sábado, 20 de octubre de 2018

La novela y Javier Marías


¿Cómo definir a la novela?

Si intentara responder esta pregunta seguramente cantinflearía más de lo acostumbrado, me parece complicado ponerla en palabras exactas, entendibles para cualquiera.

Creo que es, como bien apunta Javier Marías: un género híbrido y flexible de algo no sucedido, que no ha tenido lugar en la realidad; la forma más elaborada de la ficción. Un género tan huidizo como abarcador cuyas mayores virtudes son su flexibilidad y su libertad, mismas que pueden resultar también su talón de Aquiles.

Javier Marías elaboró dos discursos –para mí grandiosos– respecto a este género maestro de la literatura, están como notas finales de sus novelas Mañana en la batalla piensa en mí (1995) y la última edición de Los dominios del lobo (1999) que fuera su primera novela, publicada cuando tenía tan sólo diecinueve años en el 71. El primero es el discurso pronunciado al recibir el Rómulo Gallegos y el segundo una reflexión llamada Contra la costurera y el decorador, escrito tras la nueva edición de la novela.

Marías habla de todas las posibilidades que tiene una novela basado en esa flexibilidad y libertad que tiene a partir de la hibridación, la imaginación y, por supuesto, el talento del escritor. Y si la novela es ese gran género huidizo y abarcador no es posible que sea encasillada con un manual de instrucciones:




Es así que "las más notables y perdurables obras dadas a la historia por ese género poco definible y mal definido siempre, son obras que se han apartado sin vacilaciones de la convención y ortodoxia a que se lo ha querido ceñir a menudo, para así acotarlo, restringirlo, empequeñecerlo y trivializarlo". Porque por alguna razón nos gusta encasillar las cosas y tener etiquetas para todo.

Una novela no sólo cuenta –también dice Marías–, sino que nos permite asistir a una historia o a unos acontecimientos o a un pensamiento, y al asistir comprendemos. Nos comprendemos. Y al empezar a leer, el autor cede su lugar al narrador, quien nos toma de la mano y nos conduce por el inesperado sendero.

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