martes, 4 de septiembre de 2018

intimidades


Escuché alguna vez, que a cierta persona tardaron en detectarle la deficiencia en su visión, debido a que nadie sabía que no podía ver bien las cosas que se encontraban lejos, hasta el momento en que, demasiado tarde, se descubrió su condición de miope. El argumento de esta persona fue que ella pensaba que todos veíamos borroso lo que estaba lejos: "lo que está cerca es nítido, lo que está lejos se ve borroso", fue su lógica.

Pasa que de muchas cosas no tenemos referencias para saber si eso que sentimos o vemos es lo normal. ¿Cómo saber que lo que experimentamos es distinto a lo que los demás ven o sienten? Yo nunca vi nada raro en mis manos hasta que me hicieron ver que parecían manos de mujer, no sólo por la forma sino por el tamaño. Mido 1.80 mts pero el tamaño de mis manos es el mismo que el que tienen las manos de mi hijo.

Qué se le va a hacer. Llegué tarde a la repartición de manos. Nunca pude tomar un balón de basquet como hacían varios de mis amigos de la prepa. Aunque una amada mujer, en su papel, decía que eran manos acariciadoras. Algo es algo. 

Bueno, esas son cosas sin importancia. Pero qué pasa cuando eso que sientes es algo vil y despreciable, un sentimiento que te hace avergonzarte y sentirte una mierda. En específico: cuando alguien experimenta una desgracia y tú sientes un oscuro placer. Hasta te espantas. Es un pensamiento que quitas de tu mente lo antes posible, aunque ya has saboreado el gusto con el que venía. Aunque no lo aceptes.

A mí me pasó, en este caso, que en vez de pensar igual que en los ejemplos anteriores –que era algo que todos los demás sentíamos–, lo opuesto. Creer que era yo un ser malévolo y despreciable. ¡Cómo puedo sentir placer ante la desgracia de una persona cercana y querida! Ante el propio señalamiento y la vergüenza lo convertí en un secreto. Nadie tiene por qué saber lo vil que puedo ser internamente. Me avergonzaría demasiado confesarle a alguien ese oscuro secreto.

Y siguiendo la misma lógica anterior, si este despreciable sentimiento es algo común a la especie humana (una especie vil) todos los sentimos, al mismo tiempo que todos lo escondemos, porque a todos nos avergonzaría que alguien más se enterara de lo que nuestra alma es capaz de sentir. Así que vamos por la vida sin poner sobre la mesa vilezas ni vergüenzas. Y todos tan felices y sonrientes.

Todo este divague viene de unas líneas de Dostoievski. Un alivio. Ya me había puesto caretas oscuras:

... los inquilinos, unos detrás de otros, retrocedieron, empujándose hacia la puerta con esa emoción íntima de satisfacción que siempre se observa, hasta en las personas más allegadas, a la vista de la imprevista desgracia del prójimo, y de la que no se libra hombre alguno, sin excepción, no obstante el más sincero sentimiento de piedad y simpatía.

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