martes, 18 de febrero de 2020

tristes días de febrero

Es triste verte así, tan decaída; tan delgada, tan pequeña, tan ralentizada. Tú que no podías quedarte quieta, ni podías entender cómo tus Giles pudieran pasar tanto tiempo sentados jugando a cualquier cosa. Tú que recorrías las aceras tan deprisa, haciéndome sentir tan increíblemente lento, sin comprender de dónde venía tal rapidez.

Es tan difícil ver a la gran mujer que conocieron tus hijos, la que los llevaba y los traía a todos lados, la extraordinaria vendedora a la que nos acostumbramos a ver siempre reconocida, siempre con los máximos honores. La que logró cada cosa que se propuso, la líder de tantas otras mujeres que pronuncian tu nombre con su admiración a flor de labios. La mujer que hizo creer a tu hijo más pequeño que las mamás no se cansaban, cómo no haberlo pensado, si la suya era incansable.

Es triste ver que estás muriendo. No me engaño, estás muriendo. Sólo quisiera que al hacerlo no sufras. Pienso que te mereces una partida sencilla y con el menor dolor posible, que has hecho demasiado por demasiada gente como para habértelo ganado. Aunque también creo que la vida no es justa.

Imagino a muy pocas personas que hayan logrado lo que lograste tú, que partiendo de la nada hayan hecho casi todo, que se pasearon por medio mundo, la mayoría de las veces sin gastar un centavo; pero vencer a la muerte es asunto complicado. Incluso venciste al cáncer, y la verdad es que en esos días nunca pensé que te nos fueras, cómo, si esta terca y decidida mujer logra todo lo que quiere. Pero el hijo de puta esperaba su venganza y te tomó por sorpresa.

7 comentarios: