lunes, 17 de septiembre de 2018

frases y calenturas


Hablando de frases, y de ir a la cama o de la posibilidad de ello, recordé a cierto personaje de la ficción que perdió todo precisamente por una calentura. Bueno, un enamoramiento. Pero es que, como bien señala otro adagio popular: hormona mata neurona, o como diría una de mis tías: un par de nalgas jalan más que un par de bueyes; aunque la señora que le ayuda con el aseo de su casa sustituye en el dicho a las nalgas por un par de pelos. Y ahí ya van incluidos todo tipo de fetiches, que los pelos pueden estar en cualquier parte del cuerpo de la fémina en cuestión. Recordemos El lado oscuro del corazón: "por tus bigotes".

¿Y quién es este hormonal personaje que cayó en desgracia por no saber contenerse? Rob Stark, el primogénito de Eddard Stark, quien no sólo sería célebre por no haber perdido una sola batalla en su cortísima incursión militar sino por la cruel forma en que perdió (así) la vida.

Pero es que en el caso de nuestro desafortunado joven lobo también se le atravesó la rectísima herencia paterna que lo obliga a hacer lo que cree que es correcto: ya sea tirar al caño su compromiso matrimonial a pesar de ya haber recibido los beneficios del acuerdo, o cortar la cabeza del jefe de uno de los clanes más poderosos y perder el apoyo de todo su ejército.

Es que no todo es bueno o malo. Debe uno saber hacerse de la vista gorda ante ciertas circunstancias. Podía haberse casado en secreto y cumplir con sus obligaciones de rey y conservar esas "amistades" que tienen más utilidad que cualidades, porque así es la vida. No se puede tener todo.

Pero esas son otras cosas. El asunto es que nuestro Rey del norte perdió la guerra y la vida por una simple calentura. O enamoramiento, que no hay que ser tan vulgares.

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