domingo, 6 de febrero de 2022

Cosas de la vida

Al paso de los años me he dado cuenta de que tengo madera de acumulador. Aunque al menos, para compensar, puedo decir que soy algo prudente o demasiado codo, según desde donde se le mire, porque han sido muchas las veces que aunque tengo el dinero conmigo, decido no comprar eso que quisiera adquirir, porque me parece que ya compré demasiado, entre alguna otra razón. 


Aquí está un botón, o en realidad varios. En la imagen se ven pocos libros, pocos comparados con los que poseo, muy pocos comparados con los que me gustaría tener. Bastante pocos en comparación con las películas que se ven y con las que tengo. Pero la muestra ahí está: una acumulación quien sabe qué tan sana de libros, películas y figuras de Mate, que tampoco son todas las que tengo.

De algo me he dado cuenta al mirar algunos videos de Youtube de pintores, sobre todo de gente que pinta acuarela. Y es que comparten ese razgo acumulador conmigo. Claro, además del gusto por pintar con acuarelas. 

He podido ver que poseen varios estuches o sets de pintura. Y seamos un poco objetivos, para qué necesitarían más de un set de pinturas. Con un solo juego se pinta y si acaso hace falta aquel más pequeño para viajar con él. Y no se necesitaría más. Pero en esos videos los pintores muestran sin el menor pudor todos los estuches, sets y tubos de pintura que tienen, guardados generalmente, porque sólo utilizan uno en su trabajo cotidiano.

Ahora que veo mi colección de películas, puedo ver que hay muchas de las que no me importaría prescindir, de las que me pregunto por qué compré y que habría preferido guardar mi dinero o comprar otra cosa. Pero creo que sólo alguien que cojea del mismo pie sabe lo difícil que es abstenerse y lo persuasivo que es el impulso de querer tener más de eso que tanto te gusta. Quieres comprarlo y tenerlo, luego puede quedarse arrumbado.

Creo que además del placer que da adquirir y acumular esos objetos hay también un culto enorme hacia ellos, un culto a los objetos que te regodea al tenerlos y mirarlos y saber que ya son tuyos. Y supongo que también debe estar metido en la ecuación la necesidad por comprar que nos creó el consumismo.

 


Pero como dije antes, creo que mi caso no es tan grave. Aunque también pienso que si tuviera mucho dinero no me detendría a pensar en si es pertinente comprar una versión distinta de algo que ya tengo. Siendo honesto. Sin embargo, como dije arriba, los últimos años me han visto refrenarme en la realización del voraz deseo. Por ejemplo, me abstuve de comprar una caja de 150 Prismacolor cuyo precio era una ganga; tengo una de 48 colores que hace bastantes meses que no ocupo. Aunque fue muy difícil no ceder a la tentación de hacerlo.

3 comentarios:

  1. Creo que esa es la parte más complicada, la del autocontrol. Porque teniendo la posibilidad y no quedando mal financieramente nada te detiene para comprar otra cosa y otra y otra. Pero creo que puedo decir que me autocontrolo bastante ahora.
    Abrazos amigo.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja que no te lea Marie Kondo que le da un patatús. A mi gusta el aire bohemio y ecléctico que dan ciertas colecciones.
    PD: Adoro los creyones, Prismacolor es una de las mejores marcas, recuerdo que a mis cinco años me regalaron una de 60 y aún hoy la recuerdo como uno de los mejores regalos que he tenido en mi vida.
    Un abrazo Gilo!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Supongo que sí es bastante ecléctico ver mis Mates junto a ciertas películas, jajajaja.
      Pues mira creo que con esos 48 lápices debe ser suficiente, pero ver esa caja de 150 a ese precio fue demasiado tentador.
      Abrazos.

      Eliminar