martes, 25 de noviembre de 2014

Te doy mis ojos.



Ver Te doy mis ojos es doloroso. Sobre todo si conoces a alguien que vive o vivió algo similar. Sobre todo si has escuchado a tu madre o tu abuela, una y otra y otra y una vez más, argumentando lo que esgrime tan convencida la madre de la protagonista. Duele saber que conoces a alguien así.

Duele creer que alguien diga que aunque le peguen la quieren. O que porque la quieren le pegan. O que esa tunda que se han llevado la tenían merecida. Peor aún: Es la voluntad de dios, la cruz que me tocó cargar.

Ver Te doy mis ojos es doloroso, pero es necesario. Es una película tan bien construida, que incluso invita a verla de nuevo. Una película que no da concesiones, ni un final feliz, porque generalmente en estas circunstancias no hay finales felices. No aboga por la bondad del ser humano, mas bien conoce las debilidades de las que adolecemos.

Es triste, pero real. Las personas difícilmente cambiamos.




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