, te “impulsan” a realizar el mercadeo necesario para
publicitar tu libro, porque no va a venderse solo: encárgate de que te conozcan,
dicen. Difícil decir que no a tan tentadora oferta.
Aquí la experiencia que relata un amigo español. En todos lados se
cuecen habas. https://jmcuadernodebitacora.blogspot.com/2016/07/otra-mala-experiencia.html
Entonces, a autopublicar
se ha dicho.
Así las cosas, ante la imposibilidad de contar con un sello
editorial que respalde nuestro trabajo y evadiendo las tentadoras ofertas para
copublicar nuestro texto, debemos recurrir a la mentada autopublicación.
Debo decir que cuando mi texto ya estaba listo para ser impreso y
conociendo lo que sabía de la industria editorial, mi primera intención fue ir
directamente a publicarlo por mi cuenta. Pero el gusanito del ego es poderoso e
influyente. ¿Qué tal que a alguna editorial independiente le interesa
publicarlo? ¿Qué tal si algún editor lee por casualidad mi historia y le
agrada? ¿Qué tal que gano el concurso de esta otra editorial? Igual es chicle y
pega. Si esto sucediera, no tendría que ser yo quien pague por la impresión . Y además, en esta realidad en la que estamos inmersos “vale”
muchísimo más un libro que provenga de una editorial que uno que publicamos
nosotros mismos.
La opción que tenemos es recurrir a una plataforma de
autopublicación.
Pero las plataformas de autopublicación, sean de impresión bajo
demanda o de otro tipo, sólo buscan clientes, personas interesadas en usar sus
servicios de impresión. El contenido de los libros que impriman poco les
preocupa, únicamente quieren tu plata. A fin de cuentas son simples negocios. Más
negocios.
Hay que decir también, que muchas de estas plataformas ofrecen la
publicación gratuita de tu libro. Así
que nunca había sido tan fácil. Lo único que tienes que hacer es enviar tu
archivo con las especificaciones que te pidan y ellos lo tendrán disponible
para cuando tú o alguien más quiera adquirirlo. Aún no está publicado, eso será
hasta que alguien pague. A lo que se referían con publicarte gratuitamente era
a albergar tu manuscrito en sus archivos. Pero si buscamos el libro en su
catálogo, aparece publicado: la magia de la red. Ya podríamos presumirlo.
Entonces, no importa si nuestro libro no conoce la sintaxis, no
importa si está retacado de faltas ortográficas o si tiene incorrectos signos
de puntuación; no importa si tiene errores de dedo, o si tu dislexia como a mí
te juega malas pasadas. No importa tampoco si estás escribiendo la historia más
sosa, llena de clichés y pésimamente escrita. La puedes publicar. Nadie te lo
impedirá. Mientras pagues, se pondrá a trabajar la imprenta para que tu escrito
vea la luz.
En estos sitios hay incluso quien se atreve a preguntar si al
publicar tu libro alguien revisará que esté correctamente escrito. La respuesta
es no, por supuesto. Esos servicios, de corrección de estilo y corrección
ortotipográfica, de maquetación, se pueden adquirir, pero esos sí tienen costo.
Entonces ya no es gratis. Y si no es gratis, no nos interesa.
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