miércoles, 10 de febrero de 2021

el dilema II

El concepto es sencillo: Cuando algo es gratis, el producto que se está vendiendo eres tú. 

Los dueños de los productos y servicios reciben una muy precisa descripción de cuáles son nuestros hábitos de consumo, de qué nos gusta y cómo; de cuáles son las cosas a las que podemos dedicar bastantes horas de nuestro día. He dicho que no tengo problema con ello. Por otra parte, es bueno tener conocimiento sobre cómo funcionan las cosas.

Pero el concepto nos lleva pronto a otro lugar donde al parecer una parte de los consumidores goza de una valiosa gratuidad. Los bares y su política en la que las mujeres no pagan para entrar, o todavía mejor, las mujeres pueden beber todo lo que gusten sin desembolsar un peso, dolar o euro. Y sí, en todos estos lugares el producto ofrecido son ellas.

Por ignorancia o estupidez, por cierta carencia de maldad quizá, no hubiera asociado tan macabra situación con esa extendida práctica. Pensaba que dado que las mujeres bebían mucho menos que los hombres, el asunto se nivelaba con lo que a nosotros se cobraba. También pensé en el asunto del ligue, por supuesto: si quieres entrar a probar suerte debes pagar.  Tal vez le agrades a alguien.

Pero o mi malicia es pobre o es estúpida, porque para mí la estimulación alcohólica sólo era un aliciente para alguien tímido como yo, con pocas habilidades de seducción y, al mismo tiempo, como el filtro suavizante que escombraba el camino que nos permitiría lograr el anhelado cometido, en una mujer medianamente alcoholizada también podría permear el deseo. No el motor de abuso y violación. Yo no podía ver otra cosa que sexo consentido, que el acuerdo mutuo entre dos personas que se agradan lo suficiente como para querer intimar de la forma en que lo decidan. 

Quizá intentar besar a la amiga de la que llevas años enamorado, sí, abusando de la fragilidad por su reciente ruptura, sí, aprovechando lo que el estado embriagante proporciona, sí, pero hasta ahí. Recibiendo su negativa o su venia, fundiéndote con ella en un abrazo larguísimo o huyendo desgarrado. 

Quizá el mundo cambió demasiado o las personas somos más mierda cada vez. Pero antes lo peor que podía pasar era que debido a tu intoxicación alcohólica todos tus amigos te hubieran visto en brazos de una persona sin aparente atractivo. No pasaba de cruda moral y ser motivo de broma entre tu gente. Y sólo eso.



 

2 comentarios:

  1. Me sorprende lo que cuentas de que las mujeres tienen entrada gratis en los bares. En mi época adolescente (allá por los años 60 y 70) esto ocurría en España en las discotecas y era un método infalible para atraer al macho, que lo único que quería era ligar y el medio para conseguirlo era que hubiera una gran cantidad de chicas. De este modo, cuantas más chicas, más chicos que no solo bailaban con ellas para tocar o rozar un cuerpo joven y deseable sino que también gastaban mucho más dinero en bebida porque, además, las invitaban a beber. Era un reclamo que sin duda surtía efecto. Ahora, con la igualdad de género, ambos sexos pagan igual por entrar. Otra cosa es lo que suceda dentro del local, je,je.
    Un abrazo.

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    1. Acá sigue pasando mi amigo. Y esto lo escribo porque hace semanas que se sabe de violaciones y abusos de amigos de chicas que estaban ebrias.
      En el juego de la seducción uno sabe a lo que juega y con qué juega, pero esas no son maneras.
      Te abrazo amigo.

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