He visto cosas la última semana que me hacen reconsiderar lo que pensaba sobre la estupidez humana y la imbecilidad del mexicano (son mucho mayores de lo que pensaba). Cosas que no creería si alguien me las contara, no dentro del contexto actual. Qué les digo. Así es una inmensa mayoría en este país tan alejado de dios pero tan cercano a los yanquees. A pesar de la virgencita.
Es tan irreal escuchar a la gente, a estas alturas de la pandemia, decir que no están seguros de que esto sea real, pero que por si las dudas hay que obedecer. O escuchar a alguien más decir que es el gobierno el que está regando el virus a propósito, pero bueno, de esa persona he escuchado estupideces peores.
Salgo la noche del viernes pasado a buscar algo para mi madre, camino hasta el centro del pueblo y me encuentro con una normalidad un tanto escalofriante. Aquí no pasa nada. La gente sale a comprar comida a tenderos que no usan cubrebocas y si acaso la mitad de la gente los trae puestos.
El día anterior, día del niño, todos los locales de una cadena de pizzas baratas tienen filas de al menos ochenta personas. Yo vi dos. En la más cercana a mi casa, al menos la gente respetaba el espacio en la fila, en la otra no, quizá porque comenzó a llover, quizá no. Lo mismo pasó en tantos otros lugares, ahí están las fotos en la red para comprobarlo.
Ya no hablemos de los cientos de fiestas realizadas, clandestinas o bastante públicas.
Es tan irreal escuchar a la gente, a estas alturas de la pandemia, decir que no están seguros de que esto sea real, pero que por si las dudas hay que obedecer. O escuchar a alguien más decir que es el gobierno el que está regando el virus a propósito, pero bueno, de esa persona he escuchado estupideces peores.
Salgo la noche del viernes pasado a buscar algo para mi madre, camino hasta el centro del pueblo y me encuentro con una normalidad un tanto escalofriante. Aquí no pasa nada. La gente sale a comprar comida a tenderos que no usan cubrebocas y si acaso la mitad de la gente los trae puestos.
El día anterior, día del niño, todos los locales de una cadena de pizzas baratas tienen filas de al menos ochenta personas. Yo vi dos. En la más cercana a mi casa, al menos la gente respetaba el espacio en la fila, en la otra no, quizá porque comenzó a llover, quizá no. Lo mismo pasó en tantos otros lugares, ahí están las fotos en la red para comprobarlo.
Ya no hablemos de los cientos de fiestas realizadas, clandestinas o bastante públicas.
Hoy hablaba por teléfono con mi madre y tampoco se lo creía mucho. Me desesperaba intentando convencerla de que tienen que cuidarse por ellos mismos y por los demás ahora que pueden salir a dar un pequeño paseo. Es que hay cosas que hasta que no nos tocan muy de cerca no lo creemos. Somos así de tercos.
ResponderEliminarMe parece muy buena la frase "este país tan alejado de dios pero tan cercano a los yanquees". Es muy descriptiva.
Hagamos nuestra parte, Gilo. Cuidémonos para cuidar a otros, y en los que podamos influir para que también lo hagan, intentémoslo. Sólo pasaremos esto (y lo que vendrá después) acompañándonos y apoyándonos.
Un abrazo grande
A Einstein se le atribuye esta frase: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro".
ResponderEliminarCuando esos incrédulos empiecen a caer como moscas, entonces se darán cuenta de que la cosa va en serio. Pero, claro, con un presidente que les incitaba a comprarse amuletos protectores...
Qué triste, amigo.
Abrazos y salud.
me caía bien el presidente hasta esta demostración de soberbia o de imbecilidad, no se bien que decir...
ResponderEliminarojalá no explote todo por ahí, saludos
Salud, Gildardo
ResponderEliminarLa situación, en general, es un quilombazo mental. Mi vieja está entre las personas a las que les costó un mundo asumir la cuarentena.
¿Sabés? Si mirás de lejos, y sin dejar de mirarte, podrás ver que normalmente le hacés caso a tu cabeza si coincide con tu corazón. Esto es, si entendés que hay riesgo afuera, y sentís que hay riesgo afuera, pues no salís.
Ahora, los que no razonan, los que no piensan y actúan por sentimientos, y por eso que sienten se cagan en la cuarentena, tienen, también, otro trasfondo: la extremadamente baja credibilidad que tienen los políticos.
Si la dirigencia política tuviese un 90% de credibilidad, el 90% de la gente le haría caso sin chistar. Pero, si la credibilidad de la clase política es del 50% o menos, es natural que menos del 50% siga sus recomendaciones, salvo, como dije, por razonar por cuenta propia.
Abrazo, mi estimado.
Aquí también hay más de uno que se niega a creer que esta pandemia sea real, piensan que todo es producto de una conspiración... No sé con qué fin hundirían la economía global los mandatarios del mundo, pero en fin...
ResponderEliminarEso sí, ¿no es contradictorio que la gente se crea historias descabelladas como que una mujer se queda embarazada por gracia del Espíritu Santo, mientras que se niegan a creer en lo del coronavirus, con todas las evidencias que existen? Ahí lo dejo ;)
Abrazotes.