Una de las cosas que más se valoran en estos tiempos
facebookeros, es la originalidad. Una “supuesta originalidad” que te vuelve
especial, que te separa del resto de los mortales: tan comunes todos nosotros. Intentar
ser único y especial a cualquier precio, a cualquier co$to. La cosa es que, son
supuestamente “originales”, copiando a alguien más. Pero además, se molestan
cuando ya son muchos los copiones. Esperaban ser los únicos. Los únicos
copiones: qué buen oxímoron.
He escuchado demasiadas veces a personas -cercanas y
desconocidas-, diciendo que tal canción les gustaba, pero que ya no les gusta,
porque ahora “a todos les gusta”. Porque ahora está “súper choteada”. Se
sentían tan pero tan especiales cuando eran los únicos, o uno de los
poquísimos, que conocían esa canción o a ese grupo; que ya no les gusta porque
dejó de ser “underground”. Ahora cualquiera escucha su música. La cosa es muy
sencilla: escribe tu canción, y no se la enseñes a nadie, para que nadie más la
conozca.
Por ejemplo, he visto invitaciones a blogs que se jactan de
ser “el blog diferente a todos los demás”, “en el que encontrarás lo que en
ningún otro blog”. El hecho de leer esa infame invitación, es el repelente que
me hace alejarme. Difícil hallar algo más snob.
El nombre “Unique” (única) tiene más de 200 variantes en su
escritura[1]. Los
padres se han preocupado no sólo de buscar un nombre que evoque la originalidad
de su hija, sino que además, se escriba de forma única, diferente a todas las
demás. Conocí a una chica llamada Alexandra, no Alejandra, le pregunté el
porqué de su nombre. Se llama así en honor a Alejandra Guzmán (qué original),
sólo que su papá quería que su nombre fuera especial, así que le cambió una
letra.
Mi correo electrónico es de Hotmail. Hace poco, a ese
respecto, alguien me dijo despectiva: @soy muy común. Pues sí lo soy, le
contesté. O qué tener un correo diferente me haría especial
Lo más absurdo del caso es que a quien realmente es diferente
a los demás, se le critica, se le margina, se le discrimina. Quien por una
convicción o ideología no cabe dentro del mismo molde, se convierte en un
paria, un inadaptado.
Le agrego un extraordinario soneto escrito por mi compañero Jorge Ángel Aussel, inspirado por mi reflexión.
La originalidad
La originalidad es ser tú mismo
incluso cuando actúes los guiones
que otros escribieron —actuaciones
en contraposición al histrionismo—,
con la espontaneidad del aforismo,
la transparencia de las emociones,
la sencillez que entrañan los botones,
la amplitud sempiterna del abismo.
Es ser uno en el Todo, todo en uno,
igual a los demás —como ninguno—
y diferente —como somos todos—.
Formamos parte de los mismos lodos,
pero sería absurdo el universo
si, al ser soneto, le restara un verso.
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