martes, 13 de noviembre de 2018

el que espera II

A pesar de que el mundo se nos ha vuelto una colección de inmediateces, donde parece que nadie está dispuesto a esperar por nada, acá en mi tierra la gente sigue siendo impuntual por convicción, y sí, no nos queda otra opción que esperarlos.

Ni la inmediatez del streaming en banda ancha, del skipe o de una conversacion whatsapp intercontinetal han podido contagiar al mexicano impuntual que sigue llegando tarde a todos lados, y lo peor de todo (peor para los puntuales), que se molesta en extremo si se le reclama la hora a la que ha llegado: "Ya no hagas dramas, ya estoy aquí". Bueno, ya dijo alguien que la mejor defensa es el ataque, así que el pedido por la extinción de los dramas puede venir antes que el reclamo del que tuvo que esperar.

De nada sirve que se haya repetido veinte veces que el camión partía a las 9:30 en punto estuviera quien estuviera. Diez minutos antes de las 10 nos mirarán de forma bastante desagradable cuando pidamos que ya parta el autobús: "Ya casi llegan, me acaban de avisar". "Aaaay, no seas así, ni modo que nos vayamos sin él", y más pendejadas por el estilo.

Luego esos mismos impuntuales no pueden creer que no hayan alcanzado el tour o el tren al haber llegado "únicamente" dos minutos después de la hora señalada, aunque hubiera imbéciles que llegaron treinta minutos antes, de los que no se enteraron debido a su habitual tardanza. "Qué mala onda no nos esperaron".

Más que irónica me parece tonta esa actitud de impaciencia frente a la tecnología mientras quieres que te sigan esperando, porque, pues, así eres. Y no vas a cambiar.


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