La semana pasada murió Gabriel García Márquez, a principios
de año lo hizo José Emilio Pacheco. Dos grandes escritores latinoamericanos,
que gozaron del reconocimiento público y de los conocedores. Que nos han
brindado, en mayor o menor proporción, buenos momentos, a quienes nos gusta
leer.
En estos “tiempos facebookeros” (y de todas las demás redes
sociales), son muchos los que lamentan su partida, los que hablan de la pérdida
que sufrió la literatura y el mundo. Que exhiben públicamente cuanto lamentan la
partida de estos grandes escritores. Aunque también he visto lindos homenajes,
sinceros y sentidos.
Ambos, ya de “edad avanzada” (me gustó este eufemismo para
ponerlo aquí, jajaja), habían creado sus mejores obras, y, afortunadamente,
habían también sido reconocidos por ello.
El mejor homenaje que les podemos hacer, como ya muchos han
dicho, es leer sus obras, o si es el caso, releerlas. Es ahí donde nunca
morirán, es ahí donde vencieron a la muerte. Donde la han traspasado.
No puedo lamentar que hayan muerto, o sentirme triste porque
haya ocurrido su muerte. Porque no los conocí. No eran mis familiares, ni mis
amigos, ni siquiera mis conocidos. Sí he leído y disfrutado algunas de sus
obras, pero eso es todo. Sólo espero que no hayan sufrido demasiado, quienes
nos regalaron tantos buenos momentos.
No lamento su muerte, agradezco su vida.
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