La vida es difícil, pero
es más difícil si eres pendejo, dice Odin
Dupeyron. Alguien más, dijo que si lo
pendejo doliera todos viviríamos en un grito. No sé quién habrá sido pero
parece acertado el diagnóstico: todos. Y otro ha dicho también, que para pendejo no se estudia. O sea que,
resumiendo, la mayoría estamos jodidos y nada radiantes.
Y es que cuando miras a la humanidad (que tiene demasiada poca
humanidad, en lo que se supone que la palabra significa), cuando te miras al
espejo y no tuerces la mirada, sí, eso parece. Somos unos pendejos.
Hay que aclarar para los compañeros sudamericanos, que cuando digo
pendejo lo digo como sinónimo de
imbécil, no como sinónimo de chiquillo. Porque aunque Lennon dijo acertadamente
que dentro de cada hombre hay un niño (i know you understand the little child
inside the man), este no es el caso.
Creo que ser pendejo es parte de nuestra naturaleza, aunque hay
quienes se pasan de pendejos, y eso
ya es decir bastante. Recuerdo a cierto entrenador de beisbol que de la nada
llegó a querer deslumbrarnos con sus historias fantásticas; una vez que enseñó
el cobre, nuestro querido Don Rigo (nuestro entrenador) nos señaló que ese
señor había nacido el día de San Pendejo.
Entonces lo entendimos todo.
Entonces uno va por la vida pendejeando. A veces mucho, a veces poco, pero siempre topándonos con pendejos que sobresalen del resto.
Hay de todo bajo el sol, lamentablemente, siempre sobresalen los peores.
ResponderEliminarUn gran abrazo y beeeso, querido Gildo.
Pues sí mi querida amiga. Gracias por estar.
ResponderEliminarAbrazos y beeesos.