Creo, y esto lo digo únicamente basado en mi experiencia, que
cuando te conviertes en padre, intentas hacer eso que tu padre no hizo,
probablemente porque no pudo. Me explico. Mi padre y sus hermanos eran 11. Así
que nunca tuvo regalo de día de reyes (mi abuelo no podía comprar tantos
obsequios). Motivo por el que una de sus principales preocupaciones siempre fue
que el Día de reyes, mientras tuvimos esa ilusión, fuera un día especial, con
muchos juguetes y pura felicidad. Él no lo pudo vivir, se esmeró en que sus
hijos sí lo vivieran.
Por su educación y por otras razones, mi padre no es ni era
un hombre muy cariñoso. Un padre que nos abrazara y nos dijera que nos quería,
que nos amaba, así sin mas, sólo por decírnoslo. Que en lo que respecta a lo
material, nunca nos faltó nada. No teníamos lujos, pero jamás faltó lo necesario.
Entonces, yo creo que esta es la razón por la que yo soy así con mi hijo. Es
algo que yo no tuve, y quiero que él sí lo tenga: un padre amoroso (a veces
empalagoso), que se la pase abrazándolo y diciéndole cuánto lo ama. Que siempre
tenga tiempo para él.
También sería justo decir que somos de generaciones
diferentes. De visiones paternales muy distintas.
Él mismo decía que los nietos son amansa abuelos. Eso lo oyó de su padre. También le escuché decir
que lo lógico era que amaras más a tus nietos que a tus hijos –pero eso fue
antes de que se convirtiera en abuelo–, ya que era un hijo de tu hijo, y era
lógico hacerlo.
Me da demasiada alegría saber que todo ese cariño que tal vez
no nos dio a mí y a mis hermanos se lo da ahora a mi hijo, amor a manos llenas.
Además está el plus del tiempo y los recursos económicos que pueden tener los
abuelos para dedicar a sus nietos, recursos de los que carecían para sus hijos.
Estos son dos recuerdos lindos con mi padre y mis hermanos,
de cuando éramos niños:
Con mi padre viajábamos en autobús, en el camión. Como
vivimos en la calle principal del pueblo, el camión pasaba exactamente enfrente
de la casa. Cuando nos podíamos sentar todos juntos, para que no nos
aburriéramos, mi padre hacía un pequeño juego con los boletitos del camión:
doblaba los 4 boletos, de forma que quedaran todos iguales, los revolvía entre
sus dos manos y nos daba a elegir, ganaría quien pudiera elegir su boleto. Era
un juego demasiado sencillo, pero a mí me gustaba y me entretenía (de más está
decir que los celulares no existían). Nunca pude doblar los boletos tan
parejito como él lo hacía.
Las veces que iba por nosotros a la escuela, nos preguntaba:
-Nos vamos en taxi o nos comemos un helado. No recuerdo alguna vez en que
hayamos elegido el taxi, así que cada vez que pasaba por nosotros terminábamos
sentados en la banqueta de la heladería, saboreando nuestro helado, los 4
juntos. Otras veces que pasaba a recogernos nos llevaba al Sindicato de
electricistas, donde jugaba frontón de dinero, con otros electricistas. Casi
nunca nos quedamos a verlo jugar, porque mi hermano y yo siempre hallábamos
algo en lo que entretenernos, entre lo que se encontraba jugar al frontón, en
alguna pared libre dentro del sindicato.
Cuando ganaba toda la partida nos iba bien a todos (o sea,
cuando ganaba dos o hasta tres encuentros seguidos, ya que el perdedor pedía el
doble o nada). No sé cuánto es lo que se jugaba por encuentro, pero entonces,
nos compraba una caja de Duvalines o de Carlos V, en una dulcería muy grande
que estaba en la misma calle del Sindicato. El olor de una dulcería siempre me
transporta a ese entonces enorme palacio donde te llenabas los ojos de mil
posibilidades y colores y sabores. Además del orgullo de saber que mi padre era
un gran jugador.
Recuerdos verdaderamente hermosos. La infancia se llena de aprendizajes de por vida. Muchas gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti Jessica. Ya quiero leer otro cuento tuyo.
EliminarA todos nos cuesta reconocer y sobre todo recordar las cosas buenas de nuestros padres. Siempre tendemos a recordar las carencias, sean afectivas, materiales, etc.
ResponderEliminarMe parece hermosa la herencia de amor que les estás dejando a tus hijos. No solo por darles lo que tu no pudiste recibir como te hubiera gustado(o necesitado) sino porque les dejas los recuerdos y agradecimientos de las cosas buenas que tus padres te dejaron. Saludos!
Muchas gracias por tus palabras Ignacio. Sin haberlo planeado ya estaba yo escribiendo sobre esto. Son sobre todo recuerdos lindos, las carencias se reconocen, pero no se recriminan, no al menos en este aspecto. Un abrazo.
EliminarYo tengo mala memoria, sin nada que compartir. Por el contrario, tengo programadas unas "sesiones" de historia con mi mamá para que cuente cosas e historias chistosas sobre nuestro pasado y todo y todo... resulta que tengo planeado grabarla sin que ella se de cuenta, quiero documentarlo todo y que sea muy natural...
ResponderEliminarSaludos...
Saludos Diego, pues me parece fantástica la idea y le dará mucha más espontaneidad. Un abrazo.
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