lunes, 11 de abril de 2022

No es mi imaginación, me dijiste te amo más de una vez mientras te abrazabas a mi cuello y besabas mis mejillas, en ese momento en que parecías la novia más cariñosa y la mujer que desearía junto a mí. Pero no estábamos solos, porque de haberlo estado me habría volteado para besarte y acariciarte y quizá decirte desde hace cuanto te deseo, desde hace cuántos años me gustas, cómo me gustan tus ojos y la forma en que sonríes, y los nervios que me llegan cuando te acercas a mí. Te habría amado con la cabeza puesta en hacernos el amor, sin importarme nada más.

La verdad es que desde tus acciones iniciales (tu coqueteo) prendiste en mí las ganas de que hiciéramos algo. Aunque en esos primeros momentos no me percaté de nada, eras sólo una chica cariñosa que se sentía a gusto en mi compañía y que no deseaba ni buscaba nada más que pasarla bien en esa reunión familiar. Ganas que contrastaban con la realidad: soy tu familia, no tan cercanos pero familia al fin y al cabo. De haber sido otra mujer me habría sentido inmensamente feliz y habría correspondido tus atenciones y acciones, te habría tocado cariñoso y deseoso, y no sólo me habría dejado tocar por ti, sintiéndome feliz y algo culpable a la vez, impotente y desorientado. Y claro, habría visto la manera de irnos de ahí lo más pronto posible para tener intimidad con todas las caricias que quería regalarte.

Te había deseado muchas veces, había llegado a elaborar fantasías descabelladas en mi más desvergonzada imaginación. En mis ensoñaciones me correspondías, también te sentías atraida por mí, y veíamos la manera de amarnos lejos de todos. Si nos queríamos ningún prejuicio nos podría separar. Pero las fantasías de un hombre cualquiera pueden ser todo lo descabelladas y absurdas que quieran. Sólo son eso, fantasías, deseos libres de la culpa que nos carga la sociedad. ¿Cuántos años tiene que es mal visto que un hombre se casara con su sobrina segunda? No demasiados. 

Me hiciste feliz y me has hecho soñar. Quizá dándole a mis deseos alas para armar un escenario donde cabe nuestro prohibido amor.

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