lunes, 10 de septiembre de 2018

de Normalidades



Fui hace pocos días a ver la segunda parte de Mamma Mia, y quizá para mucha gente sea una revelación mayúscula, pero me gustan bastante los musicales. Este en particular (Mamma Mia) me gustó mucho. 

No voy a hablar ahora de las razones por las que disfruto de una película llena de canciones y bailes, ridículos en realidad, si nos detenemos a pensar en ello; ni hablaré tampoco de esta película en particular, aunque si lo pienso llevo bastante tiempo sin hablar de algún filme.

Lo que me llevó a estar ahora tecleando pensamientos no del todo inconexos fue una secuencia musical en la primera parte de la película, un baile llevado a cabo dentro de un restorán (donde Donna y  Harry jóvenes se conocen un poco más). 

Dentro de los comensales de este establecimiento y quienes se convertirían en improvisados bailarines había una mujer en silla de ruedas, que al igual que todos los otros, disfrutaba dando vueltas al compás de la música sin preocuparse por la silla que la acompañaba.

Me quedé pensando en que hace pocos años una escena de esta naturaleza sería imposible: incluir a alguien no considerado "normal" en una película. Muchísimo menos en un musical.

Y me alegra la idea de que en una escena que supone normalidad (aunque todos bailen y canten) se pueda incluir a personas distintas en cuanto a su motricidad y capacidades físicas. Porque también me vino a la cabeza que para mí era una situación casi extraordinaria ver en la calle a un ciego o una persona en silla de ruedas cuando era niño. Porque a esa edad uno piensa que la realidad te la muestran en la televisión , y lo medios, claro, en general no voltean a realidades poco estéticas.

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