martes, 25 de septiembre de 2018

El Poeta


Este es un encuentro de poesía emergente. Para poetas de todos los rincones decía la promoción que me hizo llegar Lucía; para versos libres, despojados del enquilosado uso de las atantes rimas. Tengo confianza. Cómo no tenerla si cientos de likes me avalan. Me encanta ❤ el material que traigo, un poema romántico, quizá algo cursi, pero está perfecto, no se sabe cuántas chicas lindas estarán escuchándome, y el romanticismo siempre llega donde debe tumbando todas las poses. No tengo ni pizca de nervios. Ya han dicho mi nombre, me toca subir al estrado a leer mi poema.

Comienzo a leer. Intento dotar mis palabras del sentido romántico del poema.

Apenas estoy pronunciando los primeros versos pero puedo sentir las miradas sobre mi rostro, y algún murmullo también. Entre verso y verso miro a la audiencia.

Hay personas que se miran cómplices, con la mirada repleta con la pena ajena que les provoca mi elocución. Otras no pueden evitar la carcajada que les pintó la cara pero por decencia aprendida se tapan la boca, aunque la enorme risa no puede taparse con la apenada mano que también parece ser parte del bochorno. No hay rostros indiferentes como tampoco los hay de aprobación. Hay incredulidad, asombro y burla, burla en todas sus vertientes, las tímidas y las despiadadas, las crueles y las inocentes.

Termino de leer mis versos por una necedad estúpida que no entiendo, si los colores de mi rostro se sienten como si los estuviera viendo y escucho lo torpe y atormentada que se escucha ahora mi voz. Bajo del estrado pero mi incomodidad es mayor. Se escuchan dos o tres aplausos ralos que mueren pronto. Ya no hay más letras tras las que resguardarme, con las que protegerme a mi manera. La vergüenza y la humillación se agolpan en mi cabeza con mi cara como marco y es evidente para todos, mucho más para mí. Todos me siguen mirando fascinados, algunos todavía ríen. Pobre pendejo, escucho decir a uno no tan bajo como hubiéramos querido ambos mientras paso a dos mesas de donde lo divierto junto a una chica que le celebra la corriente apreciación. Soy la rarísima atracción de un circo de pueblo, nadie ha quedado indiferente.

¿QUÉ HA PASADO CHINGADAMADRE? ¿Por qué me trataron así?

Nunca había sentido lo que estoy experimentando ahora. Una vergüenza tan grande. Ya está leyendo el siguiente participante pero todavía hay gente que me mira como maravillada.

¿Y todos los que me dicen que mis "poemas" les encantan dónde estaban? ¿Por qué esta gente se burló tan cruelmente de mí?


–Mira Juan. La próxima semana hay una presentación de nueva poesía y es aquí en la ciudad. Deberías ir. 
–Oye está padre. Igual y me lanzo.
–Deberías ir. Es entrada libre. Sólo hay que llegar media hora antes del evento para anotarse.


Antes de que pase un minuto desde que Juan leyó la última palabra que Lucía escribió ya ha posteado en su muro de facebook la invitación al encuentro de poesía que ésta le hizo llegar. Diez minutos después, tres personas lo animan para que vaya a compartir su "poesía" con el mundo.

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