martes, 11 de junio de 2024

dos



En 2020 se estrenó "Los dos papas", película que hasta donde recuerdo recibió nominaciones al Oscar por película y actor, y que una vez vista por mi madre se convirtió en una de sus predilectas.

Hace algunos días tuvo ganas de ver una película, pero yo no encontraba algo que le pudiera gustar a ella (probablemente nuestras preferencias cinematográficas sea uno de los aspectos donde se notan más nuestras diferencias). No encontraba esa película bonita que me había pedido en Netflix, pero recordé de pronto que aquella cinta que tanto disfruta era de esa plataforma, así que no debía preocuparme porque aún fuera parte de su no muy buen catálogo.

Y entonces la vi con ella. Por fin la vi. 

Y no era que en mi ateísmo la rehuyera, sólo no había coincidido alguna vez que la vio antes.

No sabía o no recordaba que era de Fernando Meirelles, de lo que me enteré al final. Pero como había esperado, me gustó bastante, por razones nunca enunciadas por mamá las veces que a ella se había referido.

Minutos después de que terminó me vino a la cabeza que ella es Benedicto y yo Francisco, Jorge para ser más exacto, no he tenido aún que convertirme en Francisco. 

Yo soy el de los zapatos viejos y la ropa desgastada que tanto le molesta ver, yo soy el que hace las preguntas incómodas que no quiere escuchar.

3 comentarios:

  1. Imposible verla... estuve sumida en el catolicismo (queriendo y sin querer) tres cuartos de lo que llevo de vida y no me han quedado más ganas.
    Pero coincido contigo, mucho más de Francisco que de Benedicto, aunque ambas figuras tan aparentemente opuestas sean en el fondo bastante parecidas.

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  2. Se le ha dado un trato muy injusto al actual Papa y es lamentable. Es el único que se ha enfrentado a la mafia de la iglesia. Es digno de admiración, se tenga religión o no.
    Un abrazo.

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  3. Antes me reía y burlaba, pero la calle y el contacto humano con personas religiosas y creyentes, me puso en mi lugar y me cayó la boca: lo importante es juzgarlos por sus actos, no tanto por sus creencias. Mientras sean buenos samaritanos, sus creencias pasan a segundo plano. Aunque claro, como todo en la vida, hay excepciones: cuando esas creencias les llevan a actuar de forma que atente contra la declaración universal de los derechos humanos, estamos en problemas.
    Va un abrazo, Gildardo.

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