lunes, 21 de febrero de 2022

George, Dios y la Muerte


 

Me gusta mucho la forma como George R. R. Martin juega con la muerte en Canción de hielo y fuego:

    Sólo hay un dios y su nombre es muerte. Qué le decimos a la muerte: Hoy no.

    Una de las siete caras del Dios de la fe de los Siete es El Desconocido, o sea la muerte.            Del que no se habla y al que no se invoca

     Los hombres sin rostro adoran al Dios de muchos rostros, que, sin tener que pensarlo              mucho, parece evidente que es la Muerte.

Y si hemos puesto un poco de atención, vemos con claridad que George eleva a la muerte al rango de deidad. Cosa que me parece muchísimo más lógica que la mayoría de las historias divinas que se cuentan por el mundo. Yo he dicho más de una vez para escándalo de mis acompañantes que si acaso le llegara a rezar a algo, le rezaría a la muerte, a la Santa Muerte, para ser más precisos. Porque aún sin haber visto aquel capítulo donde Syrio Forel le habla a Arya sobre esa única deidad, me parecía con todo el sentido del mundo pedir ayuda o misericordia o lo que fuera a quien puede terminar con tu vida. Como bien dijera la antigua primer espada de Bravos: Hoy no.

Me parece pertinente colocar aquí el Romance que le escribí hace poco más de dos años a la también llamada Señora blanca:

La muerte llega otra vez,
-no debiera ser sorpresa-,
de hecho nunca está lejos
pero llega y nos aterra;
cual si fuera el mismo diablo
el que saluda sin pena.

Llega siempre tan pausada
impasible, tan serena;
no tiene prisa, sí calma,
el tiempo juega con ella.

La divierten nuestros gritos
se regodea en las quejas,
y aunque sonriendo se mofa
de nuestra infantil rabieta,
tantas veces se pregunta
el origen de esta treta
en que se descalifica
la razón de su existencia.

Si ella es la única justa
la que nunca se vendiera,
la implacable, la imparcial,
nuestra insobornable jueza;
la que no entiende reproches
ni llantos que chantajean.
Pues la muerte es el contrato
lo único que nos queda,
y que a todos nos hermana,
lo que seguro nos llega.

También lo que desde niños
en sueños nos atormenta.
Y por eso nuestros miedos
y por eso tanta pena,
el desastre que aparece
cuando menos se la espera;
la incongruencia de pensar
que la vida será eterna.

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