lunes, 8 de octubre de 2018

de herencias y relaciones

Una de las ideas enraizadas que tengo (me gustaría decir "que tenía" pero parece que no es así) es que soy idéntico a mi padre y completamente diferente de mi madre.

Debe ser feo y decepcionante ver que ese niño al que pariste tiene todos los defectos que aborreces de tu marido, y que por más que lo miras no se parece ni tantito a ti (ni físicamente).

Debe ser frustrante pensar que fuiste tú la que decidió casarse con él justo un segundo después de que le gritas con odio a tu hijo: Eres igual a tu padre. Porque a él si puedes gritarle, con ese niño puedes desahogarte cuando ante el otro no puedes alzar la voz porque podría golpearte.

¿A quién más podría parecerme?

Me he desviado de a donde quería ir. Erik diría que es interesante el camino que tomé, aunque no me diría por qué.

La cosa es que, hace ya más de un año (ah jijo) en una sesión Erik me dijo: a ver explícame eso de que eres distinto a tu madre porque yo te veo igual. Eres igual a tu mamá.

La verdad es que pensé que bromeaba. Ahora sé que nunca bromea. También pensé que lo decía para ver mi reacción, como probándome. Pero la idea de la broma fue la que se me quedó en la cabeza. Luego, como siempre, me ocupé de otras banalidades.

Meses después lo comprendí. Toda esa parte narcisista de mi persona puedo verla en mi madre. A eso se refería Erik.

A veces es difícil ver con tanta claridad.


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